Arnau Pradas, el canterano que cautiva con su forma de ser

Arnau Pradas con el MVP de LaLiga Promises de Arona

Arnau Pradas con el MVP de LaLiga Promises de Arona / sport

Albert Rogé

Albert Rogé

Cuando un periodista de la trayectoria de José Ramón de la Morena te mima como si fueras su propio hijo no es casualidad. Y eso sucedió con Arnau Pradas, actual jugador del Cadete A del Fútbol Club Barcelona. De la Morena lo conoció en LaLiga Promises de Villarreal en junio del 2019 y fue amor a primera vista. A todos los que conocen a Arnau les sucede lo mismo. Y es que Arnau tiene un carisma que cautiva. Te engancha. Tiene esa personalidad e inocencia que te recuerda que es solo un niño que disfruta jugando al fútbol. Y eso, en la sociedad actual donde predomina los seguidores en Instagram, se agradece y mucho.

Para entender su carácter cabe rememorarse a su infancia. Podríamos decir que Arnau nació en los campos de fútbol. Me explico. Su hermano tenía 7 años cuando él nació y jugaba en el Gimnàstic Manresa. Sus padres, Rafa Manoli, cada fin de semana se desplazaban para presenciar los encuentros de Nil. Y allí estaba Arnau. Primero desde el carrito y con el paso de los años, en el césped. Arnau era de esos niños que aprovechaban cualquier descanso en el encuentro para colarse en el césped y jugar a pelota. Le daba igual con quién. Él solo quería jugar. Le hacía feliz y era uno más en el equipo de su hermano. Allí ya se le empezaban a ver maneras. Su dominio con el pie izquierdo no era normal y empezó a despertar la curiosidad de varios entrenadores. Por ello, le propusieron a sus padres que lo apuntaran en la Escoleta del Nàstic. Cuando se lo comunicaron a Arnau, se negó. Él no quería. Se lo pasaba bien jugando en las calles de Manresa o en los entre tiempos de los partidos de su hermano. 

El gusanillo de los entrenamientos le llegó a los seis años. Hablaron con Nacho, que era el coordinador del Nàstic, y arrancó  en el Prebenjamín. En esas edades, se acostumbra a jugar varios amistosos para ir aplicando lo que se trabaja en los entrenamientos. En el tercer amistoso, ante el Sant Fruitós, ocurrió algo totalmente inesperado. Horas después del partido, la familia supo de qué se trataba. El coordinador del Nàstic los llamó y les comunicó que el Barça quería fichar a Arnau. Resulta que de casualidad, un ojeador azulgrana estaba viendo el guardameta del Sant Fruitós y se quedó encandilado con Arnau. Lo llamaron para hacer las pruebas y rápidamente le comunicaron que formaría parte del Barça la siguiente temporada. En una casa como la suya dónde reina la pasión por el fútbol, era la mejor noticia posible. 

Arnau es sociable, cariñoso y necesita mucho a su familia. Su mejor aliado es su hermano Nil, al que considera clave en su formación. Le guía, le rectifica, le aprieta y siempre le da el mejor consejo. Esto lo traslada en el campo, donde tiene un carácter competitivo. Lo vive todo al máximo. Cuando el balón le llega, sabes que sucederá algo. Su zurda es especial. Y se le ve de lejos.  Con él solo se debe tener paciencia. Tiene la calidad y los pies en el suelo. El resto vendrá solo. Y si sigue así, que lo hará, será algo bueno.