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Fermín es oro puro (o al menos plata) para España

El mediapunta del Barça lidera la remontada ante Marruecos con un gol y una asistencia y se consagra como la gran estrella del torneo olímpico

La selección de Santi Denia jugará la final el próximo viernes a las 18.00 horas ante el ganador de la semifinal entre la local Francia y Egipto

Marruecos, otra vez, irrumpió en Marsella como si todo fuera un deja vú. Al estilo del Mundial de 2022, la selección africana, liderada de nuevo por Achraf Hakimi, amenazaba con interponerse en el camino de España y frustar sus opciones de asaltar el oro olímpico. Y más cuando un gol de Soufiane Rahimi tras un inocente penalti de Pablo Barrios puso a los africanos por delante, el guion perfecto para imponer su plan de partido preferido. Hasta que apareció Fermín para alzarse frente a todo y frente a todos, en especial a los más de 50.000 marroquís que llenaban las gradas del Velodrome, para decir que otra vez no. Que esta vez el duelo se lo quedaba España por orden del 'once', gran protagonista de un torneo que le consagra como futbolista de élite y que puede cerrar el viernes en lo más alto del podio, en la final ante el ganador de la otra semifinal (la local Francia o Egipto).

No fue fácil, ni mucho menos, para una España que sin brillar en exceso se ha acostumbrado a fajarse durante el torneo olímpico. Marruecos, la selección más potente a la que se han medido los de Santi Denia hasta ahora, tenía claro cómo hacer daño a España, haciendo gala de una línea de ataque como pocas en el torneo, conformada por Ez Abde (Betis), Ilias Akhomach (Villarreal) y un Rahimi (Al Ain) inspiradísimo en los Juegos, de los que es el máximo anotador con seis tantos. Velocidad en las transiciones y rapidez arriba, buscando las contras, su plan predilecto. Precisamente en una de ellas llegó una de las imágenes del choque, cuando el árbitro uzbeco Tantashev, que había empezado el choque sin dar una a derechas, se tuvo que retirar lesionado tras caer al tropezar con Marc Pubill al cuarto de hora de juego.

Fue Fermín, sobrado de confianza tras su doblete ante Japón en cuartos, el que encargó, como viene siendo habitual, de comandar las operaciones de una selección más seria de inicio de lo que había acostumbrado en los partidos anteriores. Lo intentó el onubense en dos ocasiones, sacando a relucir su gran arma, ese disparo desde fuera del área que se ha convertido en su sello desde que irrumpió en la élite. A él se sumó el otro campeón de Europa de la convocatoria, Álex Baena, que por fin empezó a destacar en el torneo. Activo y participativo en ataque, y solidario en defensa, fue el timón de los mejores minutos de España.

El regalo de Pablo Barrios

Pero cuando más y mejor atacaban los de Denia, que poco a poco estaban comenzando a llegar con más claridad al área, llegó el gol de Marruecos. Una imprudencia dentro del área de Pablo Barrios, que dio una patada dentro del área al que hace no tanto fue su compañero en las categorías inferiores de la selección, Ilias Akhomach, fue castigada por el VAR con penalti. Lo transformó en el minuto 35 Rahimi, máximo goleador del torneo con seis tantos y protagonista de una celebración en la cara de Arnau Tenas a la que se sumaron todos sus compañeros, claramente tratando de provocar a los españoles.

El gol y la acolorada celebración terminaron de encender un ambiente y convirtieron el Velodrome de Marsella, lleno de aficionados marroquíes, en una caldera, metiendo el miedo en el cuerpo a los españoles, que de pronto se vieron encerrados en su área y achicando balones. Supieron hacerlo y, paradójicamente, igual que el gol de Marruecos llegó cuando mejor estaba España, el momento de mayor dominio de los africanos se tradujo en el tramo en el que más ocasiones dispuso la selección para marcar.

En uno de esos larguísimos añadidos que han vuelto habituales en el torneo olímpico, Baena primero, con un disparo que se estrelló en el palo tras una salida en falso del portero marroquí, y Aimar Oroz apenas un minuto después rozaron el gol, pero el partido se marchó al descanso con ventaja para Marruecos.

Fermín al rescate

Obligada por el resultado, y viendo que transcurrían los minutos en la segunda parte con Marruecos acomodada y sin sufrir, Denia hizo tres cambios de una tocada en el minuto 60. Entraron Miguel Gutiérrez, Bernabé y Juanlu por Miranda, Barrios y Pubill, y apenas un par de minutos después, quien sabe si por ellos o no, España encontró el empate. Lo hizo gracias a un Fermín que, como lleva demostrando todo el torneo, de pillería va sobrado.

Al igual que en cuartos de final contra Japón, el jugador del Barça apareció en una indecisión de Marruecos en su área para llevarse un balón dividido y definir con la zurda a la cepa del poste, haciendo inútil la estirada de Munir. El cuarto gol del mediapunta del Barça en el torneo olímpico reseteó el choque, con España asumiendo el control de nuevo y con Marruecos replegada y generando peligro con sus contras.

En una de ellas pudo volver a adelantarse Marruecos, pero el balón cayó en las botas de Mehdi Boukamir, el central, al que se le fundieron los plomos delante de Arnau. Y apenas un minuto después, Fermín dijo que ya bastaba, que le sobraba la prórroga. Que él no tenía tiempo que perder camino de la final, y que iba a dejar solo delante de Munir a Juanlu, que iba a tener la oportunidad de sentir de lo que iba eso de ser el héroe. Y no la dejó escapar el lateral sevillano, que con su disparo cruzado alojó el balón en las redes de la portería africana cuando el partido ya se encaminaba al alargue y metió a España en la final.

Ahora la selección, que llegó a París con la vitola de favorita junto a Francia, tratará de rematar el trabajo y conquistar el que sería su segundo oro en unos Juegos Olímpicos, tras el conquistado en Barcelona en 1992. Lo que ya es seguro es que al menos, por orden de Fermín, serán plata (de esas ya van tres). Aunque eso no parece suficiente para saciar el hambre de alguien que llegó a París con una obsesión: firmar un histórico doblete junto a la Eurocopa y sellar un verano dorado. Y se está encargando de hacerlo posible.