La invasión rusa

Defensiva u ofensiva: la encrucijada de la ayuda militar española a Ucrania

La ministra de Defensa, Margarita Robles, asiste a una sesión de adiestramiento de soldados ucranianos en el campo de maniobras de El Retín (Cádiz)

La ministra de Defensa, Margarita Robles, asiste a una sesión de adiestramiento de soldados ucranianos en el campo de maniobras de El Retín (Cádiz) / INFANTERÍA DE MARINA

Juan José Fernández

El ucraniano O.N. lleva suficiente tiempo residiendo en España como para reconocer los rasgos políticos del paisaje. Curtido en el envío de ayuda a su país, y en el trato con políticos y militares, cree apostar sobre seguro cuando calcula: “Si en algún momento España envía soldados a mi país, donde estarán más cómodos es operando una batería Patriot para defender una ciudad de la retaguardia occidental”.

Y al citar esta posibilidad conoce bien su contenido provocador. Si hay un gobierno OTAN poco partidario de desplegar botas de la alianza en el frente de Ucrania ese es el de España, un ejecutivo de coalición que saltaría por los aires solo con que se considerara oficialmente la posibilidad. Es el gobierno cuya ministra de Defensa repite, enfatiza, recalca, subraya el adjetivo “defensiva” cada vez que ha de calificar la ayuda militar que España envía al frente.

Se da la paradoja de que el miembro de la Alianza Atlántica más proactivo en aporte de mano de obra a sus misiones, el que más tropa despliega a las órdenes de Jens Stoltenberg, es también uno de los que con menos entusiasmo oyen en Europa al presidente francés Emmanuel Macron aventurar una intervención pie a tierra de la OTAN en suelo ucraniano.

Y esta actitud cautelosa de España viene determinada no tanto por la distancia que la separa de la línea de fuego, allí donde mejor se le ven las orejas al oso, como por dos variables: una es la jibarización a la que han sido sometidos Defensa y su arsenal durante tres lustros de recortes, desde el estallido de la crisis de la burbuja hasta ahora; la otra es la composición de un electorado cuyo belicismo es perfectamente descriptible.

Adiestramiento de soldados ucranianos en el campo de maniobras del Retín (Cádiz)

Adiestramiento de soldados ucranianos en el campo de maniobras del Retín (Cádiz) / INFANTERÍA DE MARINA

La lista

Sobre esa amplia veta de opinión nada proclive a la guerra llueven últimamente en España los mensajes de desistimiento de inspiración rusa, o de agitadores afines a los postulados del Kremlin, en charlas de Youtube, en mítines de las europeas y en posts de las redes sociales. Y giran en torno a dos narrativas que vienen a decir: “Estamos declarando la guerra a Rusia, que no nos ha hecho nada, solo por seguir los dictados de Estados Unidos”, la de izquierdas. “Para qué enviar armas a Ucrania, si el verdadero peligro es Marruecos y la inmigración africana”, la fabricada para consumo de la derecha.

De fondo, una aportación por parte de España que no es muy destacable en el caudal de ayuda militar del Grupo de Contacto de Ramstein, con el que periódicamente se sienta la ministra Margarita Robles. Según los cálculos del Kiel Institute, 550 millones de euros en material de defensa, lo que sitúa a España en el puesto 17 en relación a su PIB de una lista de 41 donantes.

