El Tourmalet

La Vuelta, mucho calor, cero insectos

Tourmalet por Sergi López Egea

Tourmalet por Sergi López Egea / / EPC

Sergi López-Egea

"¿’Pa’ qué van a pasar calor sobre la bici?". Sevilla, lejos de la meta, por las calles por las que pasaron los ciclistas de la Vuelta a España, vivía con intensidad la llegada de la carrera, la que cortó buena parte de las vías comunicativas de la ciudad, nada menos que a partir de las 5 de la tarde cuando los termómetros que ardían en algunos cruces de las calles marcaban hasta 41 grados de temperatura.

La verdad, llamaba más lanzarse al Guadalquivir por un chapuzón que montar en bici, ahora que está de moda bañarse en los ríos de las grandes ciudades, aunque luego venga el riesgo de pasarte unas cuantas horas sentado en la intimidad del baño si has tragado un poco de agua.

El aire de los coches de los directores

Las bicis son para el verano, pero con algo de sosiego, no para pasarse cuatro horas y media dale que te pego a los pedales, sin que corra el aire, con un calor que se intensifica bajo un asfalto pegajoso y, encima, con los coches de los directores dando envidia a los ciclistas. Los jefes circulan por la misma carretera, pero con el aire acondicionado del coche a tope y los cristales como blindaje del calor externo. Por lo menos, los corredores notan el fresquito cuando acuden al coche de los equipos a por un poco de hielo o agua fresca, en lo que supone un viaje de ida y vuelta al pelotón.

Agosto es el mes para viajar a Andalucía a conocer las playas, desde el cabo de Gata hasta Ayamonte donde desemboca el Guadiana y se anuncia la frontera con Portugal. O para buscar la fresca cuando los lugareños, antes de la implantación de los aires acondicionados en la casa, sacaban las sillas a las calles para tratar de darle un poco de alegría al cuerpo con la ayuda de los abanicos.

Ir a competir sobre una bici es otra cosa y hasta podría resultar interesante, estando escrito que la Vuelta llega siempre a mitad de agosto, programarla al revés; es decir, comenzar por el norte y acabar en el sur, a la espera de que con la llegada del mes de septiembre bajen las temperaturas.

El recuerdo de 2014

No es la primera vez. Se recuerda por ejemplo las tórridas temperaturas de 2014, cuando la carrera arrancó en Jerez para dirigirse hacia Cádiz, donde se partió de un portaviones para seguir por Andalucía antes de enfrentarse al fuerte viento de Albacete. Por cierto, este jueves la sexta etapa saldrá desde el interior de un supermercado.

Wout van Aert, uno de los héroes de la Vuelta, debutante en la carrera, ya explicó que aquí se viene a pasar calor. No hay otra y más si se mira el panorama hasta el domingo: tierras de Málaga, de Córdoba, de Jaén y de Granada. ¡Quién da más!

De nuevo -y ya no es una novedad- sólo se echa en falta a los insectos, en un pelotón donde ningún ciclista baja hasta los descapotables de los médicos para buscar el alivio tras una picadura. Y seguimos igual que en julio con el Tour y por Francia. Las gasolineras sólo se visitan para reposar combustible, no para limpiar los cristales de restos de insectos. En Andalucía, cero de cero. Tras volver a recorrer España por sus carreteras se puede afirmar con rotundidad que la zona de los Monegros, en Aragón, es la última reserva natural de insectos, con constante bombardeo de bichos mientras conduces. Empieza a ser preocupante.