Pulso Pekín-Washington

Los viejos y ahora discutidos contactos del aspirante demócrata Walz con China

El compañero en el 'ticket' demócrata de Kamala Harris conoce el gigante asiático desde la juventud, ha visitado el país una treintena de veces, se maneja en el idioma local pero también denuncia con firmeza las violaciones de derechos humanos

El gobernador de Minnesota, Tim Walz, durante un mitin en Phoenix (Arizona)

El gobernador de Minnesota, Tim Walz, durante un mitin en Phoenix (Arizona) / REBECCA NOBLE / BLOOMBERG

Adrián Foncillas

El escrutinio de las relaciones con China de los candidatos integra ya la liturgia electoral estadounidense. Kamala Harris, relevo de Joe Biden, pasó el examen: nunca pisó Pekín como vicepresidenta y aquí sólo era conocida por sus risas estruendosas. Con Tim Walz, segundo de Harris, el neomacartismo se dio un festín: un vínculo de 35 años, una treintena de viajes a China, declaraciones conciliadoras… 

“La China comunista está muy contenta, nadie es más prochino que el marxista Walz”, avanzó Richard Grenell, antiguo embajador de Trump en Alemania. Tom Cotton, senador republicano, pidió que el gobernador de Minnesota explicara su “inusual relación de 35 años con la China comunista”. Aclarémoslo: carece Walz de credenciales sinófobas pero tampoco es un abrazapandas. Sus tercas denuncias sobre la falta de derechos humanos en China, de hecho, le acercan más a los halcones de Washington.

Un Walz recién licenciado aterrizó en Foshan, grisácea ciudad de la oriental provincia de Guangdong, en 1989. Allí enseñó inglés e Historia americana durante un año con un programa de intercambio de la Universidad de Harvard. Sólo los más audaces venían a aquella China tan alejada aún de la globalización. “Es una de las mejores cosas que he hecho en mi vida”, confesó a un diario local. Tras concluir su experiencia, estableció con su esposa un programa veraniego que trajo a estudiantes estadounidenses a China durante la siguiente década. Se maneja con el mandarín y eligió China para su luna de miel.

En la apresurada arqueología por la hemeroteca le han descubierto a Walz declaraciones sospechosas. Describió a los chinos como “amables y generosos” y avanzó que carecerían de límites en lo que se propusieran, defendió los contactos militares con Pekín para sellar una “sociedad duradera y sólida” y aseguró que la “relación de adversarios” es innecesaria. Era el tono habitual en aquellos años en los que Washington veía el auge chino como una oportunidad y los think tank acuñaban expresiones como Chimérica o G-2 para describir una convivencia armoniosa. Esa sensibilidad quedó enterrada en el último mandato de Obama, a demócratas y republicanos sólo les une hoy su hostilidad a China y aquella sensatez es ahora una oprobiosa mancha neomarxista.

Respeto y denuncias

En Walz cabe el respeto a China y las denuncias a sus desmanes. En lo último no ha sido tibio. Pasó 12 años en la Comisión sobre China de la Cámara de Representantes, focalizada en sus violaciones de derechos humanos. Se ha entrevistado con enemigos del Partido Comunista como el Dalai Lama o Joshua Wong, líder de las protestas hongkonesas, y apoyó las sanciones a Pekín y la excolonia por sus abusos durante aquellos convulsos meses. También ha recordado el aplastamiento de estudiantes de Tianamén, ocurrido el año en que vivió en China, y cinco después se casó el seis de junio, cuando los tanques llegaron a la plaza, para “no olvidar nunca la fecha”.

Su nombramiento ha generado curiosidad en las redes sociales aunque pocos creen que sus vínculos con China puedan variar el rumbo de Washington. Los analistas subrayan que, en un mundo normal, estos no serían un inconveniente sino un activo. “Es mejor que una persona con una rica experiencia en intercambios con China se haga cargo de la oficina a otra que no sepa nada de China”, ha opinado Zhu Junwei, director del Centro de Estudios Americanos de un think tank pequinés, en el matutino hongkonés South China Morning Post. No ha habido presidente ni vicepresidente con más experiencia en China desde George W. Bush, quien había ejercido de embajador en Pekín décadas antes de ocupar la Casa Blanca.

A Estados Unidos le aqueja una “total tontería” con China, opina Jeffrey Sachs, reputado economista y analista político de la Universidad de Columbia. “No hay ni una sola razón para el conflicto, especialmente cuando la cooperación puede arreglar muchos problemas globales. Trump y Biden lo han entendido terriblemente mal. Espero que Harris y Walz lo hagan mejor”, ha añadido. El pasado de Walz no prejuzga su actitud política pero lo descarta como ignorante. No es logro menor en estos tiempos.

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