Ataque en EEUU

Así fue el tiroteo contra Trump: de baño de masas a intento de magnicidio

Apenas a unos minutos de haber empezado su discurso en Butler, a 50 kilómetros de Pittsburgh, justo cuando hablaba de inmigración, se oyó un estallido

Donald Trump, protegido por los servicios de seguridad tras el atentado.

Donald Trump, protegido por los servicios de seguridad tras el atentado. / EP

Irene Benedicto

Decenas de miles de personas se concentraron en un recinto que usualmente acoge ferias de granjeros al oeste del estado de Pensilvania, un feudo fiel al expresidente Donald Trump. La pequeña localidad de Butler, a 50 km de Pittsburgh, fue elegida para el mitin estelar en la víspera de su nominación oficial como candidato a la presidencia del Partido Republicano. No es casual: forma parte del conocido como ‘cinturón del óxido’, antes ‘cinturón del acero’ de Estados Unidos, una zona que antaño fue el motor económico del país y que ha quedado desindustrializada, golpeada por el desempleo y el desamparo. Trump buscaba un baño de masas.

La tarde era sofocante y los ánimos de los asistentes estaban caldeados, en un ambiente casi propio de la festividad nacional del 4 de julio. Con banderas de Estados Unidos y equipados de cabeza a pies con 'merchandising' de la campaña. El público se rindió a su ídolo nada más salir al escenario. Abuchearon cuando mencionó al presidente Joe Biden y cuando tachó las elecciones de 2020, en las que perdió, de “amañadas”, y rugieron en vítores cuando pronunció el eslógan que llevaba en su gorra roja: “Hagamos América grande otra vez”

Apenas a unos minutos de haber empezado su discurso, justo cuando hablaba de inmigración –en contra de esta se oyó un estallido. Los espectadores se agacharon, instruidos como están los americanos desde la escuela a los protocolos sobre cómo comportarse ante uno de los habituales tiroteos masivos. Los agentes del Servicio Secreto se abalanzaron sobre Trump para protegerlo con su propio cuerpo.  

El tirador en la azotea

Varios testigos aseguraron, a posteriori, que alertaron a las autoridades de un hombre sospechoso antes de que el mítin comenzara. Ryan Knight, fue uno de ellos: “Cuando estaba sentado allí, un tipo dijo: 'Dios mío, tiene un arma’”, contó Knight a los periodistas sobre el terreno. Otros testigos narraron como, segundos antes del ataque, sintieron movimiento de los francotiradores apostados en los tejados con la misión de proteger al expresidente, que apuntaron hacia una azotea fuera del recinto ferial. Un video publicado por un medio local muestra al presunto autor de los disparos en una azotea sosteniendo un rifle, promoviendo la crítica contra los Servicios Secretos y su falta de actuación preventiva

Lo cierto es que en cuanto estalló el tiroteo, los francotiradores devolvieron el fuego hacia una dirección precisa: a un lado de la tribuna, en dirección a un edificio y una torre de agua situados a las afueras de la granja. Lo que siguieron fueron segundos de histeria, llantos y gritos. Policías y militares saltaron al escenario y apuntaron hacia el público a la expectativa de si había una segunda ronda de disparos. 

No se veía a Trump, solo una melé de los agentes trajeados y con gafas oscuras. Los asistentes no sabían si estaba vivo o muerto. Pasaron 13 segundos eternos hasta que el expresidente reemergió. Se puso en pie con la ayuda de los servicios secretos que le asistían y le trataban de cubrir en círculo para que no quedara expuesto. Él se abrió paso, y el público le vio el rostro con sangre. La que podía haber sido la mayor imagen de debilidad del expresidente, dio un giro en un momento de lucidez. Levantó el puño.

La adrenalina subió entre la multitud que se sabía superviviente, que respondió a su líder con un "¡U-S-A! ¡U-S-A!". Surgieron los móviles por encima de las cabezas de la multitud, y Trump parecía resistirse levemente al movimiento imperturbable de las fuerzas del orden que le introdujeron en un todoterreno oscuro que le trasladó a su club de golf en Nueva Jersey. 

El FBI identificó al autor de los disparos como Thomas Matthew Crooks, de 20 años, y de la cercana localidad de Bethel Park, a una hora al norte. El joven estaba inscrito como republicano, aunque había hecho una donación a los demócratas, de apenas 15 dólares, cuando tenía 17 años. El atacante "efectuó múltiples disparos al escenario desde una posición elevada fuera del mitin" antes de ser "neutralizado", según los Servicios Secretos. Se desconoce la motivación del ataque.

El momento de euforia despidiendo al presidente herido duró poco. Mientras esto pasaba, en dos sectores diferentes del vasto recinto de la granja gritaban que había personas en el suelo y con sangre. Sacaron al menos a cuatro personas en volandas e inertes. Además del atacante, un asistente murió y otros dos están gravemente heridos. Esas cuatro personas corrientes se convertían en las víctimas reales de balas perdidas que no apuntaron a ellos en origen, pero que los convirtieron en daños colaterales de la escalada de violencia que vive la política de su país.