La resaca de una noche histórica

El 20 de abril del 2024 quedará grabado en la memoria porque el Girona selló su clasificación europea por primera vez

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Jordi Bofill

"Me acuerdo mucho de los jugadores que más tiempo llevan con nosotros, que han sufrido en Segunda. Estoy muy feliz por ellos. Antes estábamos con Juan Carlos en el gimnasio y hablábamos de la parada que hizo a Burgos y la parada en Eibar y también del gol de Borja en Eibar. Gracias a esto estamos aquí. Hay jugadores que merecen muchísimo y nuestro reconocimiento. Han sufrido por el Girona y han dado mucho por este club. Borja es especial para el Girona y para mí", comentaba Míchel, minutos después de el Girona, la noche del 20 de abril de 2024, rompiera los registros de sus casi 94 años de historia y se clasificara para jugar en Europa por primera vez des de su fundación. Porque el madrileño, con la misma delicadeza y sentido común que ha demostrado siempre para cuidar cada detalle, da valor a todos aquellos que se han dejado el alma por una entidad que este año ha entrado, de pleno, en una dimensión desconocida.

De la actual plantilla del Girona, Yan Couto, Aleix Garcia, Iván Martín, Portu, Stuani, Arnau, Juan Carlos, Valery, Juanpe y Borja Garcia han defendido la camiseta rojiblanca en Segunda División. Con más o menos peso a lo largo de su trayectoria en el club, cada uno de ellos ha tenido un protagonismo concreto en momentos puntuales que ha acabado siendo clave en el desarrollo de una transformación colectiva sensacional. Desde Stuani, leyenda de leyendas por haber tenido el amor suficiente para no marcharse nunca de Montilivi a Juanpe, inamovible desde su llegada el 2016 y que, desde entonces, es quien más tiempo hace que lo vive todo. Por ellos, la noche fue más emotiva que nunca.

Pero también por gente anónima e indispensable en el proyecto. Personas poco reconocidas mediáticamente, pero que siempre están. Cómo Jota, el encargado de material, y Galiano, el delegado. Ellos, que fomentan la gran alegría que se vive siempre en el vestuario, con su sentido del humor, que dan golpecitos en el hombro cuando las cosas no van tan bien y que ofrecen, sin pedir nada a cambio, la compañía más fiel cuando hay que tener alguien al lado. Compartir la vida con gente así es impagable.

La magia en los despachos

Y Quique Cárcel, el arquitecto. Un director deportivo que llegó a Montilivi hará una década, cuando todavía nada de todo esto entraba en sus planes. Cárcel es el hombre de los dos ascensos a Primera, el que se ha levantado siempre después de cada batacazo, herida y tragedia sufrida. El que ha hecho plantillas sin tiempos. El que ha hecho milagros sin dinero. Cuando no esté, el Girona no será el mismo club que es.

Míchel, celebrando el éxito de su Girona

Míchel, celebrando el éxito de su Girona / @GironaFC

La seguridad de que los gerundenses jugarán en Europa fue una explosión de alegría que se confirmará del todo cuando la ciudad ya pueda gritar que la Champions League, ahora con un margen de diez puntos respecto al Athletic cuando tan solo quedan dieciocho en juego, no se escapa. La Conference está ligada y la Europa League todavía no, pero casi. No importa, el Girona quiere el premio gordo.

Será la recompensa a tantas lágrimas derramadas por la afición, por los directivos, por los jugadores e incluso por los trabajadores del club, todavía más anónimos que los fisioterapeutas, médicos, doctores, readaptadores, preparadores físicos, analistas y todo el staff. Hay trabajadores que perdieron su puesto de trabajo, con el descenso y la pandemia. Y sobrevivieron haciendo lo que pudieron, cogiendo otros trabajos mientras esperaban la recuperación de un Girona que cuando ha vuelto, lo ha reventado todo. Ya lo decía Pere Pons, ya.

O Míchel, cuando desde el balcón del Ayuntamiento le dijo a Cárcel que irían a Europa el año del retorno a la élite. Fue de un pelo, aquella vez, porque se quedó a las puertas. Ahora se abren de par en par para recibir un equipo inmortal.