Entrevista

Saúl Craviotto, piragüista: "Ya no tengo 20 años, pero si el cuerpo aguanta, no descarto Los Ángeles"

"No sabría con qué Juegos quedarme de todos, pero quizá estos han sido los más especiales por el apoyo de mi gente", apunta

Saúl Craviotto con su medalla de bronce.

Saúl Craviotto con su medalla de bronce.

Joaquín Alonso

Saúl Craviotto se pasea por Viesques, su barrio de Gijón, como si no llevase encima seis medallas olímpicas. Se para a saludar a sus vecinos, que le felicitan tras su última gesta en los Juegos Olímpicos de París. Acude a su cita con La Nueva España, de Prensa Ibérica, recién llegado, apenas sin descansar, pero con una sonrisa de oreja a oreja a sabiendas de que se está convirtiendo en uno de los mejores deportistas de la historia del país. Nacido en Lérida (1984), pero gijonés de adopción, Saúl Craviotto quiere ahora detenerse, dedicar su tiempo a las cosas importantes de la vida, especialmente sus hijas. No se plantea de momento los próximos Juegos en Los Ángeles -"paso a paso", dice- aunque no los descarta.

¿Cómo ha sido la experiencia de París 2024 para este multimedallista astuiano de adopción?

La verdad que ha sido una experiencia única, como en todos los Juegos Olímpicos. No sabría con cuál quedarme de todos, pero quizá estos han sido los más especiales. Esta vez ha ido a verme toda mi familia, mi mujer, mis hijas... Es la primera vez que me han ido a ver en persona y ha sido muy especial. Vecinos de la urbanización... Había muchas banderas de Asturias en la grada. He sentido un cariño increíble y tengo un sabor de boca espectacular.

¿Tiene muchos amigos aquí en el barrio de Viesques?

Sí, hemos hecho una pandilla buena. Al final, papás del cole de mis hijas, amigas suyas... Estaba todo lleno, y yo muy agradecido.

¿Y en lo deportivo? ¿Cómo se siente pasados ya unos días desde que se colgó el bronce?

Pues he ganado una medalla olímpica y hemos podido pelear por el oro. Ahora que he podido analizar un poco la carrera, creo que salimos de forma muy valiente, adelante, estuvimos mucho tiempo los primeros, pero nos pasaron al final. Dimos el cien por ciento y tengo la conciencia súper tranquila porque los cuatro tripulantes hicimos una carrera perfecta. Llegamos a meta exhaustos y somos terceros. No queda nada más que quitarse el sombrero con Alemania y Australia, que fueron mejores. Tuvieron ese final que les ayudó a ganarnos. Darles la mano porque son unos rivales maravillosos.

Les adelantaron a unos pocos segundos de llegar. ¿Qué falló?

A ese nivel de análisis todavía no hemos llegado. Hemos visto la carrera y cómo fuimos, vimos que peleamos. Nos sentaremos a mirar en qué fallamos, pero nos pasaron al final. Nos faltó ese plus de resistencia, pero también porque lo dimos todo al principio de la carrera. A lo mejor, si no lo hubiésemos dado hubiésemos quedado peor. Usamos nuestras cartas de la mejor manera posible y quedamos terceros. El hecho de estar en unos Juegos ya es un éxito. De los trescientos y pico deportistas que fuimos... Es muy difícil clasificarse a unos Juegos y hemos sacado una medalla. Evidentemente, íbamos a por el oro. Ha habido muchos bronces y platas y todos queríamos oro, pero al final es una medalla olímpica.

¿Y cómo ha visto desde su experiencia al resto del piragüismo español?

Muy bien. Ha habido también bastantes cuartos puestos. Es duro. Con el tiempo lo analizarán y verán lo que han conseguido, que es una barbaridad. En el momento estaban con rabia porque da rabia quedar tan cerca. El nivel es brutal y tenemos piragüismo para rato en España. Son gente súper joven, con veintipocos años en finales olímpicas. Antía, por ejemplo, quedó cuarta. La vi bastante animada y le mandé un mensaje de que esté tranquila y de que Los Ángeles ya están ahí.

Hablando de Los Ángeles. ¿Estará allí Craviotto?

Yo de momento acabo de aterrizar (risas). Tengo que tomármelo de otra manera, ya no tengo veinte años. No puedo pensar en Los Ángeles ahora mismo, tengo que ir paso a paso y pienso más a corto-medio plazo. La motivación ya es complicada, pero soy un privilegiado y hago lo que amo. Físicamente me encuentro bien y es algo maravilloso poder representar a tu país. Si el cuerpo aguanta, no lo descarto... Pero iré año a año.

¿Y qué va a hacer ahora?

Pues me apetece frenar. Estoy metido en muchos proyectos extradeportivos. Pero lo que más disfruto y mi mayor proyecto es pasar tiempo con mis hijas. Es lo que se merecen. Tener un papá deportista olímpico es duro, es un peaje con mucho sacrificio porque no he tenido sábados libres desde que tengo 15 años. Necesito ese tiempo y hacer vida de papá normal. A veces, los propósitos no tienen que ir hacia arriba. Hay que bajar el ritmo.

¿Les gusta la piragua a sus hijas?

Bueno... Hacen deportes. Se lo he dejado caer alguna vez, pero que elijan lo que ellas quieran.

Estos días se ha hablado de "crisis" en el panorama polideportivo nacional. A pesar de ello, hemos batido marcas. ¿Usted qué piensa al respecto?

Si no me equivoco, llevamos dieciocho medallas. Yo que he estado en muchos juegos siempre había 18 o 17. Río y Tokio ya están superadas. En Barcelona dimos un salto y pusimos el listón muy alto. Aspirábamos a más y a mí, cuando me preguntaban, creía que superaríamos Barcelona. Antía quedó cuarta, Carolina era medalla segura, el K2 quedó cuarto por un palmo... Así, a memoria, ya cuento tres más. Es complicado, pero crisis ninguna. En la siguiente lo batiremos, seguro.

Y ahora cuando termine esta entrevista, se irá a dar una vuelta en el kayak, ¿no?

Ni loco (risas). Aunque conociéndome, en poco tiempo querré subirme otra vez.