Las urracas, ‘campeonas’ de la reforestación: pueden plantar hasta 200 encinas por hectárea y año

Un estudio desvela la eficacia de esta especie en la dispersión de bellotas en espacios abiertos 

Las urracas son campeonas de regeneración forestal

Las urracas son campeonas de regeneración forestal / Pixabay

Joan Lluís Ferrer

Joan Lluís Ferrer

Algunas aves, cuya importancia ecológica pasa a menudo bastante inadvertida, son en realidad fundamentales para la reforestación de los ecosistemas españoles. Ello es así porque las bellotas y otras semillas grandes, como nueces, almendras o avellanas, tienen un sistema de dispersión por el territorio realmente eficaz: su transporte y posterior ‘plantación’ por parte de animales. En concreto, la urraca es, según un reciente estudio publicado en la revista ‘Quercus’, una eficaz herramienta de regeneración forestal, pues es capaz de dispersar una gran cantidad de bellotas en espacios abiertos, de las cuales muchas terminarán germinando y convirtiéndose en árboles.

El estudio, elaborado por un grupo de científicos dirigidos por Lorenzo Pérez Camacho, de la Universidad de Alcalá, señala que “los córvidos son los dispersores de bellotas más eficientes y beneficiosos para las especies del género Quercus, pues almacenan miles de ellas escondiéndolas superficialmente en el suelo”.

El arrendajo, en el bosque; la urraca en campo abierto

Hasta ahora, se sabía que el ‘campeón’ en la dispersión de bellotas en Europa era el arrendajo euroasiático (Garrulus glandarius). Un solo ejemplar de esta ave es capaz de esconder entre 5.000 y 7.000 bellotas cada otoño, lo que le convierte en un auténtico agente reforestador a gran escala.

Las urracas son agentes muy eficaces para la plantación de encinas en campo abierto

Las urracas son agentes muy eficaces para la plantación de encinas en campo abierto / Efe Verde

El arrendajo es una especie forestal que vive en bosques de cierta extensión y madurez, por lo que los investigadores quisieron averiguar qué otra ave podría realizar ese mismo papel de dispersor de bellotas en medios abiertos, no tan tupidos como los bosques densos en los que actúa el arrendajo.

La respuesta resultó ser la urraca común (Pica pica), abundante en campos abiertos y conocida por esconder alimentos. Usando una población de urracas en Alcalá de Henares, así como bellotas a las que se instalaron radiotransmisores, los investigadores pudieron concluir que esta especie es increíblemente eficaz en la regeneración forestal de los espacios abiertos, donde no hay muchos árboles.

Una sola pareja de urracas esconde en el suelo (bajo piedras, hojarasca o tierra), según se comprobó, una media de 1.100 bellotas (y un máximo de 2.000) por temporada. De todas ellas, un 1,5% permanecieron intactas al final de la primavera, es decir, no fueron recuperadas ni por las urracas ni por ningún otro animal. Esta proporción de bellotas germinó y produjo un pequeño árbol.

200 encinas por hectárea y año

Pese a que el porcentaje es muy bajo, los investigadores comprobaron que ese 1,5% supone la generación de una media de 200 plántulas de encina por hectárea. Esta cifra es muy similar a las densidades habitualmente utilizadas en operaciones de reforestación en las dehesas, con la diferencia de que, a diferencia de los humanos, las urracas realizan dichas operaciones todos los años.

“Todo ello convierte a esta especie en una dispersora masiva y efectiva de bellotas, particularmente en formaciones arboladas abiertas en las que el arrendajo está ausente o es escaso, ofreciendo un servicio ecosistémico de regeneración forestal a coste cero para la sociedad”, señala el artículo de la citada revista.

La urraca presta grandes servicios ecosistémicos

La urraca presta grandes servicios ecosistémicos / Pixabay

“Cuando una urraca coge una bellota en una masa abierta de encinas tiene preferencia por esconderla en suelos removidos, como zonas aradas, usando en menor medida el interior de la formación arbolada. La facilidad para enterrar bellotas en el suelo suelto dirige la preferencia de las urracas, lo que también es beneficioso para las encinas”, añade el estudio. Por ello, Lorenzo Pérez y su equipo considera que arar ciertas zonas, o incluso todo un campo de cultivo, antes de abandonarlo, favorecería la dispersión de bellotas y lograría una regeneración natural de estos ecosistemas agrarios abiertos.

En definitiva, los córvidos han de ser vistos como “nuestros aliados naturales” que es preciso conservar, señalan los autores.

Artículo de referencia, en este enlace.

.........................

Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisiclimatica@prensaiberica.es