No es posible exponer la lista completa de armas donadas, pues el Gobierno ha decidido no publicar esa información. Con cuentagotas han ido trascendiendo elementos como para contar: diez carros de combate Leopard 2E (y pendientes del envío de otros 19), una tanda de seis misiles para batería Patriot (y pendientes de otra), cinco misiles Harpoon, cinco misiles AGM-84 antibuque, una batería de misiles Aspide, seis de misiles Hawk, un número no determinado de misiles Mistral, 400 toneladas de munición variada -de las cuales, 200 viajaron en el buque Ysabel en abril de 2023-, 2.000 toneladas de gasoil, 75 palés con 1.000 disparos de artillería de largo alcance, 690.000 cartuchos para fusil, 1.700 lanzagranadas antitanque C90 de la firma española Instalaza, 110 blindados M113 TOA de transporte de tropas, varias ambulancias, un vehículo RG 31 Nyala, 200 camiones, 15.000 uniformes de intemperie, 15.600 chaquetones de faena, 30.000 uniformes de campaña para frío, media docena de patrulleras y cantidades no especificadas de dronesmorteros, munición de morteros, munición de artillería de 155 y 150 milímetros, fusiles de asalto, radios, material de desminadochalecos antifragmento, cascoshospitales de campaña y material sanitario.

Todo, más el adiestramiento de 3.200 soldados ucranianos en combate en tierra, manejo de Leopards y manejo de lanzacohetes, entre ellos el sistema Nasams.

Retaguardia

Lo más ofensivo que España ha entregado hasta ahora son los Leopard, la munición de largo alcance y los obuses. Los paquetes de misiles están orientados en su mayoría a la defensa antiaérea. Ir más allá, atacar suelo ruso, es "algo que la legítima defensa permitiría, pero eso es una decisión política", comenta un coronel del Ejército de Tierra.

Con estos ragos se aproxima España a la cumbre de paz convocada por Ucrania en Bürgenstock (Suiza) los próximos 15 y 16 de junio, y la cumbre de la OTAN en Washington el 9, 10 y 11 de julio. El Gobierno podría buscar en esas citas afianzar su perfil de colaborador de retaguardia: especializarse en las misiones de entrenamiento de tropas, armas para protegerse de los bombardeos, desminado y hospitales de campaña. "Tampoco podemos dar más", senencia el coronel arrojando realismo sobre anuncios y tratados.

Un alto oficial de la Armada, muy en contacto con el tráfico de decisiones en la Alianza Atlántica, lo resume así: en general “se prefiere, como en otros escenarios complicados, por ejemplo Mali, centrar esfuerzos en el training de las tropas y no en proporcionar medios de combate, que en muchos casos no abundan en nuestras Fuerzas Armadas”. Por otro lado, las donaciones de armas españolas "no son un verdadero problema para Rusia".

Guerra mundial

Es este un momento complicado en España para plantear otra estrategia, y más si en el frente está subiendo la temperatura. Ahora "los ucranianos buscan sobre todo utilizar los Himars, los ATACMS y los Storm Shadow", sistemas de cohetes y misiles de largo alcance "que pueden hacer mucho más daño que sus drones en la retaguardia rusa", explica un mando de alto rango del Ejército, directo lector y gestor de informes de inteligencia sobre la marcha de la guerra.

En este entorno, argumenta, Defensa se mueve entre dos condicionamientos. Por un lado, "busca proporcionar ayuda que podamos dar, porque no vamos muy sobrados de algunas capacidades". Por otro, ha de ser "ayuda que no comprometa demasiado. El adiestramiento y el tratamiento de heridos son ideales para eso".

Pero no basta, y lo admite: "Tenemos que dar también material y munición para no desentonar con los aliados, pero se intentará evitar entregar algo realmente impactante. Los Leopard ya están siendo un esfuerzo considerable..."

Cuando habla con El Periódico de Cataluña, de Prensa Ibérica, ha estado el ucraniano O.N. resolviendo unas gestiones cerca de la Puerta del Sol y, al finalizar, camina hacia la boca del Metro entre turistas que disfrutan de una de las últimas tardes de temperatura soportable en Madrid. En las terrazas, a clientes y camareros se les ve perfectamente ajenos al estampido de los cañonazos en las cercanías de Jarkov. En la campaña electoral, candidatos españoles muy a la izquierda y de la ultraderecha han advertido de que apoyar a Ucrania nos aproxima a la tercera guerra mundial. "En los países del norte se sabe que esa guerra, en realidad, ya ha comenzado -comenta O.N.-. Aquí, en el sur, solo les falta asumirlo".

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