El auge de la extrema derecha

La confrontación toma las calles del este de Alemania ante una posible victoria ultra

El partido Alternativa para Alemania podría ganar con el 30% de los votos en los comicios del próximo domingo en Turingia

El líder de AfD en Turíngia, Björn Höcke.

El líder de AfD en Turíngia, Björn Höcke. / GEMMA CASADEVALL

Gemma Casadevall

Gemma Casadevall

Cada vez que se sube a un escenario Björn Höcke, el líder más radical de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), tiene ante sí a dos auditorios: sus seguidores, un electorado transversal que va de ciudadanos corrientes a neonazis, y el bloque de los abucheadores, al otro lado de la misma plaza donde la AfD celebra el mitin. A ambos sectores dirige Höcke su primer mensaje: "Nosotros defendemos la auténtica democracia; los que me silban son sus destructores", afirma. Añade, mientras arrecia el chaparrón de abucheos: "Si llegamos al poder no les prohibiremos. Pero recortaremos los subsidios a la izquierda 'antifa'", sostiene, mientras el cordón policial intermedio establecido para separar ambos grupos, vigila que no se cuele nadie 'armado' con un silbato junto al mitin de la AfD.

La escena se repite en Apolda, una ciudad del 'Land' de Turingia, a 40 kilómetros de su capital, Erfurt, o en Heiligenstadt, su siguiente estación en esta semana. En la de Jena, Höcke tuvo que refugiarse en su vehículo y marcharse sin dar su mitin. La muralla antidisturbios fue insuficiente para contener a los contramanifestanteses. Hubo cargas policiales y gritos de "Vosotros, policías, defendéis a los fascistas". El líder de la AfD optó por retirarse, de común acuerdo con el operativo policial.

"A Höcke se le da bien el victimismo", explica a EL PERIÓDICO Stefan Kuhirt, coordinador en Apolda del llamado 'Bunte Weimarer Land', traducible por 'El colorido país de Weimar', un proyecto comprometido contra el racismo, por la tolerancia y por los derechos del colectivo LGTBI. Viene convocando una "fiesta popular" en paralelo a cada mitin de la AfD.

Sondeos a favor

Höcke, candidato y líder de la AfD en Turingia, es el cabecilla del ala más radical de un partido al que, de por sí, rechazan las grandes familias de la ultraderecha europea por su radicalismo. Podría lograr para su partido su primera victoria en un 'Land' alemán en los comicios regionales, con 1,7 millones de electores, que se celebran el domingo 1 de septiembre. La AfD podría alcanzar el 30% de los votos, siete por encima de los conservadores de la CDU, según la televisión pública ZDF. Al tripartito del Gobierno de Olaf Scholz le espera un desastre: un 6% para los socialdemócratas, mientras que Verdes y Liberales quedarían fuera de la Cámara regional. Al actual jefe del Ejecutivo regional, el izquierdista Bodo Ramelow, se le pronostica un 14%, tres puntos menos que el BSW, la escisión surgida de su partido y liderada por Sahra Wagenknecht.

No hay garantía de gobernabilidad para nadie, a no ser que Wagenknecht se decante por apoyar a los ultras en lugar de hacerlo por las fuerzas democráticas. Las elecciones de Turingia, como las que se celebran también el domingo próximo en la vecina Sajonia, son la primera prueba para Wagenknecht. Comparte con la AfD consignas antiasilo y el rechazo al apoyo a Ucrania.

Las protestas del 'Bunte Weimarer Land' quieren ser una señal de coraje cívico frente a la AfD. El nombre de Weimar remite a la república de entreguerras que fulminó la llegada de Adolf Hitler al poder, en 1933. Se la identifica tanto como cuna de la gran cultura alemana, puesto que ahí vivieron los poetas Goethe y Schiller, como del movimiento vanguardista de Bauhaus. En esta semana previa a las regionales tiene lugar un festival de danza, teatro y seminarios progresistas, donde se alerta de lo que supondría un ascenso al poder ultra.

'Remigration'

"Cuando la AfD habla de eliminar subsidios a los 'antifá' se refiere al conjunto del progresismo democrático", afirma el coordinador de ese proyecto. Los museos de Weimar tal vez no se resientan, en una ciudad que contabiliza más de 750.000 pernoctaciones turísticas al año por su sello de 'ciudad cultural' alemana. Pero sí proyectos como la Kuntshaus o sala de exposiciones de Apolda.

"Hay que romper lo que nos rompe", sostiene Marko K., miembro de los 'antifa' que sí se enfrenta a botellazos, si conviene, contra la muralla de los antidisturbios. Su cartel no es un letrero multicolor como los del 'Buntes Weimar', sino en rojo y negro con las letras 'FCK-AFD' --por 'Fuck AfD' (jódete AfD')--. "Höcke puede dar en sus mítines ante 'gente corriente' una impresión más o menos moderada, pero cuando está en su salsa usa consignas hitlerianas", recuerda el 'antifa'. El líder de la AfD en Turingia fue recientemente condenado por proferir este tipo de consignas en actos públicos y comparte posiciones con el líder de los identitarios austriacos Martin Sellner, defensor de la 'remigration' o deportación no solo de millones de migrantes irregulares, sino también de ciudadanos de origen extranjero.

"No tenemos nada contra los extranjeros, pero deben cumplir nuestras reglas de convivencia", asegura Höcke, sobre el escenario de Apolda. En el centro de la ciudad quedan abiertos en fin de semana dos bares-restaurante-heladería, ambos con personal esencialmente turco. No, la población de Apolda no debe temer que les cierren el único local abierto donde tomar algo.

Paradoja LGTBI

"Defendemos la familia formada por un hombre y una mujer. Mis hijos, dos adolescentes, grandes muchachos, saben a qué sexo pertenecen", dice a continuación el líder, entre aplausos entusiastas de los suyos. "No rechazamos la homosexualidad, pero defendemos la familia tradicional y la necesidad de aportar más hijos propios al país", aclara a EL PERIÓDICO Peter Gerhard, líder en ese distrito de la AfD, a la pregunta de si eso no entra en contracción con la figura de la líder del partido, Alice Weidel, lesbiana y casada con una mujer de origen asiático.

Mientras el Höcke bronceado, en impecable camisa blanca y tejanos, se sube a su coche, en Leipzig cientos de neonazis terminan acorralados y mostrando desafiantes el brazo en alto, en la estación central de esa ciudad sajona. La tenaza antidisturbios actuó esta vez a tiempo para proteger un desfile del orgullo LGTBI. Una semana antes, se optó por suspender una marcha igual en Bautzen, otra ciudad del este, ante el peligro de asalto neonazi.