Alerta científica
La gran corriente marina que regula el clima mundial se está frenando: esto es lo que sucederá
Europa podría congelarse si se paraliza la AMOC, mientras que el calentamiento sería más extremo en el hemisferio sur
Cada vez surgen más informes y estudios científicos que confirman una inquietante realidad: la gran corriente oceánica que recorre los mares del planeta se está ralentizando, y las consecuencias de ello pueden ser desastrosas. Y ese que esas corrientes regulan el clima de la Tierra. Su alteración puede conllevar cambios bruscos de temperaturas a escala planetaria, con efectos sobre miles de millones de personas.
Uno de esos estudios, elaborado por investigadores de la Universidad de Dinamarca apunta incluso ya una fecha para ese colapso: el año 2057, pero otra investigación, publicada hace pocos días, aplaza tan alarmante previsión hasta dentro de 100 años. Sea como sea, los indicios de que la gran corriente oceánica, conocida por sus siglas en inglés AMOC, está gravemente enferma y sus heridas pueden contagiarse a todo el globo.
La corriente AMOC de la que todo depende
Para empezar ¿qué son las corrientes oceánicas? El sistema circulatorio de los océanos funciona como si fueran grandes arterias que conectan las aguas de todo el mundo. Tienen un sistema de funcionamiento fijo y muy estable, que mantienen el ecosistema global en equilibrio. Una de las corrientes más importantes de todas es la Corriente de Circulación Meridional del Atlántico (AMOC, en inglés), que básicamente desplaza el agua cálida de los trópicos hasta el Atlántico Norte y luego vuelve a bajar hacia el sur, regulando así el clima de regiones como Europa.
Estos movimientos de agua a través del planeta influyen en cuestiones tan fundamentales como la formación o pérdida de hielo marino en el Ártico, la formación de huracanes, la intensidad de lluvias o las temperaturas en lugares como España.
El motivo por el que se está deteniendo la corriente de circulación del Atlántico hay que buscarla en el cambio global provocado por el ser humano. El calentamiento global y el consiguiente derretimiento de los polos está inyectando agua dulce en grandes cantidades en en dicha corriente y ello causa una pérdida de salinidad en las aguas marinas, una alteración de la densidad del agua superficial y un cambio en las temperaturas del mar, entre otras consecuencias.
En el caso de frenarse considerablemente la circulación de la AMOC, Europa occidental podría sufrir consecuencias climáticas de gran envergadura, que podrían consistir en un gran aumento de fenómenos extremos, según los expertos.
Europa, congelada si se paraliza la corriente
Según la investigación realizada por la Universidad de Utrecht (Holanda), ese colapso haría que cayeran las temperaturas del noroeste de Europa entre 5 y 15 grados Celsius a lo largo de varias décadas y extendería el hielo del Ártico mucho más al sur de su actual ubicación. En cambio, aumentaría aún más el calor en el hemisferio sur, cambiaría los patrones globales de lluvia y amenazaría el Amazonas, según el estudio. Otros científicos afirman que sería una catástrofe que podría provocar escasez de alimentos y agua en todo el mundo.
"Nos estamos acercando (al colapso de la AMOC), pero no estamos seguros de cuándo se producirá", dijo el autor principal del estudio, Rene van Westen, científico climático y oceanógrafo de la Universidad de Utrecht en los Países Bajos. "Nos dirigimos hacia un punto de inflexión", añadió.
Los estudios realizados hasta ahora al respecto han demostrado que la AMOC se está desacelerando, pero el problema verdaderamente grave sería su parálisis total. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas señala que es poco probable que dicho colapso ocurra antes de 2100 y, en general, minimiza los escenarios más graves de desastre. Pero van Westen, así como varios científicos de la misma especialidad y un estudio publicado el año pasado, dicen que eso puede no ser correcto.
El motor de esta ‘cinta transportadora’ que es la AMOC está frente a la costa de Groenlandia, donde, a medida que se derrite más hielo debido al cambio climático, fluye más agua dulce hacia el Atlántico Norte y lo ralentiza todo, dijo van Westen.
En el sistema actual, el agua fría, más profunda y dulce se dirige hacia el sur, pasando por ambas Américas, y luego hacia el este, pasando por África. Mientras tanto, el agua oceánica más salada y cálida, proveniente de los océanos Pacífico e Índico, pasa por el extremo sur de África, gira hacia Florida y sus alrededores y continúa por la costa este de Estados Unidos hasta Groenlandia.
Estudio de referencia: DOI: 10.1126/sciadv.adk1189
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