ANÁLISIS

Riesgos y oportunidades de Kamala Harris: talón de Aquiles en inmigración, dinamismo para la campaña

Es mujer y de minoría étnica, y los demócratas necesitan desesperadamente el voto del varón blanco obrero de Michigan, Wisconsin y Pensilvania

Las  Vegas, 2 de noviembre de 2018. La entonces candidata a senadora, Kamala Harris

Las Vegas, 2 de noviembre de 2018. La entonces candidata a senadora, Kamala Harris / John Locher

Mario Saavedra

Mario Saavedra

Hilary Clinton ganó a Donald Trump en 2016 por casi tres millones de votos. En ella confiaron cerca de 66 millones de votantes estadounidenses. En él, 63 millones. El republicano consiguió la Casa Blanca porque obtuvo 304 de los 538 electores del llamado Colegio Electoral. 35 por encima de la mayoría absoluta. Trump logró victorias clave en los Estados bisagra de Wisconsin (10 electores), Michigan (16) y Pensilvania (20), que juntos suman 46 electores. Y ganó estos estados por tan solo 80.000 votos de ventaja.

Salvo sorpresas, las elecciones del próximo 5 de noviembre reeditarán ese esquema. El resto del país está más o menos repartido: California será demócrata; Texas, republicano… El presidente será previsiblemente quien gane esos tres Estados. Para lograrlo, hay que convencer a un tipo esquivo de votante: el hombre trabajador blanco del llamado “cinturón del óxido” (rust bell). Clinton, mujer de la élite americana, no consiguió atraerlos a su causa. Joe Biden sí logró llevarse esos tres, además de otros bisagras como Nevada, Arizona y Georgia. 

Si finalmente la actual vicepresidenta Kamala Harris se convierte en la candidata tras la renuncia de Biden a un segundo mandato por sus aparentes problemas de salud, los estrategas demócratas tendrán un primer problema que solventar. Harris se parece más a Clinton que a Biden. Es mujer, de color (hija de jamaicano e india) y nacida en California. Pura élite de la costa este. En ocasiones, hasta algo woke (movimiento radical de defensa de las minorías raciales o sociales): se ha presentado en alguna charla dando sus pronombres (she, her) antes de comenzar a hablar; es una campaña de defensa de la identidad sexual. Ninguna de estas cosas suena demasiado bien en parte de ese electorado en disputa. Gustaba más Biden, hombre blanco católico nacido en Pensilvania y con espíritu de sindicalista (“pagadles más, empresarios”, ha sido una de sus frases más famosas como presidente). 

Mala gestión de la inmigración

Harris tiene otros retos que superar como candidata. El principal es su gestión de la cuestión migratoria en Estados Unidos. Joe Biden le entregó esa “patata caliente” como cartera principal para su vicepresidencia. Él había hecho campaña contra lo que consideraba un trato inmoral de Donald Trump contra los inmigrantes, a los que metía en celdas de alambre de espino, separando incluso a los padres de sus hijos. Dijo que Estados Unidos podría soportar más inmigración. Cuando llegó, derogó las políticas del republicano, pero la situación en la frontera se desmadró, provocando una crisis política importante. Biden terminó endureciendo sus políticas.

Trump va a hacer sangre con ese tema. En su discurso de aceptación de la Convención Republicana Nacional de la semana pasada quedó claro que la lucha contra la inmigración ilegal será de nuevo el epicentro de su campaña. La palabra más repetida fue “invasión” de inmigrantes. Y no es solo que el republicano proponga controlar más las fronteras. Es que culpa a los extranjeros de casi todos los problemas del país, desde la desindustrialización hasta la inflación y cualquier otro problema de seguridad. Es de esperar que en un eventual debate con Kamala Harris, Trump machaque con este tema , porque hay ganancia electoral. La Administración Biden-Harris ha tenido sus índices más bajos de aprobación precisamente en esa gestión migratoria, en la que ella se ha quemado.

