Tragedias en Southport

Cómo la desinformación racista de la extrema derecha ha incendiado las calles del Reino Unido

Manifestación antinmigración en Manchester tras el asesinato de tres niñas en Southport, Reino Unido.

Manifestación antinmigración en Manchester tras el asesinato de tres niñas en Southport, Reino Unido. / EFE

El pasado 29 de julio, Bebe, Elsie y Alice, niñas de seis, siete y nueve años de edad, asistieron a una clase de baile en Southport, una pequeña localidad costera al norte de Liverpool. Lo que debía ser una alegre jornada veraniega coreografiando la música de Taylor Swift se convirtió abruptamente en una tragedia nacional. Las tres fueron asesinadas a cuchillazos en un ataque que hirió de gravedad a otras ocho personas, seis menores y dos adultos.

Una semana después de los hechos, el Reino Unido se enfrenta a los peores disturbios en más de una década. Agitadores de extrema derecha han marchado por ciudades como Manchester, Leeds, Nottingham o Middlesbrough, saqueando comercios, agrediendo a ciudadanos no blancos e incluso intentando quemar edificios en los que se alojan refugiados. Casi 400 personas han sido detenidas. Aunque la movilización antifascista ha sido mucho mayor, la ola de violencia ha desatado un clima de tensión que fractura la convivencia social.

Todo ese tumulto nace de un bulo. El presunto autor de la masacre es Axel Rudakubana, un jóven británico de 17 años nacido en Cardiff. Sin embargo, para los radicales que han tomado las calles su identidad real no importa. Todo es culpa de la inmigración islámica. Así es cómo una mentira repetida miles de veces está logrando incendiar el país.

Anatomía del bulo

La operación empieza en Twitter, la red social ahora conocida como X. Poco después de conocerse el ataque, la cuenta @europeinvasionn, de contenido abiertamente racista, asegura a sus más de 360.000 seguidores que el sospechoso es un "inmigrante musulmán", según un análisis de Sky News. En unas horas el bulo se viraliza gracias a usuarios tan influyentes como el misógino Andrew Tate, acusado de violación y de liderar una organización criminal para explotar sexualmente a mujeres. Miles de usuarios de esta y otras plataformas como Facebook o Instagram lo replican mencionando términos relacionados con el islam, difunden nombres falsos típicamente árabes y se inventan que el autor del ataque llegó al Reino Unido ilegalmente en patera el año pasado y que era vigilado por el MI6. El bulo incluso toma apariencia de noticia legítima cuando lo publica Channel 3 Now, un misterioso portal de fake news vinculado a Rusia, según The Telegraph. Curiosamente, el canal propagandístico de Moscú, RT, también lo amplifica.

Esta feroz atmósfera de hostilidad antinmigración —atizada desde hace años por políticos y medios de comunicación en Gran Bretaña— se agita en Internet mientras la policía guarda silencio, como es habitual cuando entre los implicados hay un menor de edad. Sin embargo, la desinformación florece en estos vacíos. El martes, un día después del ataque, el odio se derrama sobre las calles. Decenas de ultras ingleses se infiltran en la vigilia convocada en Southport y terminan lanzando todo tipo de objetos contra los agentes. La policía local señala como organizador al activista neofascista Tommy Robinson, fundador de la extinta organización islamófoba English Defence League. Esa noche, el diputado Nigel Farage, líder del partido ultraconservador Reform UK, alenta la teoría de la conspiración en un mensaje en el que se pregunta si el Gobierno laborista "nos está ocultando la verdad".

"La extrema derecha explota los prejuicios racistas de parte de gente que consume su contenido en las redes y apelan a su ira y al resentimiento para movilizarlos", explica el periodista Miquel Ramos, experto en grupos reaccionarios. "Después, aprovechan el alud de tensión que se dispara en estos pogromos y lo usan como terreno fértil para viralizar su propaganda y captar más adeptos.

Mentira global

Los episodios de violencia en las calles llevan a las autoridades a revelar que el presunto autor de los asesinatos es de Cardiff, pero la verdad no frena las crecientes agresiones e intimidaciones contra las minorías étnicas del país. Finalmente, el juez que investiga el caso decide el jueves revelar su identidad para evitar que "otras personas con malas intenciones sigan difundiendo desinformación". No lo logra. Rudakubana es británico e hijo de una familia católica, lo que descarta la hipótesis del terrorismo islámico, como confirma la policía. Sin embargo, es de ascendencia ruandesa y negro, suficiente para seguir avivando la llama del odio.

En pocas horas, el bulo adquiere una dimensión global. Un 49% del tráfico en X relacionado con la falsa acusación xenófoba proviene de Estados Unidos, según datos de Channel 4. Desde su atalaya, el milmillonario Elon Musk, propietario de Twitter, amplifica los bulos lanzados por Robinson y otros influencers de la extrema derecha, señalando que "la guerra civil es inevitable". Desde un hotel en Chipre, Robinson comparte todo tipo de falsedades racistas, incluso el comunicado en el que el Ministerio de Exteriores de Vladímir Putin apoya a los manifestantes ultra.

Explotación de la tragedia

Ya no se habla de las niñas asesinadas. En las calles, los disturbios llevan un mensaje de rechazo a la inmigración con el que culpan al primer ministro Keir Starmer, en el cargo desde hace solo un mes. En las redes, se le acusa de tachar a los votantes conservadores no violentos de "matones de extrema derecha", algo que Starmer no ha dicho. "Diría que se trata de una campaña diseñada para crear un falso escándalo (...) y para ayudar a Reform UK a desviar la atención de la naturaleza derechista de la violencia actual, intentando reenmarcarla como un fracaso laborista", ha advertido el académico Marc Owen Jones, experto en desinformación y propaganda digital.

El frenesí online desatado esta semana en el Reino Unido va más allá de impulsar una agenda política racista. Con Musk al frente, X ha empezado a pagar a sus usuarios más virales, muchos de ellos agitadores de extrema derecha readmitidos en la plataforma por el hombre más rico del mundo. Ese mecanismo recompensa las publicaciones más sensacionalistas y controvertidas, pues generarán más visitas. Eso explica que cada vez más tragedias se explotan para acumular likes y seguidores que puedan traducirse en ingresos. La del asesinato de tres niñas en Southport es solo el último ejemplo.

"Siempre hemos tenido radicalización, pero en el pasado los líderes hacían de puente y unían a la gente", ha explicado la periodista Maria Ressa, Premio Nobel de la Paz en 2021, a The Guardian. "Eso es imposible de hacer ahora, porque lo que antes radicalizaba a extremistas y terroristas ahora radicaliza al público general. Porque el ecosistema de la información está diseñado así".

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