Entrevista SPORT

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Pepe Colubi: "Te puedes reír de mi familia, pero no de mi equipo"

Tras 'California 83' y 'Chorromoco 91', el escritor asturiano publica 'Dispersión' (Espasa), la tercera parte de las aventuras de Pipi, su 'alter ego' literario,

"En 1982 fui a ver el Alemania-Austria de El Molinón con una camiseta de Argelia pintada a mano y empecé a gritar '¡tongo, tongo!"

Pepe Colubi, humorista, escritor, periodista y guionista

Pepe Colubi, humorista, escritor, periodista y guionista / JAVI FERRÁNDIZ

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Miembro ‘premium’ de ‘Ilustres Ignorantes’ (Movistar) y colaborador de ‘Cinemanía’, Pepe Colubi, asturiano de 1966 y residente en Barcelona, es escritor y periodista, pero quienes lo etiquetan como humorista tampoco se equivocan.

Futbolero, divertido, cercano y entrañable, dueño de una abrumadora cultura musical, acaba de publicar una nueva novela. Después de ‘California 83’ y ‘Chorromoco 91’, en las que narraba las aventuras juveniles de Pipi, su ‘alter ego’ literario, Colubi saca a la luz ‘Dispersión’ (Espasa): Pipi entra en los noventa y de paso, en la vida adulta (no confundir con la madurez) obligado a ganarse la vida como buenamente puede, sin una vocación clara pero con un sentido del humor desbordante.

El protagonista de tus novelas anteriores se hace mayor.

Sale de la universidad, que a veces es un poco cascarón, y se mete de lleno en la vida adulta. Se da cuenta de que el título universitario no le vale para mucho, pero logra ganarse la vida de manera precaria. Era lo que ocurría en los noventa. Había que buscarse la vida. Su idea es ir tirando y tener suficiente para pagarse sus juergas y sus conciertos, con el apoyo de sus padres y siempre con la teoría del mínimo esfuerzo.

A aquello se le llamó la generación X.

Son años musicalmente definidos por el ‘grunge’, que fue el sueño roto del ‘punk’. El ‘punk’ lo iba a cambiar todo, pero no fue así. Ahora es fácil verlo a toro pasado, pero en aquel momento, los jóvenes se conformaban con tener para salir ese fin de semana, y ya veríamos qué ocurre en el futuro. Cuando no tienes una gran expectativa no te puedes defraudar, así que eres un ser imbatible. Cuando ansías una felicidad asentada y tranquila es cuando llegan las decepciones.

El título, ‘Dispersión’, parece más serio que los anteriores.

Cualquier título es más serio que ‘Chorromoco’. Me gustaría volver a mi yo de 2014 y preguntarle en qué estaba pensando cuándo eligió ese título: no se puede dejar a un chimpancé al mando. Aún recuerdo que ese título se me ocurrió en el metro, cuando iba a un concierto de reggae. El título ‘Dispersión’ estaba clarísimo antes de empezar: habla de tener varios frentes abiertos, de que todo está difuminado, de abarcar mucho pero no definir nada. Ya sabes, el que mucho abarca, hace lo que puede.

La música es un personaje más de la novela.

La música forma parte orgánica de su ser. El protagonista lo vehicula todo a través de la música. Siempre he dicho que la música es el disco duro externo de mis emociones. Me sirve para definirme y para prepararme para lo que viene. En Spotify hemos creado una lista de ochenta canciones de la novela y todas responden a la situación que vive el protagonista. Siempre suena la canción que define el estado de ánimo.

Una lista variada, en la que conviven David Bisbal y David Bowie.

El canon es por arriba y por abajo. La idea la desarrollo al final del libro: la buena música para follar no vale, pero la mala sí porque se convierte en ruido blanco de fondo. Si suena Bustamante no te molesta, pero si suena Marvin Gaye estás pendiente de las cuerdas y de los arreglos y piensas como en el chiste, estamos a setas o a ‘rolex’.

Humorista, escritor, periodista, tuitero… ¿quién es en realidad Pepe Colubi?

Un tio muy afortunado, y es algo que valoro muy expresamente. El adjetivo disperso me define muy bien: he hecho muchas cosas. Por cantidad, diría que soy escritor porque es lo que más hecho, durante 20 años de mi vida, aunque según Wikipedia antes de 1997 estuve tirado a la bartola. No fue el caso: trabajé mucho en gabinetes de prensa, en el festival de cine de Gijón, en la Semana Negra, en los cursos de verano de la Universidad de Oviedo. También hice ‘press books’ de películas. Era un curro precioso y muy intenso, pero esa industria acabó. Me abandonó el curro a mí antes que yo a él. Salvo ‘Californa 83’, el resto de mis libros han sido encargos. Me ponía la presión necesaria para cumplir un contrato. También hice una biografía de los Hombres G: pensé que no podía haber nada más alejado de mí, pero acabé encantado.

El adjetivo disperso me define muy bien: he hecho muchas cosas

¿En qué momento notas que empiezas a ser un personaje popular?

'Ilustres Ignorantes' ha cumplido trece años, pero cuando empezaron a colgarlo en YouTube, notas que la gente te conoce un poco más. Pero en mi caso no es agobiante, casi voy yo a pedirle a los famosos que se hagan fotos conmigo, más que al revés.

Tienes un humor espontáneo y con poco filtro. A veces parece que dices lo que muchos piensan pero no se atreven a decir.  

