Tensión en Venezuela

La amenaza de un "baño de sangre" de Maduro coloca a los militares en el centro de la escena electoral

El presidente de Venezuela y candidato a la reelección, Nicolás Maduro, durante un mitin en La Guaira.

El presidente de Venezuela y candidato a la reelección, Nicolás Maduro, durante un mitin en La Guaira. / FERNANDO VERGARA / AP

Abel Gilbert

Abel Gilbert

Las elecciones presidenciales de Venezuela constituyen, a cinco días de su celebración, un problema de proyecciones regionales. Cuando Nicolás Maduro advirtió que una derrota personal en las urnas provocaría un "baño de sangre", su colega brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, sintió algo más que perplejidad. "Me asusté con esa declaración", dijo. Lula viene siguiendo desde muy cerca los acontecimientos en el vecino país, al punto de haber hablado dos veces con Maduro. Los términos de esas conversaciones fueron revelados a la prensa extranjera. "Si quiere contribuir a resolver el problema de crecimiento de Venezuela y la vuelta de los que se fueron, tiene que respetar el proceso democrático", le dijo. Lula, quien antes de llegar a la presidencia fracasó en tres intentos consecutivos, subrayó: "El que pierde se lleva un baño de votos, no un baño de sangre". Y añadió: "Maduro tiene que aprender que cuando uno gana se queda, y cuando pierde se va y se prepara para otras elecciones".

La preocupación de Lula es de tal magnitud que, además de los dos observadores que enviará la Justicia electoral de Brasil, decidió que su exministro de Exteriores y actual asesor en asuntos internacionales, Celso Amorim, aterrice en Caracas. "Como no vamos a respetar los resultados si vamos a ganar", respondió el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, y denunció que la oposición se prepara para impugnar el domingo el veredicto de las urnas.

¿Qué pasará el domingo?

A estas alturas, la contienda ya plantea el riesgo de que en la noche del domingo estalle una crisis por la falta de reconocimiento de la victoria del rival. Los principales competidores se acusan mutuamente. La zozobra, por lo pronto, hace que muchos analistas dirijan su mirada hacia los cuarteles. Cuando el pasado 17 de julio maduro habló también de una "guerra civil" en un barrio popular de Caracas, no hizo más que recordar que el problema político incumbe también a las Fuerzas Armadas en su carácter de cogobierno de facto y una variable de control y gestión de distintas variables económicas, tanto públicas como revestidas de opacidad.

Para despejar dudas, el presidente recordó que las estructuras castrenses son "cada vez más profundamente chavistas" y no admitirán que la oposición llegue por medio del voto al Palacio Miraflores. "Yo pregunto, sencillamente para analizar escenarios, ¿qué pasaría en Venezuela si la oligarquía de los apellidos de Caracas llegara al poder político por un accidente? (…) ¿Qué pasaría con todo el poder social, cultural, político, espiritual, moral y militar que tiene la revolución?". Al hablar en el estado de Portuguesa, Maduro aventuró escenarios. "¿Podrían venir nuevos 27 de febrero? ¿Podrían venir nuevos 4 de febrero? ¿Podría venir un gran 13 de abril otra vez? ". El candidato del Partido Socialista Unificado (PSUV) hizo referencia al 'Caracazo', como se conoció el estallido social contra el presidente socialdemócrata, Carlos Andrés Pérez, y el posterior alzamiento de Hugo Chávez contra ese Gobierno.

El peso militar

La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) tiene unos 300.000 integrantes, según datos de 2023. Los analistas no solo se interrogan sobre el comportamiento de los uniformados ante las urnas, sino el de sus familias. El ministro de la Defensa, el general Vladimir Padrino López acaba de asegurar a la misión del Centro Carter que observará los comicios que los militares serán una garantía del desarrollo pacífico de la contienda. El propio Padrino López tampoco se privó en el marco de una conmoración institucional de recordar que los militares no son actores de reparto en estas horas de definiciones. "El próximo 28 de julio este Ejército esplendoroso, luminoso como está aquí, saldrá a las calles. En unas manos el fusil para resguardar el orden, proteger al pueblo en estas elecciones. Y en la otra nuestra fuerza, nuestro deber cívico, nuestro derecho político de ejercer el sufragio. Y allí, queridos hermanos, tendremos que despejar el dilema de volver al colonialismo, al entreguismo, al proimperialismo o estar del lado de la patria insurgente, valiente, corajuda, bolivariana, antiimperialista".

Padrino López era mayor cuando, en 2002, tuvo lugar el intento de golpe contra Chávez. Dirigía el comando del Batallón Bolívar, una unidad del Fuerte Tiuna, en Caracas, que rechazó unirse a la conjura contra el entonces presidente. Su fidelidad a Chávez le valió ascensos meteóricos. Desde hace 12 años es uno de los jefes del arma terrestre. Su alianza con Maduro se ha fortalecido al llegar a la cartera de Defensa. El presidente acaba de ascender a más de 100 generales, profundizado una estructura vertical que, dicen los especialistas, controla con Padrino López. El ministro no solo ha lanzado arengas a sus subordinados con reclamos de fidelidad electoral. La prensa dio a conocer una serie de radiogramas ministeriales para que los militares, de todos los rangos, bajen en sus teléfonos la aplicación del Sistema Bolivariano de Comunicaciones e Información (Siscom) donde deben dar cuenta de cuántos votantes de Maduro consiguieron. Otra aplicación los obliga a incluir los datos de sus redes sociales.

No solo Maduro y Padrino López deslizan hipótesis sobre lo que puede suceder en la noche del 28 de julio. El gobernador del estado Táchira, fronterizo con Colombia, el expolicía Freddy Bernal, alertó sobre el supuesto riesgo de que los promotores de la candidatura del opositor Edmundo González Urrutia denuncien fraude y generen situaciones de violencia. A diferencia del presidente y el ministro, reconoció a modo de hipótesis que la oposición podría ganar. Sin embargo, "no aguantaría ni un año" en el Palacio de Miraflores porque el PSUV tendría bajo su control 20 gobernaciones, 220 alcaldías, la Asamblea Nacional y, en especial, las Fuerzas Armadas. "Van a tener que renunciar y salir corriendo, pero es una pesadilla que nunca va a ocurrir en Venezuela".

Hipótesis descabelladas

En la noche del 5 de octubre de 1988, el dictador chileno Augusto Pinochet se negó a aceptar su derrota en el plebiscito con el cual buscaba perpetuarse. La Junta Militar se quebró. El general Fernando Matthei reconoció que Pinochet tramaba un "autogolpe" pero no encontró suficiente respaldo interno. "Fue entonces cuando el almirante (Toribio Merino) y (el general director de Carabineros, Rodolfo) Stange, le hicieron presente que, fuera cual fuese el resultado, debía respetarse la Constitución", reveló Mattehi en 2003. La posibilidad de que un escenario de esa naturaleza se replique en Caracas no es aceptada por el analista político más imaginativo. Tampoco parece servir la experiencia nicaragüense. En 1990, tras la derrota del sandinismo, Humberto Ortega se mantuvo al frente del Ejército durante varios años como resguardo de una fuerza política en retirada. Nadie ve a Padrino López en un lugar semejante.

En este contexto, y a pesar de la adversidad corporativa, González Urrutia hizo un llamamiento especial a los integrantes de las FANB. Los militares, recordó el candidato de la Plataforma de Unidad Democrática (PUD), deben ser "esencialmente" profesionales y, por lo tanto, "sin militancia" porque están "al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna".