Taekwondo

Chasco en el taekwondo: Adriana Cerezo y Adrián Vicente se quedan sin medalla

Las dos mejores bazas de la delegación española cayeron en cuartos de final: él entró en la repesca pero perdió su final por el bronce

Adrián Vicente perdió la final por el bronce de taekwondo en menos de 58 kilos.

Adrián Vicente perdió la final por el bronce de taekwondo en menos de 58 kilos. / TERESA SUAREZ

Sergio R. Viñas

Sergio R. Viñas

Eran los cabezas de serie número dos en sus respectivas categorías y, por lo tanto, dos aspirantes claros a medalla. Y a una de las más valiosas. Sin embargo, tanto Adriana Cerezo (-49 kilos) como Adrián Vicente (-58 kilos) descarrilaron contra pronóstico en los cuartos de final. El taekwondo español, que ha venido a París con ellos dos como principales representantes, se ha llevado un buen chasco este miércoles en el Grand Palais de París, el precioso palacio ubicado junto a los Campos Elíseos.

Tanto Cerezo como Vicente tenían opciones todavía de irse de París con una medalla tras su derrota, aunque no dependían de sí mismos. Si el oponente que les había eliminado en cuartos alcanzaba la final, competirían en la repesca por uno de los dos bronces. Vicente sí logró ese comodín ajeno, pero no pudo aprovecharlo, tras ganar solo el primero de los dos combates que necesitaba para sumar medalla. Cerezo ni siquiera gozó de esa oportunidad, quedó eliminada y se marcha de vacío de París.

Por debajo de las expectativas

Los dos se marcharon del tatami con pocas palabras tras su derrota en cuartos de final. "No he hecho lo que tenía que hacer y ahora tengo que atarme los machos para que no se repita", decía sin cara de muchos amigos Cerezo. "Quiero seguir concentrado en la competición", despejaba Vicente cambiando el chip, como si nada hubiera pasado apenas tres minutos antes. En cualquier caso, ambos saben que no han respondido a sus propias expectativas, candidatos claros a disputar su respectiva final.

Los dos perdieron en dos asaltos, pero la derrota más dura fue para Cerezo. La plata olímpica en Tokio había arrasado en su estreno en octavos, pero en cuartos pareció quedarse bloqueada ante la iraní Nobina Nematzadeh. En el primer asalto no consiguió conectar ni un solo golpe y a su rival le bastó con una tempranera patada en el torso.

Solo dos puntos de Cerezo

Le costó en total tres minutos a Cerezo anotar sus dos primeros puntos. Y ya no se movió de ahí, incapaz de encontrar la manera de conectar con el peto o el caso de la iraní, a la que le bastó con sumar nueve puntos, dos en el primer 'round' (0-2) y siete en el segundo (2-7) para avanzar a semifinales.

Mucha más guerra sobre el tapiz ofreció Vicente, en un combate con mucha más historia y atractivo frente al azerí Gashim Magomedov. El resultado, no obstante, fue el mismo que para Cerezo, una derrota que no entraba en los pronósticos. Vicente, en sus segundos Juegos, tuvo que remar siempre a contracorriente y pagó cara encajar una patada en giro (cinco puntos) en el primer asalto, resuelto por 5-11.

En el segundo, tras ir perdiendo por seis puntos (3-9) consiguió ir remontando hasta alcanzar el empate a 13 con el marcador ya agotado. Insuficiente para forzar el desempate, forzándole a olvidarse del oro y la plata. Minutos después, tras la victoria de su verdugo y amigo en semifinales, supo que podía agarrarse a la repesca.

La repesca, cara y cruz

Una oportunidad que comenzó aprovechando frente al irlandés Jack Woolley, al que derrotó en un ajustado combate resuelto en dos asaltos. En el primero, consiguió conectar hasta cinco golpes (10-9), mientras que en el segundo le valió con uno y con gestionar el final del asalto con el comodín de las penalizaciones (2-2, con triunfo para el español por tener el mejor golpe, el único en este caso).

La final por el bronce, en cambio, evidenció la superioridad del hasta ahora subcampeón olímpico, Mohame Khalil Jendoubi. El tunecino pasó por encima del español en los dos asaltos: 11-3 y 12-. "En la marcha motivacional con el entrenador hablamos de ir con todo, de si no ganábamos el bronce al menos quedarnos a gusto con el combate, no ir a asegurar", argumentaba después Vicente, serio pero sin perder del todo la sonrisa.