Guerra en Gaza

El jefe de urgencias del único hospital operativo de Gaza: "Lo más duro es ver a niños morir"

Eliezer Rodríguez acaba de volver a su puesto de trabajo en Gaza tras pasar unos días en Valencia con su familia

Relata en exclusiva cómo es el día a día en el único hospital funcional del sur de la región

Eliezer en uno de los pasillos del Nasser Center con una niña en brazos y otro cooperante a su lado

Eliezer en uno de los pasillos del Nasser Center con una niña en brazos y otro cooperante a su lado / E. R.

Íñigo Roy

En apenas 48 horas ha cambiado la playa, los paseos con su familia por un pueblo del interior de la provincia de València (Requena) y alguna que otra cerveza en una terraza con sombra por un panorama desolador: heridos, suturas, gasas, sangre y el eco sordo de los bombardeos a más de 3.000 kilómetros de distancia. A sus 36 años, Eliezer Rodríguez ha viajado por medio mundo desde que se graduó en su Venezuela natal como médico y se especializó en emergencias y traumas mayores.

Tenía claro que quería ayudar cuando se matriculó en medicina y lo ha hecho. Tras trabajar en varios proyectos humanitarios y de cooperación en el campo de refugiados de Malakal (en Sudán), en Kenia, Etiopía, Tanzania, Senegal, Mauritania y Moldavia, para atender a los desplazados por la guerra de Ucrania, ahora es el jefe del servicio de emergencias del Nasser Medical Center, el único hospital funcional que todavía 'aguanta' en el sur de la franja de Gaza.

"Un día horrible, muchos muertos, muchos niños"... Regresa a casa, una ducha rápida con agua salada porque no hay mucha (ni siquiera salobre) y a dormir... hasta el siguiente día.

Tras aterrizar en Jordania y cruzar el paso fronterizo (el único operativo para cooperantes y suministros sanitarios), lleva días en su particular puesto de trabajo. Se levanta a las 5:00 de la mañana y trabaja de sol a sol durante días en los que desearía que el tiempo diera marcha atrás. "Un día horrible, muchos muertos, muchos niños"... Regresa a casa, una ducha rápida con agua salada porque no hay mucha (ni siquiera salobre) y a dormir... hasta el siguiente día. "Tanto el hospital como nuestras casas están en zonas 'deconflicted' pero todo es virtual, hasta la seguridad... pero hemos venido a ayudar y cuando hay una emergencia da igual las explosiones, tenemos que darlo todo para salvarlos y ayudar". La seguridad es tan irreal que el pasado 21 de agosto (apenas unos días después de hablar con Eliezer para elaborar este reportaje), él y su equipo al completo tuvieron que ser evacuados al detectar explosiones cerca de la vivienda en la que se alojaban. El pasado miércoles por la noche, un bombardeo dañó el inmueble y desde entonces los sanitarios residen en el hospital de campaña de Al-Mawasi. "Bombardearon nuestra casa anoche, es horrible pero estamos bien", explica el joven a través de un mensaje de texto.

"Tanto el hospital como nuestas casas están en zonas 'deconflicted' pero todo es virtual, hasta la seguridad... pero hemos venido a ayudar y cuando hay una emergencia da igual las explosiones, tenemos que darlo todo para salvarlos y ayudar"

Pese a la presión de la situación, Eliezer ha salvado cientos de vidas desde que llegó a la región en febrero, en su mayoría niños. Forma parte de un equipo de cooperantes de una ONG (UK-MED) y para él y el resto de equipo médico y voluntarios lo único que vale la pena es "trabajar para los más desfavorecidos", para quienes día tras día entran por la puerta del servicio de urgencias (que Eliezer dirige desde mayor) desorientados, con la única esperanza de encontrar a alguien que los ayude, les cosa las heridas, les salve la vida o, como reconoce el sanitario, les consuelen por la pérdida de quienes han fallecido ante sus ojos en apenas unos minutos.