Esto me lo dicen mucho, pero a mí me inquieta un poco porque yo pienso auténticas barrabasadas y me tiro a la piscina y las digo. Y la gente me dice, ‘es los que pensamos todos’, y pienso ¡madre mía, estamos rodeados de perturbados! Mis interpelaciones sexuales son muy autolesivas, son barbaridades que a veces hablan más del asco que del placer. Pero es curioso, tiene más repercusión cualquier cosa que digas de sexo que de otro tema.

¿Nunca te autocensuras?

Más que censura, me gusta hablar de sentido común. Hay sucesos o noticias de los que no me sale comentar nada. Pero si me sale algo y es fuerte, no lo reposo tanto. Una de las circunstancias a favor de ‘Ilustres’ es el ‘sinflitrismo’. La autocensura viene cuando piensas qué puede pasar si digo tal o cual cosa. ‘Ilustres’ es un programa sin guion: lo que dices no está testado. Y a veces en tu cabeza suena espectacular, pero luego resulta que no hace gracia.

La gente me dice, ‘lo que dices es los que pensamos todos’, y pienso ¡madre mía, estamos rodeados de perturbados!

El fútbol es carne de memes, pero no es fácil hacer humor de asuntos deportivos, ¿verdad?

Poca broma con el fútbol. Literalmente. Cuando estuve en el consejo de redacción de ‘El Jueves’ hicimos un especial sobre fútbol, no se había hecho uno en 30 años y quedó muy ‘light’ porque el fútbol es un asunto delicado. El dibujante Pedro Vera me contaba que uno de los grandes follones que tuvo fue por una viñeta en la que salía Ramón Mendoza. Te puedes reír de mi familia, pero no de mi equipo. El humor sobre fútbol tiende a cosas generales. Si te ríes desde uno de los dos lados, es terrorífico. Si hago un chiste sobre el Madrid, saltan los culés. Y al revés. Por eso me parece tan necesario que haya espacios como ‘La Sotana’, donde se lo toman todo con humor. En ‘Ilustres’, Cansado y Coronas son grandes futboleros: Cansado suele hablar a menudo de Benzema en términos muy elogiosos.

El dibujante Pedro Vera me contaba que uno de los grandes follones que tuvo fue por una viñeta en la que salía Ramón Mendoza

El eterno pulso Barça-Madrid, ¿da pie para muchos chistes?

Con cierta distancia, es muy divertido. Recuerdo ver un clásico en un bar de Barcelona: ganó el Barça, pero el afán de la gente era ver después ‘El Chiringuito’ para ver a Roncero jodido. Era mucho más interesante ver esa humillación que haber ganado el partido. También recuerdo ver un bar lleno de gente en Barcelona, viendo una eliminatoria europea del Madrid: es divertido verlo desde fuera.

Hay una anécdota tuya muy curiosa en el Mundial de 1982.

Fui a ver el Alemania-Austria de El Molinón con una camiseta de Argelia. ¡Pero una camiseta pintada a mano! Por temas de familia, yo tenía relación con el Sahara español, tenía primos que habían vivido allí y había conocido a gente del Polisario. Argelia había acogido los campamentos de Tinduf. Y además, en un Mundial siempre vas con el débil. El caso es que a Alemania le valía con ganar 1-0 a Austria y ese resultado dejaba fuera a Argelia. Yo fui al campo con una camiseta blanca en la que pinté con un rotulador una media luna y estrella de cinco puntas. Iba enloquecido contra Alemania y Austria, gritando ‘tongo, tongo’. A saber qué pensaba la gente de mí. Pero luego todo el estadio acabó gritando ‘¡tongo!’. Si no me equivoco, a raíz de ese partido se impuso la norma de que todos los partidos de la última jornada de fase de grupos se jugasen a la misma hora

El tongo del Mundial 82, un buen bautizo futbolístico.

Mi relación con el fútbol empieza en el colegio: yo iba al colegio en Oviedo con una camiseta del Sporting, con el ‘9’ de Quini. Eran tiempos en los que se podía hacer eso. Vivía en Oviedo pero era del Sporting por mi padre. Años después me cosí una insignia del Sporting en la cazadora y ese detalle casi provoca una pelea en un bar, de la misma manera que en Gijón se enteraban de que yo era de Oviedo y era un drama. Todo eso es absurdo porque no hay nada mejor que un derbi Sporting-Oviedo en Primera. Yo tengo muchos recuerdos futbolísticos, pero todos pivotan alrededor de Quini. Es un mito a todos los niveles. Estuve en la final de Copa de 1981, que el Sporting perdió ante el Barça con dos goles de Quini, y aún recuerdo la sensación de que esos goles no dolieron tanto porque los había marcado Quini.

Fui a ver el Alemania-Austria de El Molinón en 1982 con una camiseta de Argelia. ¡Pero una camiseta pintada a mano!

La rivalidad Oviedo-Gijón da mucho juego.

Me encantan las dos ciudades: yo vivía en Oviedo, pero salía mucho por Gijón. Da mucho pie para el cachondeo sano, pero cuando se lleva a un terreno personal, es absurdo. La gente que se alegra de que el rival esté en Segunda… yo insisto en que no hay nada como un derbi en Primera. Aquel año en el que ambos jugaron en Europa.

¿Cómo vives ahora tu afición futbolera?

Con más distancia. Creo que me di de baja como fanático en una promoción de descenso: Sporting-Lleida, creo que en 1995. El resultado estaba ajustado y me pasé los últimos minutos del partido mirando la radio como un loco. Estaba tan metido que aquel día hice ‘clic’. Ahora me lo tomo con más calma.