JUEGOS OLÍMPICOS DE RÍO 2016

Los Juegos cumplieron su cuenta pendiente con Vanderlei de Lima

El maratoniano brasileño, que protagonizó una de las historias más emotivas en la reciente historia olímpica, fue el inesperado y merecido encargado de encender el pebetero de los Juegos tras el desfile

Vanderlei Lima en el momento de encender el pebetero olímpico en Maracaná

Vanderlei Lima en el momento de encender el pebetero olímpico en Maracaná / sport

DAVID RUBIO (RÍO DE JANEIRO)

Vanderlei de Lima recibió un gran premio de parte unos Juegos Olímpicos que fueron enormemente crueles con él hace ahora 12 años en Atenas.Pese a que en las últimas semanas se daba por seguro que el elegido sería Pelé, el mítico exfutbolista se descartó por la mañana por problemas de salud. Después saltó a la palestra el extenista Gustavo 'Giga' Kuerten, pero finalmente el protagonista fue el atleta.

Su historia no tiene desperdicio. En los Juegos de Atenas, De Lima marchaba en cabeza con unos 25 segundos de diferencia sobre sus perseguidores y se encaminaba hacia la medalla de oro cuando un tarado, el pastor irlandés Cornelius Horan, se le abalanzó y lo mantuvo retenido hasta que las lentas fuerzas de seguridad lograron liberarlo.

Exhausto y roto física y mentalmente, el brasileño logró rehacerse y conquistó el bronce ante una de las mayores ovaciones que se recuerdan que le brindó la afición que llenaba el histórico estadio Panathinaiko, utilizado en los primeros Juegos Olímpicos en 1896.

La victoria fue para el italiano Stefano Baldini (2h:10.55), seguido del estadounidense de origen eritreo (2h:11.29) y del brasileño, que logró mantenerse en la tercera plaza con 2h:12.11 pese al acoso del 'británico John Brown, cuarto a 15 segundos.

Tras el desfile, <strong>Vanderlei Lima se encargó de encender el pebetero ante el delirio de la afición brasileña</strong>. Sin duda, un premio más que merecido que mitigó en parte la enorme tristeza que le produjo lo sucedido en Atenas hace 12 años. 

Su reacción aceptando ese lamentable suceso le supuso la concesión de la medalla Pierre de Coubertain por su valor y espíritu olímpico.