Guerra en Gaza

Ahmed Tobasi, director y actor de teatro palestino: "Pronto seremos una Palestina vacía de palestinos"

El artista palestino promueve el teatro entre jóvenes y niños en situación de zonas de conflicto como herramienta de paz

Ahmed Tobasi, director de teatro palestino.

Ahmed Tobasi, director de teatro palestino. / MAITE CRUZ

Irene Benedicto

Ahmed Tobasi nació y se crió en el campo de refugiados de Jenin, en Cisjordania. Vivió durante siete años en Noruega, donde se formó en teatro, pero decidió regresar. Tobasi es el director artístico de The Freedom Theatre (el Teatro de la Libertad), que tiene su base en el mismo campo de refugiados y ha sido blanco de Israel en repetidas ocasiones. Tobasi fue detenido el 13 de diciembre junto con Mustafa Sheta, director general de la organización, que sigue en prisión aunque no se han presentado cargos contra él. De nuevo, a finales de mayo, Tobasi desapareció durante más de 24 horas, retenido en paradero desconocido por el Ejército israelí. Recién liberado, se encuentra en Barcelona impartiendo talleres de la mano de la Associació Catalana per la Pau. Este 2024, The Freedom Theatre ha sido nominado al Premio Nobel de la Paz.

Este viaje estuvo a punto de no producirse debido a su detención hace unos días. ¿Qué pasó?

Fueron más de 40 horas de invasión. Drones, jeeps, camiones, equipos militares completos, excavadoras destruyendo todo, calles, casas. En octubre, y de nuevo hace unos días, me arrestaron junto a dos colegas, que siguen retenidos, y atacaron el teatro. Destruyeron todo. Desde el 7 de octubre vienen constantemente, como si el único objetivo fuera hacer que la vida de los palestinos sea miserable incluso cuando ya les han echado de sus hogares y están en campos de refugiados, para hacer que la gente pierda la cabeza, pierda hasta su alma. El shock que viví de niño y de adolescente continúa. Solo evoluciona la tecnología con la que lo arrasan todo. 

Vivió siete años en Noruega. ¿Por qué volvió a Palestina?

Regresé por responsabilidad. Cuando tienes una elección, no se trata de estar cómodo. Cuando me preguntan si regreso para morir allí, respondo que no quiero morir de viejo en Europa o tener una muerte absurda en un accidente de tráfico. Quiero morir en Palestina haciendo algo por los niños del campo de refugiados donde me crié. Es algo que en mi propia comunidad cuesta entender. Cuando se enteran de que tengo pasaporte noruego, no se pueden creer que te puedas ir y sigas ahí. Y yo digo, sí, es mi elección. Mi familia, mis amigos, el teatro me hacen querer quedarme. Y los niños me miran como pensando: '¿vamos a morir asesinados y tú nos dices que hagamos teatro?'. Sé que no es fácil para ellos, pero justamente por eso es importante hacerlo. 

¿Cómo ayuda el teatro en mitad de una guerra?

Yo soy un afortunado por ocasiones como esta que me permiten contar lo que pasa y expresar lo que siento. Pero el resto de gente ahí ni siquiera se da cuenta de que no es normal vivir en un estado de guerra permanente. No hablan, lo guardan todo para sí mismos. Sin embargo, los niños tienen la capacidad de imaginar algo diferente a la única realidad que conocen. Durante muchos años la propaganda ha deshumanizado al palestino. Somos terroristas o somos víctimas, somos un número. El teatro nos da la oportunidad de decidir quiénes somos. Una pistola puede matar pero no te da la libertad. En cambio, el teatro nos permite imaginar y luchar por ser quien queremos ser. 

¿Cómo se imagina usted el futuro de Palestina?

Israel no nos quiere allí, pero tampoco deja que nos vayamos. Yo ya no hablo de esperanza, es una tomadura de pelo. Sobre todo si, como durante tantos años, esperamos que la solución venga de Occidente, del mismo colonialismo blanco que vendió una tierra que no era suya para supuestamente compensar por un conflicto que ellos provocaron. Pronto seremos una Palestina vacía de palestinos. Y, como en Estados Unidos o Canadá, tendremos un 'Día Nacional de las Personas Nativas' mientras relegan a los pocos que queden a vivir en reservas. Lo mejor que podríamos hacer es pedir a Occidente que nos dejen tranquilos. Peor no nos puede ir sin ellos.

¿Cómo se siente al estar de vuelta a Europa en este contexto?

Estoy cansado y aburrido de tener que explicar que hablar de Hamás no es lo mismo que hablar del pueblo palestino. En Alemania no nos dejaban utilizar la palabra "Palestina" en público ni incluirla en notas de prensa, por temor a ser interpretados como antisemitas. En Francia nos cancelaron el tour "por seguridad" después de los ataques del 7 de octubre. Es una pescadilla que se muerde la cola para autojustificarse. Ahora ya nos dejan actuar, pero solo les mueve el sentimiento de culpabilidad. España ha reconocido a Palestina como estado y eso está muy bien pero no es suficiente. 

¿Qué le da fuerzas para seguir?

No tenemos elección. Hay que seguir adelante. No queremos venganza, solo vivir. Queremos tener un solo fin de semana en nuestra vida para disfrutar del tiempo en familia. Ya no tenemos planes, ya no tenemos sueños. Y lo que veo cuando miro a mi familia es la espera. Esperando qué, pues que les llegue la muerte, ahí sentados en su tienda. No ven alternativa. Pero solo estaremos derrotados si nos rendimos. Y para mí el teatro tiene esta capacidad única de abrir una ventana que permite imaginar que un mundo diferente es posible. Hay una cierta magia y yo decido creer en ella.