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La España campeona se desintegra y cae traumáticamente ante Brasil (4-2)

La selección de Montse Tomé se apaga de forma cruel y cae ante la 'canarinha' en un partido exasperante y desconcertante

Laia Bonals

Hay formas de caer. Se puede hacer luchando, mirando a los ojos a tu oponente y asumiendo que no has sabido ser mejor. Esas derrotas duelen, pero cuando pasa el tiempo el sabor de boca no es amargo. España, sin embargo, no cayó así ante Brasil (3-1). Lo hizo sin luchar, totalmente aturdido y sin ideas ni fuerzas sobre el césped. Hacerlo así es traumático. Se queda ahí, dentro de cada una de las futbolistas, que no supieron volver a plantear sobre el césped ni los resquicios del equipo que levantó el Mundial hace justo un año.

No hay excusas. Ni el físico ni el cansancio vale para justificar la desintegración de España ante Brasil. No hubo fútbol, no hubo soluciones de libreta. Tomé se plantó en el área sin nada más que el plan previamente pensado (suponemos que lo pensó). Y, lo peor, es que con el paso de los minutos no hubo soluciones. No hubo nuevas ideas ni cambios en los planteamientos. Las jugadoras estaban perdidas y no tenían quien les diera un remedio ante su propio mal.

España se volvió a equivocar. Ir por detrás en el marcador se ha convertido en una costumbre innecesaria por parte de la selección dirigida por Montse Tomé. España se ha empezado a abonar a una necesidad traumática, la de renacer. El carácter y el talento de la selección bien deberían servir para que no pase día si día también. Pero España se ha empecinado en ponerse las cosas difíciles, en ponerse palos en las ruedas. Y no siempre puede ser. La suerte no es eterna.

Montse Tomé durante el partido.

Montse Tomé durante el partido. / EFE

Hay días en los que agradeces que las cosas salgan de primeras. Que la cosa fluya, que con tu empeño, talento y dedicación, todo se encarrile. España salió con esa mentalidad. Se encontraba bien en los primeros compases. El ritmo era bueno y el equipo salió mucho más ordenado. Pero parece que nada pueda ser fácil para esta selección. Que a Cata Coll le gusta jugar en el limbo del peligro es sabido y está demostrado. Fue la superheroína en los cuartos de final bajo palos en la tanda de penaltis. En la semifinal, a los 6 minutos de partido, intentó despejar un balón cruzándolo sin precaución aparente y el balón chocó contra Priscila, antes de hacer una carambola rebotando antes en Irene Paredes antes de introducirse. Se quedó el equipo helado. Tocaba volver a remar.

Si había algo más desesperante que el inicio errático de España eran las pérdidas de tiempo del equipo brasileño. Esa forma de jugar exasperante, donde la portera cada 15 minutos se tira al suelo para recibir asistencia médica. Las jugadoras españolas se lo miraban con los brazos en jarra. Sabían que sería el guión, pero no por saberlo las sacaba menos de quicio. Brasil siguió asediando al conjunto de Tomé, que le costó demasiado volver a reorganizarse.

Se hacía cada vez más inverosímil el escenario del partido. Una España desorientada mientras Brasil las pillaba una y otra vez a la contra y con la defensa manga por hombro. Lo intentó la 'canarinha' un par de veces hasta que Gabi Portilho remató a placer un centro en el último minuto del añadido del primer tiempo para poner el segundo que dejaba en el filo del acantilado a la selección de Montse Tomé.

Alexia mira desde la banda el partido.

Alexia mira desde la banda el partido. / EFE

El segundo tiempo empezó inexplicablemente con Alexia Putellas y Patri Guijarro en el banquillo. Tomé decidió no tocar el sistema y dio entrada a Ohiane y Athenea. Si los errores sobre el césped marcaron la primera parte, las decisiones técnicas acabaron de enterrar a España. Se desdibujó de manera cruel la campeona del mundo. Era un equipo desquiciado, con lagunas en defensa desconcertantes hasta para las mismas futbolistas. Fue inaudito ver a este equipo que tanta aura ganadora desprende desintegrarse sin más.

La estocada final llegó de las botas de Adriana, que marcó el tercero ante una nueva incomparecencia de la defensa. España encontró media fortuna con un gol en propia puerta de las brasileñas que maquillaron un marcador que no se olvidará en el vestuario de las campeonas del mundo. Aturdidas, con la desesperación de querer recortar distancias, Cata volvió a errar y dejó a Kerolin libre para que le colará entre las piernas. Salma acabó de maquillar el luminoso con un 4-2 definitivo.

El resultado final fue doloroso, pero lo peor fue la imagen. El desazón de un equipo que se caracterizó siempre por luchar, por sobreponerse a todo. España tocó fondo ante Brasil, de desintegró. Y, pese a que en sus primeros Juegos puede llevarse el bronce, el hito ha quedado tocado.