Exceso de luz

Millones de aves mueren cada año por la contaminación lumínica

La sobreiluminación es una de las principales causas de mortalidad entre estos animales, que pierden la orientación y dejan de comer

Una activista de SEO recogiendo un ave deslumbrada por contaminación lumínica

Una activista de SEO recogiendo un ave deslumbrada por contaminación lumínica / SEO/Birdlife

Verónica Pavés

Verónica Pavés

La iluminación artificial se ha convertido en uno de los mayores enemigos de la biodiversidad. La contaminación lumínica generada por las resplandecientes luces bajo las que viven el 80% de la población mundial causan cada año la muerte de millones de aves que, sometidas a este brillo, pierden el rumbo y el apetito o bien mueren al colisionar contra cristales o grandes estructuras iluminadas.

En entornos contaminados, como pueden ser las grandes ciudades, la luz artificial modifica los patrones naturales de luz y oscuridad de los ecosistemas. En organismos terrestres y acuáticos, la luz natural es un recurso vital para impulsar la producción primaria, informar sobre la percepción visual y mantener los ritmos biológicos. Es, además, una señal inequívoca de sincronización con el entorno, que es lo que configura posteriormente los ritmos circadianos.

Sin embargo, cuando las luces artificiales lo envuelven todo, esa sincronización se rompe. Estos cambios repercuten negativamente en la mayoría de animales, pero es especialmente nocivo en el caso de las aves. La iluminación provoca millones de víctimas cada año porque estos animales se sienten atraídos hacia las fuentes de luz artificial generando colisiones, cambios en las rutas de vuelo y alteraciones a nivel fisiológico y de comportamiento. De hecho, las luces de la ciudad pueden repercutir en el canto, la reproducción, el sueño y la alimentación.

La pardela es una de las especies más afectadas por la contaminación lumínica

La pardela es una de las especies más afectadas por la contaminación lumínica / Agencias

El resplandor de las luces desorienta. Estos animales están diseñados para volar teniendo en cuenta el lugar hacia el que fluye la luz natural. Cuando ese haz luminoso se altera o proviene de un lugar que no es el Sol o la Luna, los vuelos empiezan a ser erráticos y más peligrosos. Las aves pierden el norte porque su brújula interna empieza a fallar.

Las más afectadas son las marinas

La contaminación lumínica es una amenaza para una gran variedad de especies de aves. En 2014 se determinó que al menos 24 tipos de aves de todo el mundo están obligadas a vivir en un entorno que, a menudo, se vuelve hostil. Las más afectadas son las marinas, ya que en sus largas migraciones suelen encontrar estos obstáculos luminosos en su recorrido. Una circunstancia a la que no están acostumbradas porque la luz artificial no es un problema en el lugar del que proceden. En este sentido, petreles y pardelas se han convertido en las más amenazadas en los últimos años.

Pero no son las únicas. Las aves migrantes de larga distancia, como la reinita estriada (Setophaga striata), la buscarla colicorta asiática (Urosphena squameiceps) o el chorlito asiático grande (Charadrius veredus), también sufren las consecuencias de la luz artificial. Y es que, aunque estas aves suelen iniciar y concluir su migración en zonas que tienen niveles relativamente bajos de contaminación lumínica, en el transcurso de su desplazamiento no es raro que sobrevuelen áreas con intenso desarrollo urbano donde sufren elevados niveles de luz artificial.

Farola incorrecta y correcta

Farola incorrecta y correcta / Agencias

Varios estudios han tratado de entender en los últimos años este fenómeno, incidiendo en las razones que llevan a las aves marinas a seguir estas mortales luces. Según varios científicos, hay tres hipótesis que se barajan ante este recurrente comportamiento. Se piensa que puede ser debido a la inexperiencia en la búsqueda de alimentos, también debido a la asociación de la luz de entrada en los nidos con una posible fuente de alimento y, por último, con una interferencia de la luz artificial con las capacidades de navegación de las aves.

La contaminación lumínica, por tanto, altera el ritmo circadiano de estos animales, porque incrementa los tiempos de búsqueda de alimento o el periodo de vigilancia; y propicia la desviación o colisión con estructuras iluminadas (farolas, torres de transmisión, turbinas eólicas o edificios).

Iluminar sin dañar

La buena noticia es que la contaminación lumínica se puede reducir. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) propone que las acciones se basen en cuatro preceptos: evitar, minimizar, compensar y rehabilitar.

La evitación consiste en identificar y renunciar a instalar sistemas de iluminación que provocan la colisión de aves. La minimización implica la reducción de la duración, intensidad o alcance de las luces artificiales. Por su parte, la compensación requiere realizar acciones compensatorias como realizar un control de los depredadores, blindar las líneas eléctricas o crear un hábitat de anidación adicional. En lo que se refiere a rehabilitación, la UICN hace hincapié en las campañas de rescate de individuos que se quedan en tierra debido a la luz artificial.

Pardela cenicienta deslumbrada por luz artificial

Pardela cenicienta deslumbrada por luz artificial / Beneharo Rodriguez

Además, el Convenio sobre conservación de las especies migratorias de la fauna silvestre (CMS) está ultimando un conjunto de directrices válidas a escala mundial que ayudarán a los distintos sectores implicados a mitigar esta gran fuente de contaminación en beneficio de las especies migratorias. En 2020, la Conferencia de las Partes en el Convenio aprobó unas directrices que incluían seis principios generales de gestión destinados a reducir la contaminación lumínica, así como una guía técnica para reducir el impacto de la luz artificial en las tortugas marinas, las aves acuáticas y las aves de costa migratorias.

SEO/BirdLife lleva años afrontando este problema. De 2017 a 2020, en el marco del proyecto Luminaves, trabajando con una decena de socios de Azores y Madeira, se han realizado acciones como la translocación de aves marinas a islotes libres de depredación, el seguimiento de colonias de cría de pardela cenicienta, el marcado de pollos y su posterior rastreo remoto para conocer la incidencia de la contaminación lumínica sobre ellos.

Gracias a este proyecto, se ha creado una base de datos sobre aves afectadas por la contaminación lumínica a nivel regional con la colaboración de todos los cabildos insulares, y además se ha puesto en marcha una campaña de divulgación en la que se han diseñado y distribuido materiales destinados a dar a conocer el problema a la población de los tres archipiélagos: Azores, Madeira y Canarias. En estas últimas se han realizado varias campañas de concienciación con la población local, y cada año se realiza una suelta de pardelas para ayudarlas en los primeros vuelos.

Canarias, además, cuenta con proyectos pioneros para reducir la contaminación lumínica, como los que impulsa la Fundación Starlight, que otorga un sello que reconoce los parajes con mejores cielos nocturnos. Aunque nació para proteger la pureza del firmamento que tanto requiere la astronomía, sus acciones benefician también a la biodiversidad. En este sentido, la fundación, junto al Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) marcaron un hito cuando sacaron adelante la “Ley del cielo” (ley 31/1988), pionera en la protección del firmamento de las islas de La Palma y Tenerife y que supuso un precedente para extender normativas similares en otras áreas del planeta.

Pero la situación sigue distando de ser la adecuada en la mayor parte del territorio. Por eso SEO/BirdLife presentó alegaciones al Reglamento de ahorro y eficiencia energética y reducción de la contaminación lumínica dentro del procedimiento de consulta pública puesto en marcha por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. La organización, al igual que muchas otras entidades españoles que también han presentado alegaciones, considera que este reglamento no garantiza la conservación de la biodiversidad y la salud de los seres humanos.

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es