Cambio de política

China acaba con las adopciones internacionales

La medida, de aplicación inmediata, deja en el aire los procesos en curso

Niñas en una academia de tenis de Wuxi (China).

Niñas en una academia de tenis de Wuxi (China). / EFE

Adrián Foncillas

Adrián Foncillas

China ha acabado con las adopciones por extranjeros. Apenas eran un goteo desde la pandemia tras haberse contado por decenas de miles durante décadas. La decisión, apoyada en el cuadro socioeconómico actual, oficializa el fin del camino y subraya el mensaje: China ya no necesita que otros cuiden de sus niños.

El rumor corría por las agencias internacionales de adopción y la confirmación llegó en una sucinta respuesta de la portavoz del Ministerio de Exteriores. La única excepción son los parientes consanguíneos que quieran adoptar a un hijo o hijastro, detalló Mao Ning. “Estamos agradecidos por el deseo y el amor de Gobiernos y familias adoptantes de todos los países por los niños chinos”, acabó. La medida, de aplicación inmediata, deja en el aire los procesos en curso. China ya suspendió las adopciones con la pandemia y reanudó solo las aprobadas con anterioridad.

160.000 adopciones desde 1992

China concentró durante décadas el grueso de las adopciones globales. Desde 1992 ha enviado el exterior unos 160.000 niños, pero el caudal había empezado 15 años antes. El cuadro empujaba a ello: un país en vías de desarrollo con las severas restricciones a la natalidad de la política del hijo único. La mayoría eran niñas, “sobrantes” y despreciadas por la secular mentalidad confuciana. El resto eran niños con enfermedades o malformaciones que los padres no deseaban o no podían pagar sus tratamientos. En el mejor de los casos eran abandonados en la calle, comisarías o centros de acogida. En el peor, eran robados por las mafias que se enriquecían con la demanda nacional y global. Algunos orfanatos con apreturas económicas operaban como agencias de adopción oficiosas.

Esta China se parece muy poco a aquella. El Gobierno estimula ahora la natalidad, ha terminado aquella corrupción rampante que lo cubría todo, la pobreza extrema ha sido erradicada tras décadas de apertura económica y se han multiplicado las instituciones para los niños huérfanos o enfermos. Las exportaciones masivas de niños chirriaban con la imagen próspera y poderosa del país. Vietnam, India y Colombia concentran ahora las adopciones globales.

Debate social

Las adopciones han generado un largo debate social en China. Durante muchos años se entendieron como un fenómeno inevitable y se priorizaba el futuro que procuraba a los que carecían de él sobre el dolor de las familias biológicas. Con el esplendor económico fueron señaladas como un fósil de tiempos ya superados. El descenso de los expedientes de adopción en China ha sido tan pronunciado como el ascenso de su PIB. De los 44.000 en 2009, según las estadísticas oficiales, se pasó a apenas un tercio en 2018. Desde 2014 solo permitía China las adopciones con “pasaje verde”, es decir, las de niños con patologías graves.

España, que durante muchos años ocupó el segundo lugar en adopciones internacionales, también sintió el endurecimiento de las normativas de Pekín. Al 'boom' de las niñas chinas había contribuido 'Las habitaciones de la muerte'. Aquel reportaje, emitido en TVE en 1996, removió conciencias. La solidaridad explica que en 2005 llegaran 2.753 menores chinos. Pero en 2018 fueron apenas 86, superados ya por los vietnamitas. El pasado año se contaron cuatro.

Las adopciones internacionales en España siguen su derrumbe. A principios del milenio rozaban las 3.000, antes del covid habían caído a las 375 y el pasado año se registraron 153. Las mejoras médicas, que permiten embarazos exitosos hasta la cincuentena, son uno de los principales factores que explican la caída de la demanda. También influye la duración del proceso, unos cuatro años de media, y un coste que oscila entre los 15.000 y los 30.000 dólares.