Gabriel, el jugador del Deportivo a quien el fútbol le cambió la vida

“Me ayuda a ser más independiente”, apunta el ariete del Genuine de una vivencia que le empujó a viajar solo desde Ferrol, estudiar en la universidad y sacar oposiciones

Gabriel Cives, jugador del Dépor Genuine

Gabriel Cives, jugador del Dépor Genuine / Carlos Pardellas

Xane Silveira

El fútbol llegó a su vida como una pasión y terminó por ser un salvavidas. Disfruta de cada entrenamiento pese a que no le gusta que le hagan correr; los días de lluvia le desagradan, aunque prefiere que no haga demasiado calor. Se describe con humor como “un delantero que marca pocos goles” y que se “divierte” con sus compañeros. Detrás de una tímida sonrisa se esconden los ojos de un muchacho animado y risueño que ha encontrado en el proyecto Genuine del Dépor su espacio para florecer. Hoy, Día Internacional de las Personas con Discapacidad, Gabriel Cives es el ejemplo de cómo el deporte puede cambiar la vida de las personas de forma inimaginable. Y cómo, en una sociedad que tiende la mano, las barreras se convierten en pequeños obstáculos que saltar.

Gabriel es un ejemplo de vida. Nació en Ferrol y pasó sus primeros ocho meses en una lucha constante ante la que nunca se rindió para salir adelante. Después, le diagnosticaron una discapacidad intelectual. Fue en 2017 cuando su vida cambió por completo gracias al proyecto Genuine de la Fundación del Dépor. Su madre, Araceli Blanco, lo describe como “lo más bonito que le pudo pasar”. Desde entonces, los cambios son inmensos y hoy se enorgullece de su paso por la Universidad de A Coruña y de sus buenas notas en las oposiciones. Aunque, quizá, su cambio más grande ha sido social.

“Jugar en el Dépor es una ilusión que siempre tuve”, explica Gabriel. Cada semana viene solo desde Ferrol para entrenar. Uno de sus logros. Gracias a los pasos adelante que dio de la mano del club, durante dos años estudió en la Universidad. Cada día hacía el mismo recorrido sin tutela. Los martes, incluso, se quedaba a comer para hacer tiempo y luego asistir a la práctica deportiva.

“El fútbol me da más independencia, también el poder estar sin mis padres un fin de semana, que está bien”, describe Gabi. El deporte le ha permitido desarrollar por completo su personalidad.

“Con el Genuine y con la universidad, Gabriel aprendió a manejarse solo para ir desde Ferrol hasta La Torre o hasta el campus. Para él esta experiencia ha sido lo más bonito que le pudo pasar”

Araceli, madre de Gabriel

Su madre, Araceli Blanco, trabaja en un servicio residencial para mayores con trastorno del espectro autista. En su voz se nota la emoción de un cambio de vida para su hijo que “nunca” se pudo imaginar. “El Dépor Genuine ha sido una oportunidad para su evolución personal, ha cambiado a pasos agigantados. Se siente parte de un grupo y los viajes son puramente inclusivos. Aunque el deporte es de integración y solo juegan con personas que tengan discapacidad, sí se desenvuelven en entornos que son totalmente normalizados”, remarca su madre.

Para tratar de comprender lo que supuso para Gabi, Araceli Blanco explica que antes de que empezase el proyecto, “si lo dejabas, estaba sentado en el sofá todo el día”. En cambio, este verano viajó diez días a Italia sin sus padres en un campamento internacional y hace dos semanas se fue a Tarragona con el equipo.

“Con el Genuine y con la universidad, Gabriel aprendió a manejarse solo para ir desde Ferrol hasta La Torre o hasta el campus. Para él esta experiencia ha sido lo más bonito que le pudo pasar”, resume Araceli.

El fútbol ha permitido a Gabriel vivir “experiencias únicas” en las que existen una gran cantidad de valores como “la convivencia, la inclusividad, el compañerismo, o la amistad “. Una serie de enseñanzas que Araceli considera que si se tuviesen desde que son pequeños, se acortarían mucho pasos que, años después, cuesta dar. “Si todos estos valores se trabajasen desde la cuna, no costaría ahora tanto sacrificio y esfuerzo. La inseguridad y timidez vienen motivadas, en gran parte, por las experiencias que vivieron de jóvenes”, concluye.

Gabriel se entrena dos días a la semana en los campos municipales de la Torre. Dirige la operativa Lucía Otero, quien no tarda en emocionarse al hablar de una experiencia que le ha devuelto al “fútbol de verdad”. Aquí, afirma, “nadie se preocupa por si el árbitro pita mal o un rival mete un empujón, juegan para divertirse y eso es precioso”.

El Dépor Genuine hace entrenamientos de dos horas que se dividen en dos cuadros de 45 minutos y un intermedio de 30. Tras la pandemia, aprendieron que era más eficaz trabajar por bloques separados de unos 15 jugadores, pero aprovechan cada sesión para juntar a los más de 30 chicos y chicas para que tengan un rato de convivencia grupal. Junto a Lucía están Carlos García y Alejandro Espiñeira.

Gabriel comenzó en 2017 una experiencia que le ha permitido desarrollarse y ser él mismo. Ahora, su próximo objetivo es la independencia. Un futuro alcanzable, en parte, gracias a los aprendizajes obtenidos en el Dépor Genuine.