Eliezer Rodríguez, frente a la entrada del servicio de Urgencias del Nasser Medical Complex

Eliezer Rodríguez, frente a la entrada del servicio de Urgencias del Nasser Medical Complex / Eliezer Rodríguez

Mientras responde a las preguntas para este reportaje y con las columnas de humo visibles tras de él por una ventana, Eliezer admite que, aunque lleva años trabajando en contextos similares, en Gaza ha vivido momentos muy duros: "Creo que lo más duro es siempre ver a niños morir, no esperas que eso suceda. En muchos casos, porque no solo mueren por ser víctimas directas de la guerra sino por situaciones que en tu país se podrían evitar o que no morirían de eso porque tendríamos recursos para salvarles".

Ahora mismo el Nasser es prácticamente el único punto de atención de la zona y, por tanto, el epicentro al que acuden decenas de personas cada vez que el cielo y la tierra tiemblan. "No es fácil trabajar ni en las condiciones ni con la incertidumbre de saber a qué te vas a enfrentar día a día", sin embargo, Eliezer insiste en que jamás se arrepentiría de vivir esta experiencia vital: "Si todos nos negáramos o nos arrepentimos de lo que queremos hacer, y por ser preciso, de venir aquí, entonces nadie vendría y, entonces... ¿Quién ayudaría a todas las personas que necesitan un par de manos y una persona con experiencia?".

"Creo que lo más duro es siempre ver a niños morir, no esperas que eso suceda. En muchos casos, porque no solo mueren por ser víctimas directas de la guerra sino por situaciones que en tu país se podrían evitar o que no morirían de eso porque tendríamos recursos para salvarles"

Bloqueo de suministros médicos

"Aquí trabajamos para brindar atención a los heridos y consuelo a los que sufren. Los desafíos son inmensos. La falta de instalaciones sanitarias y los bloqueos de suministros médicos vitales limitan gravemente nuestra capacidad para tratar a quienes lo necesitan. Sin embargo, en medio del caos, hay coraje en los ojos de mis compañeros y de quienes nos ayudan", éste es uno de los mensajes que Eliezer deja en sus redes sociales para recoger a modo de diario de guerra su paso por Gaza. "En ocasiones, cuando vivo una historia que me toca de cerca suelo contarla... así recojo mis experiencias y siento que ayudo a que otros vean los que hacemos y qué está pasando", explica el venezolano.

Rodríguez dirige el servicio de urgencias desde mayo y es especialista en emergencias y grandes traumas

Rodríguez dirige el servicio de urgencias desde mayo y es especialista en emergencias y grandes traumas / Eliezer Rodríguez

"Aquí trabajamos para brindar atención a los heridos y consuelo a los que sufren. Los desafíos son inmensos. La falta de instalaciones sanitarias y los bloqueos de suministros médicos vitales limitan gravemente nuestra capacidad para tratar a quienes lo necesitan"

Profesores entre bombas para el personal local

Durante su estancia en Gaza y, en general en todos los proyectos en los que ha participado, Eliezer considera que el trabajo de las ONG va más allá de la ayuda propiamente dicha y habla del "impacto social" que tienen todo los equipos que prestan su ayuda, en este caso en la franja: "Puedes notar el impacto que causas en un corto plazo, no solo en los pacientes, sino también en el personal local con el que trabajamos y compartimos conocimientos. Muchos son médicos recién graduados sin experiencia previa con los que también les comparto mis conocimientos y habilidades de la práctica médica".

Los cooperantes aprovechan el poco tiempo libre que tienen para intentar alejar a los niños de la realidad de la guerra

Los cooperantes aprovechan el poco tiempo libre que tienen para intentar alejar a los niños de la realidad de la guerra / E. R.

Un futuro alejado de la guerra

La situación en Gaza depende de muchos factores y todavía hace falta mucha ayuda. Cuando el proyecto acabe y su ONG busque otro destino, Eliezer no duda que seguirá adelante con la cooperación: "En el momento que decida dejar de ser humanitario, dejaría de ser médico y me dedicaría a algo muy diferente. Para mí, ser profesional humanitario es mi carrera y al dejarla dejaría de ser médico". Si alguna vez sucede, lo tiene claro: su futuro estará en Requena, con su familia, pero esta vez entre las barras y la mesa de una pequeña cafetería, muy lejos de lo que ahora es su día a día.

Hasta ese momento, toca dormir. Un baño rápido y a esperar que el despertador suene a las 5:00.