Intercambio de prisioneros

De la cárcel extranjera a la política en Moscú, la vía de escape de los rusos condenados en EEUU

Al poco de llegar concedió una entrevista a medios estatales en la que criticó a Occidente y alabó a Vladímir Putin y el desarrollo de la ofensiva sobre Ucrania

El traficante de armas ruso Viktor Bout.

El traficante de armas ruso Viktor Bout. / Reuters

Àlex Bustos

De la cárcel estadounidense a la política rusa, así se podrían resumir los últimos años de la vida de Viktor Bout, apodado "el mercader de la muerte". Este traficante de armas llegó el pasado 8 de diciembre a Rusia

después de haber estado 14 años encarcelado en Estados Unidos

 en un intercambio con la jugadora de baloncesto Brittney Griner. La deportista fue condenada por posesión de drogas en Rusia. La justicia de EEUU declaró a Bout culpable de conspirar para asesinar a ciudadanos estadounidenses, ayudar a organizaciones terroristas y entregar misiles antiaéreos. Su historia inspiró películas como 'El señor de la guerra', que plasma vagamente su vida. A pesar de sus antecedentes, ha tenido una buena acogida en el país euroasiático y ya ha redirigido su vida hacia la política. Concretamente se ha unido a las filas del Partido Liberal-Democrático, de corte ultranacionalista. El pasado lunes recibió el carnet de dicho partido. Allí también milita Andrey Lugovoy, al que la policía británica acusa de estar tras el envenenamiento del exespía Alexander Litvinenko en territorio británico, aunque Rusia rechaza la extradición al tratarse de uno de sus ciudadanos.

El líder de la formación ultranacionalista, Leonid Slutsky, recibió a Bout con grandes honores. "Bienvenido al partido de los patriotas. Estoy seguro que Viktor Bout, de voluntad firme y una persona valiente, será una persona valiosa en nuestro partido. Bienvenido a nuestras filas", dijo durante un discurso en la sede del partido bajo una gran fotografía del recientemente fallecido Vladímir Zhirinovsky. Conocido como LDPR por sus siglas en ruso, este partido estuvo liderado durante casi toda su existencia por este político excéntrico y derechista. Fallecido en abril de este 2022, Zhirinovsky protagonizó todo tipo de exabruptos, como cuando en 2015 gritó en la Duma a los parlamentarios de Rusia Unida -partido del presidente ruso- que los odiaba. En otra ocasión pidió a Putin que se coronara a sí mismo como zar en la ceremonia de anexión de Crimea y llegó a ordenar a uno de sus colaboradores que violara a una periodista embarazada que le hizo una pregunta incómoda. En un viaje a Estados Unidos en 1994 llamó a la "preservación de la raza blanca".

Bout parece seguir este argumentario al pie de la letra. Al poco de llegar a la capital rusa concedió una entrevista al canal de televisión RT –Russia Today–, en la que aseguró que Occidente va "camino del suicidio" porque, según él, a los niños les enseñan en la escuela que hay "72 géneros". También alabó a Putin y a la "operación militar especial" en Ucrania, de la que dijo que se habría presentado como voluntario si tuviera "oportunidad y habilidades necesarias".

Déjà vu

No es la primera vez que un preso ruso pasa de una cárcel estadounidense a la política rusa. Maria Butina vivió una situación similar a la de Bout en 2019. Después ser condenada por "conspiración como agente extranjero no registrado" a favor de Rusia, fue sentenciada a 18 meses de prisión en territorio estadounidense. No llegó a cumplir toda la condena y fue extraditada a su país natal, donde fue recibida con honores -la portavoz del Ministerio de Exteriores María Zakharova encabezó el comité de bienvenida- en el aeropuerto de Sheremetievo, en Moscú.

En el país euroasiático se convirtió en una voz más afín al régimen. Se afilió a Rusia Unida, el partido oficialista del país, y en 2021 llegó a ser diputada de la Duma para la misma formación. Desde su puesto actual ha defendido la ofensiva militar en Ucrania luciendo la "Z", símbolo de esta. En una intervención en directo sugirió que Rusia no estaba bombardeando Ucrania, si no que Kiev estaba autoatacándose. También ha criticado a voces de la oposición como Alekséi Navalni, del que dijo que en la cárcel en la que se encuentra las condiciones son mejores "que las de hoteles de Altai".

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