Convención republicana en Milwaukee

Vance, el elegido de Trump para elevar el credo del 'America primero'

Donald Trump y J. D. Vance, en el segundo día de la convención republicana.

Donald Trump y J. D. Vance, en el segundo día de la convención republicana. / CALLAGHAN O'HARE / REUTERS

Idoya Noain

“¿Por qué no liberamos estos Estados Unidos primero? Somos los que más lo necesitamos. (…) Nuestras autopistas y puentes se desmoronan. ¿Quién está bendecido y quién maldito? Hay cosas que hacer en todo el mundo, pero reconstruyamos América primero”.

Así arranca ‘America First’, una canción que compuso en 2005 Merle Haggard, mito del country e icono forajido. Es lo que llenó el lunes, dos veces y a todo volumen, el Fiserv Forum de Milwaukee, conforme el senador J. D. Vance, justo después de ser confirmado por aclamación como el candidato a vicepresidente escogido por Donald Trump en su intento de volver a la Casa Blanca, se daba el paseíllo entre vítores y aplausos por la convención hasta llegar a saludar a la delegación de Ohio, su estado. 

Poco mejor que el tema de Haggard ilustra el credo ideológico y el imán político de Vance, cuya intervención este jueves por la noche en su primer discurso oficial como candidato se esperaba con expectación, guinda en una jornada cuya temática era la seguridad nacional y la política exterior. 

La ocasión permitía a Vance presentar nacionalmente su figura y su historia personal: el niño de los Apalaches empobrecidos por la desindustrialización y sacudidos por desesperación y adicciones como la de su madre que se alistó con los Marines, sirvió en Irak, se graduó en Yale y pasó por Silicon Valley antes de llegar al Senado. En el camino dejó un libro superventas que abrió los ojos a muchos sobre esos estadounidenses que se sienten abandonados, compatriotas de los estados del cinturón del óxido del medioeste que auparon a Trump en 2016 y que este noviembre pueden tener una de las llaves para su regreso al Despacho Oval.

Control de Trump

Era una intervención que esperaba con atención también el mundo y, con una mezcla de temor y resignación, el ala más tradicional del Partido Republicano, cada vez más débil en una formación absolutamente controlada y dominada por Trump. Porque pocos como Vance cortan más las alas a los halcones que habían dominado entre los republicanos desde la época de Ronald Reagan.

A los 39 años Vance es la sangre joven que alimenta la vena no intervencionista, esa que rabiosamente se ha hinchado en la era del populismo nacionalista de Trump. Es, como ha escrito ‘Politico’, el “queroseno en el fuego que ya consume la política exterior del Partido Republicano”. Con él llega a lo más alto la voz que rechaza seguir prestando ayuda a Ucrania, que llama a establecer negociaciones con Moscú para acabar el conflicto aunque el punto de partida sea la cesión de territorio, que asegura que las advertencias sobre la amenaza que representa Vladímir Putin han sido exageradas.

Delfín señalado por Trump no solo con cálculos electoralistas para noviembre sino marcando las líneas donde se puede dirimir su plan para el futuro del partido, Vance alerta sobre China no tanto por sus agresivas acciones militares en Asia sino denunciando que amenaza a EEUU porque se ha permitido a Pekín convertirse en la mayor economía industrial. Y solo con un país hace una excepción en su dogma de no intervención: Israel.

Otra de las estrofas del himno de Haggard dice “¿Quién está en la colina (the hill en inglés, como se conoce al Congreso) y quién mira el valle? ¿Quién está a cargo de todo? Dios bendiga al ejército y Dios bendiga nuestra libertad. Y al infierno todo lo demás”. Puro Vance.