El engaño de la Vuelta a Burgos

Landa creyó en la ronda castellana, que ganó a una semana de la prueba española, que estaba en situación de pelear por el jersey rojo

El alavés se ha descolgado ya de la general y ahora lucha por una victoria de etapa y por ayudar a sus compañeros del Bahrein

Mikel Landa, corredor del Bahrain Victorious

Mikel Landa, corredor del Bahrain Victorious / EFE

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

La Vuelta a Burgos, sin pretenderlo, se convirtió en un engaño. Mikel Landa se presentó a la prueba castellana con apenas dos días de competición después de su gravísima caída que lo apartó del Giro. Y sin pretenderlo, casi por accidente, consiguió la victoria. Lo hizo a una semana del inicio de la ronda española.

Creyó el corredor alavés que ya estaba en plena forma y se animó hasta el punto de asumir que estaba listo y dispuesto para entrar en la batalla y luchar por la victoria en la Vuelta. Pero fue un espejismo. Landa triunfó en la Vuelta a Burgos porque Romain Bardet se vino abajo en la última etapa y porque Egan Bernal se desentendió de la pelea después de accidentarse en la primera etapa, al margen de que como ocurre ahora en la Vuelta, el vencedor del Giro no estaba en su mejor estado de forma.

Landa abandonó la ronda italiana a la quinta etapa. Llegó a Vitoria en un vuelo especial. Ingresó en una clínica y unos días después fue intervenido en la clavícula izquierda. Lo esperaba entonces una recuperación con un objetivo, que no era otro que llegar a la Vuelta en las mejores condiciones.

Antes de Burgos, Landa realizó dos días de competición. Debutó tras el accidente en Italia en la Clásica de San Sebastián, donde se probó con un ataque, y luego se apuntó al Circuito de Getxo. Lo esperaba Burgos con cinco etapas. Landa ganó la carrera, se animó y se vio entre los favoritos de la Vuelta.

Sin embargo, el fondo necesario para pelear por la Vuelta no era el mismo que para ganar en Burgos y las piernas de Landa no son las que ha tenido en otras carreras hasta el punto de perder tiempo en todas las etapas de montaña. Ya se ha desentendido de cualquier reto en la general y sigue en carrera con un doble objetivo: ganar una etapa, por ejemplo en los Lagos la semana que viene, o ayudar a algún compañero del Bahrein, como el australiano Jack Haig.