Marcelino, en el ojo del huracán

Albert Gracia

Ya lo decía Pablo Neruda: “Es tan corto el amor y es tan largo el olvido”. Marcelino y Mestalla parecen haber trazado caminos distintos tras un proceso de enamoramiento que ha durado menos de lo esperado. Lo que demuestra que ese capricho tenía más de amor de verano que de una relación a largo plazo. Y es que, como en la vida, la pasión no dura eternamente.

El valencianismo ya no recompone filas entorno a Marcelino, ya se empieza a cansar de él. La monotonía de un equipo que navega siempre en aguas embravezidas parece haber roto una relación fraguada en la esperanza y en un horizonte repleto de éxitos. 

Esa fue la receta maestra de una temporada pasada en la que el Valencia pasó de vivir en la mediocridad de la media tabla a codearse con los mejores. Y es precisamente la misma razón por la que el valencianismo ya se ha empezado a hartar de él. Los resultados no son los esperados y la afición ya ni siquiera festeja las victorias.

Tras el agónico triunfo en Mestalla ante el Huesca, la parroquia valencianista estalló. Pero no precisamente por una victoria que les dejara a tan solo cuatro puntos de la zona europea. El partido acabó con una sonora pitada que aterró Mestalla en un encuentro en el que los sentimientos se entremezclaron para acabar en una tragicomedia que no parece tener fin.

Ni buen juego, ni capacidad goleadora ni muro defensivo. Este Valencia se parece muy poco al de la temporada pasada. Y el mismo discurso de Marcelino partido tras partido tampoco ayuda a una pronta recuperación. 

Fichajes ausentes

Esta temporada la entidad che asumió un gran riesgo llevando a cabo fichajes ilusionantes con tal de poder competir en las tres competiciones. No obstante, la realidad siempre supera a la ficción y lo cierto es que el Valencia deambula en la medianía de la Liga, disputará los octavos de Copa ante el Sporting y ya está fuera de la Champions. El gen ganador valencianista parece haber desaparecido. La intensidad con la que jugaban cada partido durante la campaña anterior ha caído en saco roto. 

Los fichajes no han servido para revitalizar al equipo. Batshuayi y Gameiro, dos de las grandes apuestas, han acabado relegados al banquillo y con altas posibilidades de salir en enero. Piccini no ha ayudado a cubrir el hueco del lateral diestro en una nueva mala gestión del club, que ha tenido que reconvertir a Wass.

Cheryshev, más lesionado que disponible, tampoco ha entrado plenamente en los planes de Marcelino. Mención especial para Guedes. El portugués llegaba con la vitola de fichaje estrella y se ha quedado en el camino. El Valencia pagó una cifra histórica por un jugador que lleva mucho tiempo arrastrando molestias y que debe jugar por decreto.

Kondogbia, Diakhaby y Wass parecen los únicos fichajes que han dado un rendimiento aceptable. Precisamente, tres jugadores que no tiene la posibilidad de cubrir la sequía de goles que está lastrando al equipo, algo que Marcelino se ha encargado de repetir hasta la saciedad.   

Acudir al mercado

Es la única opción que le queda. Un lateral diestro, un delantero y un hombre de banda son los fichajes que debería abordar el Valencia para enderezar el rumbo. “Amunt Valencia” es su lema. Toca remar para llegar a la orilla