GIRONA

El dolor de cabeza del Ayuntamiento de Girona con la Champions

El consistorio liderado por Lluc Salellas busca la fórmula que permita recibir las aficiones visitantes en la ciudad sin sustos

Montilivi se aferra a ver la Champions

Montilivi se aferra a ver la Champions / Dani Barbeito

Jordi Bofill

En Girona están encantados con el hecho de disputar la Champions League por primera vez en los noventa y cuatro años de historia del club. Sueñan en que llegue el día. Fantasean en escuchar el himno, que ya llenó de emotividad Montilivi, la tarde de la goleada contra el Barça que confirmaba la clasificación, y la Plaça del Vi, durante las celebraciones.

Pero además de la alegría también hay espacio por la preocupación. Porque logísticamente no hay margen para el error y no hay precedentes ni bancos de pruebas. La parte deportiva queda al margen, conscientes todos juntos que la experiencia es para disfrutarla, más allá del espíritu ganador de un vestuario que no tiene nada a perder en una competición en la que no pasa nada si no llega mucho lejos.

Los problemas son más arriba. En los despachos del club, en cuanto a tenerlo todo ligado en el hecho de cumplir la normativa que haga apto Montilivi y para no dañar más el espíritu de unos abonados que ya sufren bastante sabiendo que no podrán vivir todos los partidos en directo, porque los que mandan no se han espabilado bastante para sacar adelante unas obras que claman al cielo; pero en los órganos de poder del Ayuntamiento también, empeñados en encontrar la manera de acertarla en cuanto a los protocolos de seguridad de la afición visitante los días de partido.

¿Cómo se lo hará Girona para recibir los extranjeros? ¿Qué dispositivo se montará, en la ciudad? ¿Hay la posibilidad que algunos alocados, llenos de alcohol y medio inconscientes, destrocen el mobiliario urbano o causen disturbios? ¿Habrá efectivos suficientes para tenerlo todo bajo control?.

El Girona, en este sentido, lo tiene un poco más fácil. En temas de seguridad, la UEFA envía un protocolo muy claro que hay que seguir al pie de la letra. Así que tan solo se trata de ejecutarlo. Destinando más o menos recursos, haciendo más o menos horas, lo tiene que cumplir como sea. Y en esto trabaja, evidentemente.

Para garantizar que los controles se cumplan y que el forofo rojiblanco se sienta seguro en su casa, como no puede ser de otra manera. Decidido que finalmente el gran trofeo europeo se disputará en Montilivi y no en Barcelona, el aforo quedó establecido en 9.721 personas, repartidas de la siguiente manera: 6.000 socios, 1.500 entradas para compromisos del Girona, 1.300 entradas para compromisos de la UEFA, 700 aficionados visitantes y 221 medios de comunicación.

El reparto entre los socios ya se ha efectuado y ahora tan solo falta esperar al sorteo de la Liga de Campeones, que tendrá lugar el 29 de agosto a la sede de la UEFA en Nyon (Suiza), en horario todavía por confirmar. Aquel mismo día, a las 19 horas, habrá un Girona-Osasuna en el estadio que el club ha pedido cambiar, por si coinciden las dos cosas a la vez.

Y es que el sorteo de la Champions quizás solo es un golpe en la vida y se quieren poner todos los esfuerzos.

Para el Ayuntamiento, pero, las cosas no son tan sencillas. Sí que es verdad que el hecho que el Girona haya disputado cuatro años la Primera División comporta que ya ha tenido que responder a situaciones antes desconocidas. No es la Champions, pero a lo largo de este tiempo ha hecho frente a episodios difíciles de gestionar, como son siempre las visitas del Barça y del Madrid, especialmente la del 2017, la de la Diada de Sant Narcís, posterior al conflicto político que se vivió en Cataluña, referéndum, porras y urnas incluidas, y la presencia frustrada de Carles Puigdemont al palco del estadio, porque era camino del exilio.

El debut a la élite, unos meses antes, también coincidió con el atentado terrorista en la Rambla de Barcelona, un hecho que provocó un adicional de tensión, por el foco de interés que representaba aquel Girona-Atlético de Madrid.

