Mostra de Venecia

Takeshi Kitano arranca las carcajadas en Venecia

El director japonés presenta fuera de concurso en la Mostra la intriga criminal ‘Broken Rage’, donde combina comedia y ultraviolencia

Takeshi Kitano, en Venecia.

Takeshi Kitano, en Venecia. / EFE

Nando Salvà

Hablemos de Takeshi Kitano. Con el sobrenombre ‘Beat’ Takeshi, se dio a conocer en medio mundo como el creador y conductor del mítico programa televisivo ‘Takeshi’s Castle’, en España rebautizado ‘Humor amarillo’ -en resumen: japoneses recibiendo tortazos-, y luego se erigió en autor venerado por la cinefilia tras dirigir películas magistrales sobre yakuzas como ‘Sonatine’ (1993) y sobre todo como ‘Flores de fuego’ (1996), que le proporcionó el León de Oro en la Mostra de Venecia. Desde entonces, Kitano ha usado su cine repetidas veces para aunar esas dos facetas artísticas, comedia y ultraviolencia, pero es posible que nunca antes lo hiciera con tanta eficacia como en la película que acaba de presentar fuera de concurso en la Mostra.

Durante su primera mitad, ‘Broken Rage’ es una intriga criminal protagonizada por un asesino a sueldo que se ve obligado a colaborar con la policía para acabar con una banda de mafiosos. En la segunda, da un giro inesperado y se convierte en una autoparodia que vuelve a contar la misma historia echando mano de un humor increíblemente certero y de mucha voluntad de hacer chanza de las diferentes identidades que su autor ha ido adoptando en su trabajo como actor a lo largo de las décadas. El resultado son 60 minutos de metraje que callan las bocas de todos quienes dieron al director japonés por acabado y capaces de aquejar hasta al espectador más hierático de ataques de risa incontenible, y el tipo de película en reacción a la que solo cabe una palabra: gracias. 

Amor y ropa barata

Primera de las dos películas aspirantes al León de Oro presentadas en la última jornada competitiva del festival, ‘Love’ es la tercera entrega de la trilogía que el noruego Dag Johan Hauderug ha dedicado al sexo, los sueños y el amor. Altamente evocadora del cine de Éric Rohmer, se estructura a la manera de una sucesión de jugosas conversaciones entre amigas, entre amantes, entre compañeros de trabajo y entre doctores y pacientes en las que se debaten temas como el adulterio, el cáncer, el ‘cruising’ y el sexo anal. Su gran baza es la naturalidad y la aversión al tremendismo que evidencia al abordar esos asuntos; la mayor pega que puede ponérsele es su exceso de pulcritud y amabilidad a la hora de retratar a sus personajes, y su extraño empeño en vincular su propia actitud civilizada y progresista a la historia, la psicología y hasta la geología de Noruega.

También la nueva película de Wang Bing pone cierre a una trilogía. En concreto, ‘Youth: Homecoming’ es la entrega final de la serie que el aclamado documentalista chino ha dedicado a varios de los cientos de miles de jóvenes que trabajan 15 horas al día en un centro neurálgico de la industria textil llamado Zhili City, hacinados en mastodónticos bloques de hormigón donde les rodean toneladas de ropa barata y basura. Si la primera película de la trilogía reducía a esos protagonistas a la condición de meras piezas de una implacable maquinaria productiva, aquí Bing dedica buena parte del metraje a contemplarlos mientras juegan a las cartas, comparten confidencias, disfrutan de cenas grupales, se intercambian gestos amorosos, visitan a familiares en Año Nuevo y hasta se casan. Dicho de otro modo, pone rostro a las personas cuyo trabajo se esconde detrás de la ropa barata, y que acaban siendo quienes pagan un precio más alto por ella.