El reto europeo de la migración

Alemania: 41.000 menores no acompañados y hasta seis meses en busca de un tutor

En el país germano rige un sistema de reparto por cuota de los migrantes entre los 16 estados federados

Menores juegan en el centro de refugiados de Giessen, en una imagen de archivo.

Menores juegan en el centro de refugiados de Giessen, en una imagen de archivo. / KAI PFAFFENBACH / REUTERS

Gemma Casadevall

Gemma Casadevall

En Alemania viven actualmente unos 2,1 millones de refugiados, sin contar los procedentes de Ucrania. Año a año se les suman unos 2.100 nuevos solicitantes de asilo, según cifras de 2023 del departamento federal de Estadística, Destatis. Para todos ellos rige un sistema de reparto por cuotas entre los 16 estados federados o 'Länder', que se fija de acuerdo a una ecuación computerizada entre criterios como el rendimiento económico regional y su demografía. De la fórmula surge que a Baviera, el 'Land' económicamente más próspero le corresponde acoger a un 15 % de los solicitantes, mientras que a Renania del Norte-Westfalia, el más poblado, se le asignará un 21 %.

Este mismo criterio se aplica a los menores no acompañados. Actualmente, su número estimado está en 41.800, según datos del departamento de Migración y Refugiados. También ahí se viene registrando desde 2020 un ascenso de unos 5.800 por año.

La acogida de los menores no acompañados, es decir, solicitantes de asilo de hasta 18 años, es mucho más compleja y hasta burocratizada que los de los mayores de edad. Los procedimientos de petición de asilo no pueden ser asumidos directamente por ellos. En el primer punto de registro en territorio alemán quedan bajo la custodia de las autoridades de Ayuda al Menor, cuyo principal cometido será asignar para cada uno una suerte de „tutor“, sea una persona física, familia de acogida o centro tutelado. Son en realidad pisos donde conviven hasta seis menores, con varios tutores, o albergues con unos quince residentes.

Esta primera fase es la más compleja. En Berlín, donde cada año se atienden unas 2.000 llegadas de muchachos no acompañados, se puede tardar hasta seis meses hasta localizar para cada uno un tutor o familia de acogida. En ese periodo deberán convivir en grandes centros o albergues, en condiciones precarias.

Tanto los poderes regionales como los municipios vienen reclamando más recursos desde la crisis migratoria de 2015, cuando Alemania recibió más de un millón de refugiados procedentes principalmente de Siria. En ese año llegaron al país unos 66.000 menores no acompañados, cifra que ha ido descendiendo en la medida en que han ido alcanzando la mayoría de edad.

A esta gran crisis migratoria, contenida en los años siguientes al cerrarse la llamada "ruta de los Balcanes“ o con el acuerdo migratorio alcanzado con Turquía, se le sumó en 2022 la derivada de la guerra en Ucrania. Ese año llegó otro millón y medio de refugiados a Alemania, aunque con menor proporción de menores no acompañados.

Controlar sus movimientos es complejo. El número de menores no acompañados "desaparecidos“ se sitúa actualmente en unos 4.300. No es un problema que afecte únicamente a Alemania. Se calcula que en toda Europa hay unos 51.400 menores de los que se ha perdido el rastro, según una investigación reciente del portal periodístico „Lost in Europe“, con datos recabados entre Bélgica, Países Bajos, Austria y Alemania. En el caso alemán, se trata principalmente de muchachos que abandonan a sus tutores o familia de acogida, descontentos con el trato, con problemas de adaptación, miedo a que se les deniegue el estatus de refugiado en cuanto se acercan a la mayoría de edad o para buscarse la vida por sí mismos.

Este es el grupo que más preocupa a las autoridades alemanas. No solo por desconocerse su paradero, sino también porque la incertidumbre en torno a su situación alimenta el relato anti asilo de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), segunda fuerza a escala nacional desde las pasadas elecciones europeas. Para la extrema derecha, los menores no acompañados entran de lleno bajo la sospecha generalizada de engrosar la delincuencia común o el radicalismo islámico. Cada ataque con cuchillo u otros delitos, incluida la violencia sexual, cuyos autores sean extranjeros o ciudadanos de origen no alemán, nutre su argumentario en contra de la „invasión descontrolada de migrantes“.

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