CHARLAS CON VILA-REAL

La presencia del equipo en la Liga de Campeones, provocará que el consistorio multiplique su atención los días antes y posteriores a cada partido, un total de cuatro como mínimo, que los de Míchel jueguen en Montilivi. Porque la llegada de turistas extranjeros, cada vez más controlada, pero no exenta siempre de una logística complicada, será, a la vez, una vivencia nueva y un examen para el gobierno de Lluc Salellas.

El Ayuntamiento también está trabajando, a carencia de conocer qué aficiones visitarán el territorio gerundense y sus comarcas. De hecho, según se ha podido saber, se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de Vila-Real, que siempre es el ejemplo, para consultar (y aprender) de qué manera se lo ha hecho una ciudad de algo más de 50.000 habitantes para establecer una estrategia correcta y controlar las diferentes aficiones que lo han visitado a causa de las competiciones europeas a lo largo de estos años. En Girona, la cifra de habitantes supera los cien mil, casi el doble que los de Castelló.

Porque no es el fútbol y ya. Aquí entran en juego factores como la restauración, el sector hotelero y el ocio. Girona tiene suficiente oferta para recibir turistas, acoge más de ocho millones y medio anualmente, y está preparada para cumplir con estas demandas. Pero una cosa es venir de vacaciones siendo un turista más dentro de un periodo indeterminado, y la otra desplazarse a un partido en un periodo de tiempo concreto -entre 24 y 48 horas-, en que las características de los visitantes no son las mismas que las de, para poner un ejemplo, una familia que viene a pasar sus días tranquilamente paseando por el Barrio Viejo. A estos no hay que controlarlos. Pero a las aficiones de los equipos de fútbol, sí.

En la normativa de la UEFA se puede leer que «la segregación de los diferentes grupos de espectadores tiene que empezar tan lejos como sea posible del estadio, para protegerse contra la indeseable mezcla de los diferentes grupos en los alrededores del estadio o las zonas de turnos». Además, continúa, «el organizador del partido tiene que emprender una evaluación de riesgos adecuada junto con la policía y proporcionarla a la UEFA en la reunión organizativa de la jornada». Girona y Ayuntamiento, pues, tienen que ir del brazo en algunos temas, pero no en todos. Porque los de Montilivi solo están obligados a hacerse cargo del que pase al estadio, y no del que pase en la ciudad antes y después del partidoen cuestión.

OPCIÓN LLORET DE MAR

Ante las dudas existentes en una situación nueva y delicada como esta, el Ayuntamiento tiene varios planes encima de la mesa. Uno de ellos, es el de establecer un punto de encuentro para la afición visitante en un espacio grande donde pueda situar los efectivos policiales y de seguridad desplegados correspondientes para tener a la gente bajo control.

La Copa, lugar de grandes celebraciones rojiblancas, es uno de los puntos estudiados. Pero hay otras opciones, como la de intentar que las aficiones rivales pasen el mínimo de horas posibles en la ciudad. En este sentido, desde el consistorio apuntan en Lloret de Mar para instalarlos. No hay nada definido, todavía. Pero no lo descartan.

Lloret también encaja como destino de las aficiones rivales. El municipio está acostumbrado a recibir turistas de todo tipo, y no supondría un gran problema logístico, más allá de las idas y venidas correspondientes desde Montilivi. Pero aquí entra otro contratiempo que se tiene que prever y que es posible que se haga realidad: que viajen más de las 700 personas con entrada.

La UEFA tiene un ranking interno de los equipos con las aficiones visitantes más conflictivas. Cómo si cada club adquiriera, con su coeficiente, una puntuación mejor para estar muy situado, pero al revés. Aquí nadie quiere ser primero. Porque no será lo mismo que visite la ciudad el Liverpool, el Olympique de Marsella, el*Galatasaray o el Bodo/Glimt. Y hay que actuar con consecuencia. El Ayuntamiento y el club se preparan y pronto saldremos de dudas. Empezando por el descubrimiento de los rivales, el día 29.