El Tourmalet

De John Wayne a Primoz Roglic, el hombre tranquilo en la Vuelta

El esloveno, salvo sorpresa, será el ganador de la edición 2024 de la Vuelta, precisamente por exhibir la calma del actor en la cinta histórica de John Ford

Tourmalet por Sergi López-Egea.

Tourmalet por Sergi López-Egea. / EPC

Sergi López-Egea

John Wayne era el hombre tranquilo, el boxeador que llegó a la Irlanda de sus antepasados rehuyendo de una amarga experiencia con el deporte. En unos tiempos en los que el machismo dominaba el cine, Wayne encandiló con el carácter de un personaje que no se alteraba con nada ni nadie, ni siquiera con su futuro cuñado, tan conservador como algunos ciclistas que no se mueven del pelotón ni a la de tres.

Primoz Roglic, salvo sorpresa, será el ganador de la edición 2024 de la Vuelta, precisamente por exhibir la calma del actor en la cinta histórica de John Ford, por mantener siempre la serenidad y por no ponerse nervioso cuando un ciclista llamado Ben O’Connor, conocido en el pelotón, pero con un nombre que, ciertamente, pasaba desapercibido a los aficionados no muy puestos en estos deportes.

¿Quizá no tan fuerte?

Hay un dilema en esta Vuelta que vive su recta final. Todos opinan, incluso en el pelotón, que Roglic no ha estado tan fuerte como en otras ocasiones, como cuando ganó su primera ronda española en 2019 ante Alejandro Valverde y un entonces desconocido Tadej Pogacar. Luego repitió el éxito en la Vuelta de la pandemia frente a Richard Carapaz y al año siguiente ante Enric Mas, que apunta nuevamente a finalizar la carrera en la segunda plaza de la tabla.

Pero, ahora, ha sabido administrar con la calma de Wayne las posibles limitaciones, escondiéndolas a los rivales, aprovechando las circunstancias de carrera y hasta aprovechándose de un Mas, al igual más fuerte que él, en la subida a los Lagos de Covadonga, sin ningún tipo de duda la ascensión más legendaria de la Vuelta, aunque no sea la más dura de la prueba.

La piedra de 2023

Roglic tropezó el año pasado con una piedra, la de su equipo, entonces denominado Jumbo por cuestiones publicitarias y ahora llamado Visma. Tuvo, de hecho, mala suerte, porque inicialmente él estaba designado a ser el jefe de filas hasta que a Jonas Vingegaard le dio por disputar la Vuelta después de ganar el Tour. Y, claro está, quién le iba a negar por mucho Roglic que hubiera la jefatura del conjunto neerlandés en España. Y, mira por dónde, al final un ciclista que no estaba invitado a la fiesta, Sepp Kuss, se llevó el premio de la lotería con una camiseta teñida en rojo.

Al final, Roglic, de buen rollo, pero insatisfecho deportivamente, decidió abandonar el Jumbo y buscarse la vida en el Bora que luego se denominó Red Bull, en lo que ha supuesto la entrada de la bebida energética en el planeta ciclista.

Y la verdad es que este domingo con la paciencia estilo Wayne que ha exhibido en la Vuelta, salvo sorpresa monumental en las dos etapas que quedan por descubrir, obtendrá su cuarto título, con el mismo estilo con el que consiguió el año pasado el Giro. Aguantó 20 etapas a rueda para ponerlo todo patas arriba en la cronoescalada del penúltimo día dejando a Geraint Thomas que disfrutase y exhibiese el jersey rosa, al igual que ha hecho este año con O’Connor, en este caso de rojo. Porque lo que cuenta, lo que importa, lo que ha hecho el hombre tranquilo, tres victorias de etapa hasta ahora, que nadie lo olvide, es cogerlo en el momento preciso cuando la prenda le acompañará hasta el último destino en Madrid… salvo un contratiempo prácticamente inesperado.

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