¿Por qué Barcelona fue un islote?

“À la ville de Barcelona”. Ésas fueron las palabras mágicas que pronunció el difunto Juan Antonio Samaranch el 17 de octubre de 1986 en Lausana. “¡Barcelona, España!”, gritaron al unísono los comentaristas de Televisión Española que cubrían el acto.

Análisis del fiasco en los Juegos Olímpicos de París: por qué España sigue sin superar las 22 medallas

Esa frase dio paso a la mayor operación de fomento y financiación que ha vivido el deporte español en la democracia, que además se produjo en paralelo a la Exposición Universal de Sevilla’92.

Contando los Juegos de Seúl que se disputarían casi dos años después de ese anuncio, España sumaba un total de 26 medallas (cinco oros, 12 platas y nueve bronces). Como por arte de magia, el oro, la plata y los dos bronces de la cita surcoreana se convirtieron en la Ciudad Condal en 13 históricos títulos olímpicos, siete subcampeonatos y dos terceras plazas para un total de 22 posiciones de podio.

¡Casi el triple de oros y casi las mismas medallas en una sola edición que en las 24 anteriores!Sí, pero nada de magia. El deporte se basa solo en dinero y en trabajo.

El propio Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español (COE) recalcó a SPORT antes de los Juegos de París que Barcelona’92 supuso un cambio total y por fin “se empezó a planificar, se hicieron las cosas con un objetivo. Se invirtió mucho dinero y se hizo bien”. 

Alejandro Blanco, Mati Ortiz, García Bragado y Aleix Heredia, sobre los JJOO de Barcelona 1992

Los que ya peinan canas o no tienen nada que peinar recuerdan aquellas matinales de los sábados con la mayor operación televisiva de promoción del deporte que se denominó 'Objetivo 92’ con competiciones de todos los deportes entre autonomías que activó notablemente a la sociedad española.

De todas formas, la verdadera clave del éxito deportivo de Barcelona 1992 es de carácter económica y viene a colación de la queja de Alejandro Blanco y del meta ‘Hispano’ Rodrigo Corrales: “Hay que invertir más en deporte, porque es bueno y porque siempre es rentable para la sociedad”.

En España había un miedo atroz a una mala actuación en los Juegos de 1992. Por eso un año después de la elección de Barcelona, el 23 de diciembre de 1987 nació el ‘Plan ADO’ que lideró la Asociación Española de Deportes Olímpicos. Meses antes, una figura clave como el difunto Carlos Ferrer Salat fue elegido presidente del COE tras presidir la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales).

Con la intervención directa del entonces Rey Juan Carlos, el tejido empresarial se involucró como nunca y deporte primó por encima de intereses políticos de todo tipo, de derechas o de izquierdas, españolistas o independentistas. Todo lo demás pasó a segundo plano.

1992 fue el año que marcó el tan comentado cambio de la España en blanco y negro a una a todo color con el Plan ADO como gran responsable a nivel deportivo.

Sin embargo, España no supo aprovechar todo el éxito de Barcelona’92 y, aunque las prestaciones posteriores han superado notablemente las de 1988 y Juegos anteriores, no se ha mantenido el nivel.

Pongamos ejemplos cercanos. El récord de medallas de Gran Bretaña era de 51 medallas (2008) y en Londres’12 ganó 65. Pues bien, en Río se fue a 67, en Tokio ganó 64 y en París también 64. Brasil logró su récord en Río 2016 (19), cifra que llegó a 21 en Tokio y a 20 en París.

Mientras, el Plan ADO da sus últimos coletazos y urge sentar a todos los partidos para crear un nuevo programa de fomento del deporte. ¿Que las empresas no quieren? ¡Pues creen beneficios fiscales!

Alejandro Blanco se quejaba con razón de que la inversión en deporte en países como Italia o Francia está en torno a 10 veces por encima a la de España. ¿Quieren más ejemplos? En Italia, cuando un atleta despunta, la Polizia, los Carabinieri o la Fiamme Gialle le integran y le aseguran el futuro. Cuando se retire, al menos ya sabe que tendrá un trabajo asegurado. Aquí la esgrimista Lucia Martín-Portugués aseguró que se planteaba la retirada tras caer en París en primera ronda. “Es que pierdo la beca. ¿Cómo voy a estar dos años sin ingresar nada?”, decía entre lloros.