Ventajas de Kamala Harris frente a Donald Trump

Casi todo lo demás van a ser ventajas para Harris. Para empezar, su juventud (59 años), que deja a Donald Trump como el anciano de la carrera hacia la Casa Blanca. Es ahora el candidato de más edad de la historia del país. Comenzaría si gana su segundo mandato a punto de cumplir los 79 y terminaría con 84. Es de esperar que los demócratas le devuelvan el ataque con este asunto. Pero, sobre todo, se espera de Harris que haga una campaña mucho más intensa que la de Biden, limitado en el número de actos diarios que puede realizar cada día. 

No hay que olvidar además que Donald Trump es el primer presidente de la historia de Estados Unidos condenado por delitos penales. Ha sido declarado culpable de 34 cargos de fraude en el caso de la prostituta Stormy Daniels. Y tiene otros juicios pendientes. El más grave, el penal por sus manejos para revertir el resultado de las elecciones presidenciales de 2020, en medio de una insurrección violenta que terminó en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 y cinco muertos. Kamala Harris se hizo un nombre político por su contundencia como fiscal. Así que, los dos debates presidenciales que quedan, si finalmente se celebran, mostrarán a una dura fiscal, inmaculada e incisiva, contra un delincuente con juicios pendientes. 

Aunque Trump ya ha dicho que vencer a Harris será aún más sencillo que derrotar a Biden, él sabe que no es cierto. De hecho, el giro de guion obliga a repensar toda la campaña republicana. Hasta ahora, estaba planificada casi como un paseo triunfal de un hombre fuerte y recio frente a otro débil y senil. Uno que fue capaz de ponerse en pie y jalear a los suyos segundos después del intento de asesinato del que se libró, a ojos de muchos de sus votantes, por la gracia de Dios. 

Fin de la campaña de los medios progresista

Harris podrá usar el “botín de guerra” del dinero recaudado por Biden. Y a su equipo de campaña, profesional y entrenado. Ella es la vicepresidenta y ya iba en el tándem presidencial antes de que Biden se retirara de la carrera. Este mismo lunes se ha sabido que ha recaudado más de 50 millones de dólares de los principales donantes republicanos en menos de 24 horas tras la carta de renuncia del presidente, según el diario The New York Times.

Otra de las ventajas que impulsarán a Harris es el final de la campaña de los medios progresistas contra Biden. El propio NYT, entre otros, han estado cargando contra el presidente para forzar su retirada con editoriales y filtraciones a diario. Harris tendrá ahora de su lado previsiblemente a los diarios y televisiones de centro izquierda del país. Ya se palpa la emoción en muchos de ellos. Rachel Madow, reputada comentarista de la cadena  MSNBC, se mostraba este domingo entusiasmada y absolutamente convencida de que Harris será la próxima presidenta de Estados Unidos. La primera presidenta de color de la historia del país. 

¿El factor Gaza?

El factor Gaza es otra variable que puede jugar a favor de Harris en función de cómo lo plantee la demócrata. Una parte importante de los votantes jóvenes progresistas han cargado Biden, al que llaman en ocasiones Genocide Joe (Joe el genocida) por su apoyo en forma de armamento a la ofensiva israelí contra Hamás en Gaza, que ha provocado cerca de 40.000 muertos, niños en su mayoría. En las primarias de Michigan, que Biden ganó con 600.000 votos, el movimiento de los “no comprometidos”, contrario a Biden por ese tema, logró 100.000 papeletas. 

Harris no está tan lastrada por este asunto, aunque lo previsible es que siga la política de su predecesor. Ella está casada con un judío y ha acudido a actos pro-israelíes. Pero en ocasiones ha ejercido de “poli mala” con muchas declaraciones contra los excesos del Ejército israelí en Gaza. “Lo que vemos en Gaza cada día es devastador: informaciones de familias enteras comiendo alimento de animales u hojas, mujeres que dan a luz a niños desnutridos o niños muriendo de desnutrición y deshidratación”, dijo en marzo. “No hay excusas para que Israel deje entrar más ayuda humanitaria”.

Harris se negó a descartar un posible embargo de armas a Israel por invadir el sur de la Franja. ¿Podrá llevar a las urnas a algunos de esas decenas de miles de “no comprometidos”?. Pueden ser claves. Quedan 106 días para las elecciones. Tres meses y medio para que Harris reinicie la campaña demócrata.