Gobierno de ultraderecha

Milei abre un nuevo frente de controversia con el Papa a cuenta del aumento de la pobreza en Argentina

"Ningún gobierno puede exigir moralmente a su pueblo que sufra privaciones incompatibles con la dignidad humana", ha declarado el Pontífice después de que el presidente argentino rechazara intervenir para evitar que "la gente se muera de hambre"

El presidente argentino, Javier Milei, durante su visita al Papa en el Vaticano, el pasado febrero.

El presidente argentino, Javier Milei, durante su visita al Papa en el Vaticano, el pasado febrero. / EFE

Abel Gilbert

"Vengo de un futuro apocalíptico para evitarlo. Algo así como la historia de Terminator. De hecho, Arnold Schwarzenegger es libertario". Javier Milei acaba de encontrar una inspiración cinematográfica en su tarea. Se ve como un topo, "infiltrado en las filas enemigas", que son las del propio Estado. Su reforma, dijo al canal The Free Press, solo puede hacerla alguien que desprecie las políticas públicas y "odie al Estado como yo" al punto de soportar "calumnias, injurias, mentiras, tanto sobre mi persona como sobre mis seres más queridos, que son mi hermana, mis perros y mis padres". Milei, quien se ha peleado públicamente con Gustavo PetroAndrés Manuel López Obrador y Pedro Sánchez desde que llegó al Gobierno argentino, tiene abierto un nuevo y previsible frente de controversia, esta vez con el papa Francisco.

Alguna vez llamó "maligno" al Pontífice por su prédica en favor de la justicia social, a la que considera "una aberración". El diputado de sus filas, Alberto Tiburcio Benegas Lynch, llegó a pedir la suspensión de las relaciones con el Vaticano. Milei volvió sobre sus pasos, elogió a Papa y permitió ser abrazado por sus manos nonagenarias.

Una foto los ha mostrado sonrientes. Pero esa concordia da señal de haber concluido. La política económica y social de la ultraderecha volvió a ensanchar las distancias. Jorge Bergoglio no lo ha llamado por su nombre, pero una reciente declaración suya fue entendida por el diario 'Clarín' como una "referencia elíptica" a Milei. "Ningún gobierno puede exigir moralmente a su pueblo que sufra privaciones incompatibles con la dignidad humana". El Pontífice fue anfitrión de una jornada sobre la Crisis de la Deuda en el Sur Global, un organismo a cargo del Nobel de Economía Joseph Stiglitz, y del cual participa el exministro de Economía argentino Martín Guzmán. En sus palabras pareció resonar una respuesta al presidente argentino, quien consideró en Estados Unidos que "la gente se va a morir de hambre y va a hacer algo para no morirse".

A la par, tuvieron lugar en Buenos Aires dos episodios que abonan la interpretación de un conflicto en ciernes. El juez Sebastián Casanello obligó a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, a distribuir los cinco millones de kilos de alimentos acopiados en depósitos y cuya existencia fue en principio negada. Casanello, se recordó, tiene línea directa con el Vaticano, igual que el dirigente social Juan Grabois, quien impulsó la denuncia judicial sobre esa negligencia ministerial que adquirió la coloratura de un escándalo. La Iglesia Católica local se sumó a la par a los reclamos frente a la impericia para atender el problema de la falta de insumos en los comedores populares que ofrecen almuerzo y a veces la cena a millones de personas. El Observatorio de la Deuda Social de la privada Universidad Católica Argentina (UCA) acaba de consignar que la pobreza azota al 55,5% de la población, 11,5 puntos más que en diciembre pasado, cuando comenzó la gestión libertaria.

La última cena en la Catedral

Pero el gesto más elocuente de un cambio de actitud de Francisco frente a la gravedad de la situación argentina vino de la mano de Jorge Ignacio García Cuerva, arzobispo de la ciudad de Buenos Aires desde mayo de 2023 y de una explícita cercanía espiritual con el Papa. "No hay mayor pobreza que la indiferencia", dijo al abrir en la noche del martes las puertas de la Catedral Metropolitana, ubicada a escasos metros de la sede del Ejecutivo, para brindar asistencia alimentaria a centenares de hombres y mujeres que viven en las calles de la capital. Según cifras oficiales, unas 4.000 personas se encuentran bajo esa situación de intemperie. Las organizaciones sociales sostienen que el número del desamparo es mayor y esa es la misma percepción de muchos vecinos en distintos barrios capitalinos.

Hasta la Catedral Metropolitana se ha convertido en un refugio improvisado con colchones y mantas que se retiran cuando alumbra el sol. En ese templo que mira hacia la Plaza de Mayo, y que los turistas recorren para contemplar su fachada principal, de estilo neoclásico e inspirada en el frontis del Palacio Borbón de París, su nave central, de 100 metros, con sus mosaicos diminutos, y el mismo museo dedicado a Francisco, se puso en escena el problema del hambre en Argentina. De acuerdo con el informe de la UCA, el 32,2% de los niños y adolescentes de este país no pueden acceder a alimentos suficientes y de calidad para cubrir sus requerimientos nutricionales; y el 13,9% carece de las calorías mínimas.

Fuertes señalamientos

A fines de marzo, el obispado argentino criticó el plan de choque de Milei y lamentó que "los responsables del Gobierno nacional solo se preocupen de que cierren las cuentas y no miren a los hermanos heridos por las medidas que se van tomando". El mensaje se permitió glosar al Papa. "Afirmamos que en las cuestiones del poder no basta con la legitimidad de origen". El ejercicio del poder "debe llevarnos a la construcción de sociedades más justas y más humanas".

Algunos analistas coinciden en señalar que Francisco se abstendrá de hablar directamente sobre Argentina por cuestiones diplomáticas y para no romper una regla silente de su papado respecto al país de origen. Sin embargo, la iglesia local ha modificado su tono y esa dureza no es ajena a las posiciones pontificias que se conocen por terceros. El pasado 25 de mayo, durante los fastos patrios, García Cuerva había oficiado en la Catedral el tradicional Tedeum frente a las autoridades del Gobierno. El arzobispo pidió a los presentes hacerse cargo de las responsabilidades "sin echar culpas como adolescentes".

Dos semanas más tarde, el mismo espacio se convertía en "una mesa donde nadie queda afuera". La "olla popular" fue organizada por el arzobispado, los Hogares de Cristo, unas 60 parroquias y la oenegé Red Solidaria. "La calle no es un lugar para vivir", dijo su director, Juan Carr. Añadió el padre Gastón Colombres, uno de los promotores de la iniciativa: "creo que compartir una mesa todos juntos, con los olvidados y caídos del sistema en estos tiempos tan difíciles, era un mensaje que teníamos que dar como Iglesia". No será el último. Para el portal 'Letra P', desde Roma, Francisco ya "deja sus señales".