Derechos humanos

Presos amontonados, motines y suicidios: así se ha agravado la vida en las cárceles de Italia

La población penitenciaria crece en 4.000 detenidos en tan solo un año, alcanzando tasas de hacinamiento de más del 200% en algunas cárceles

Fachada de la prisión de Regina Coeli, en Italia.

Fachada de la prisión de Regina Coeli, en Italia. / WIKIMEDIA COMMONS

Irene Savio

Las cárceles italianas han llegado a un punto en el que cualquier rodeo les puede conducir directamente a la tragedia. Esta es la dramática radiografía que ha revelado esta semana la asociación Antigone, que lleva décadas documentando la situación carcelaria transalpina. La principal razón: el hacinamiento récord que, según los últimos datos, ya supera el 200% en ciudades como Milán y Brescia (norte) y se sitúa en una media del 130% a nivel nacional para los adultos, aunque ahora también afecta a los centros para menores, cuya población ha crecido significativamente en el último año. Lo que se debe a 4.000 personas más que en tan solo 12 meses (unas 330 al mes) han acabado en la cárcel.

"Para comprender la gravedad de la situación es suficiente con pensar a una escuela o a un hospital en el que hay el doble de los estudiantes o pacientes que se pueden atender", ha señalado la organización. "La masificación carcelaria no es un calamidad natural, sino el fruto de las políticas del Gobierno", ha explicado Patrizio Gonella, presidente de Antigone, al apuntar el dedo directamente al Ejecutivo de Giorgia Meloni.

Estas políticas son parte de una "ola de represión" que está golpeando sobre todo "a personas que, por su condición social y económica, están en mayor riesgo" de exclusión, ha añadido, en referencia en particular a drogadictos y personas pertenecientes a minorías étnico-lingüísticas. 

Los datos hablan por sí mismos. Tan solo en los primeros meses de 2024, han aumentado los actos de autolesión (184 más), las peleas (+ 174), los motines (+ 348), los suicidios (+ 17) y los intentos de suicidio (+ 73), así como las agresiones a los agentes penitenciarios. Estos, además, se enfrentan al problema de siempre: ser menos de los que deberían ser. En concreto, de acuerdo con información del Ministerio de Justicia actualizados a este año, hay un 16% menos de agentes que lo reglamentario, lo que ha implica una ratio de 1,96 presos por cada oficial penitenciario a nivel nacional, con picos de hasta 3,7 en la prisión de Pescara y de 3,5 en la cárcel Regina Coeli de Roma.

Sin luz, agua y con moho

Esta última cárcel es un caso emblemático por la situación infernal que se vive especialmente en los meses más cálidos en los centros más problemáticos. La prisión, ubicada en el centro de la capital de Italia, alberga casi el doble de la población carcelaria que debería tener (1.129 detenidos, en lugar de 628), en pequeñas celdas en las que se carece de intimidadfalta la luz e incluso, en algunas secciones, el agua. "En estos espacios los detenidos transcurren alrededor de 23 horas al día", ha señalado la asociación Antigone. 

Lo que tal vez también explique tanto los recurrentes motines como el gran número de suicidios de Regina Coeli: al menos 12 personas que se han quitado la vida desde 2020, el número más alto en Italia. Uno de los últimos casos ha sido el de un paquistaní de 31 años que se suicidó en su celda. "Vivir en una cárcel masificada significa que el personal del área jurídico-pedagógica tiene a su cargo demasiadas personas y no puede llevar a cabo un trabajo efectivo. También significa que la policía penitenciaria […] está sometida a horarios extenuantes para cubrir los turnos de servicios", ha denunciado la responsable de los derechos de los detenidos, Valentina Calderoni. 

Suicidios

En lo que va del año, al menos 58 presos se suicidaron en todo el país —diez solo en julio—, de los cuales el 45% eran extranjeros, 28 se mataron en los primeros seis meses de su condena y una decena tenía problemas psicológicos. "Mi hijo me ha contado que están encerrados las 24 horas, con 50 grados y sin ventiladores, e incluso si se sienten mal, nadie les abre", ha contado la madre de un detenido. "Somos tres detenidas en la celda. El bidé se usa tanto para lavarnos como para limpiar los utensilios de cocina. […] de ahí salen ratas. Los colchones están llenos de moho. Nunca tenemos acceso a la biblioteca. No hay cursos a los que asistir", contó una detenida.  

Tanto es así que el fenómeno de los suicidios también afecta a los policías, al menos cuatro de los cuales han fallecido de esta manera en lo que va del año en todo el país, siendo esta la tasa más alta entre los cuerpos de policías italianos. En esta línea, uno de los aspectos en los que hacen énfasis los especialistas es cómo algunas medidas del Gobierno de Meloni han empeorado la situación, particularmente diversos decretos aprobados el año pasado que han endurecido las penas también para personas responsables de delitos menores y de actos de desobediencia civil. "Arrestarían también a Gandhi", ha considerado Antigone.

No es, sin embargo, la primera vez que Italia llama la atención por el dramático estado de sus cárceles. De hecho, el país ya ha sido condenado en el pasado por el Tribunal Europeo de DDHH de Estrasburgo. La diferencia es que ahora la situación es tan alarmante que se temen "tragedias", como ha señalado Gonnella, al señalar también algunas otras disposiciones, como el cierre de ventanas, que contribuyen a convertir las celdas en verdaderos "hornos" durante las olas de calor. El trato a los presos es "inhumano y degradante", ha concluido. 

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