Historia SPORT

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La revolución de Ronaldo

La compra del Cruzeiro por parte del ‘Fenómeno’ abre un nuevo escenario en Brasil con las Sociedades Anónimas

Ronaldo abandera una transformación sin precedentes, que abre las puertas a inversores locales y foráneos

El presidente del Cruzeiro, Sergio Santos Rodrigues, con Ronaldo Fenómeno

El presidente del Cruzeiro, Sergio Santos Rodrigues, con Ronaldo Fenómeno / Instagram

Joaquim Piera

Joaquim Piera

Ronaldo ha puesto patas arriba el fútbol brasileño con su inesperado anuncio que compra el Cruzeiro, uno de los históricos ahora relegado por tercer año consecutivo a la Serie B donde intentaba no ahogarse en sus propias deudas e incompetencia.

La irrupción del Fenómeno, que ha contraprogramado el Triplete del At. Mineiro, el acérrimo rival de la ciudad, se interpreta como el inicio de nueva etapa para los clubes del país. Su trascendencia es parecida a la que tuvo Pelé cuando, en 1998, siendo ministro de Deportes en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, aprobó la ley que acabó con el derecho de retención sobre los jugadores.

Con el apoyo de una de las principales entidades financieras del país, Ronaldo ha saltado al ruedo para ser pionero en la ejecución de la nueva ley, aprobada en agosto, que permite la creación de Sociedades Anónimas del Fútbol (SAF).

“El fútbol brasileño necesita esta revolución en el área de la gestión, necesita este cambio radical para volver a crecer y ser competitivo internamente y en las competiciones internacionales“, sentencia el Fenómeno, consciente que, abandera una transformación sin precedentes, que abre las puertas a inversores (locales o foráneos), en un escenario parecido al de varias ligas europeas.

IMPACTO EN TODO EL FÚTBOL BRASILEÑO

Lo del Cruzeiro tiene un impacto en el ecosistema local, que nada tiene que ver con la adquisición que hizo Ronaldo del Real Valladolid. En primer lugar, por la dimensión que R9 tiene en su país y, en segundo término, porque se trata de uno de los equipos grandes que siempre fue protagonista: fue dos veces campeón continental, y, en la última década ganó dos veces seguidas el Brasileirao (2013 y 2014) y la Copa do Brasil (2017 y 2018).

Que Ronaldo haya decidido rescatar al Cruzeiro tiene, además, un alto poder simbólico. Hay una narrativa. Su actuación nada tiene que ver con la aleatoriedad de un propietario que llega de paracaídas. Fue, en el Celeste de Belo Horizonte, donde el Fenómeno se profesionalizó, lo que, por cierto, escenifica otro de los grandes dramas del fútbol brasileño, que es el desperdicio del talento. Ronaldo, carioca de nacimiento, nunca llegó a ser contratado por los cuatro grandes de Río (Flamengo, Vasco da Gama, Botafogo y Fluminense) y tuvo que ser ‘descubierto’ en otro estado a 450 km. de su ciudad de origen.

“Quiero retribuir al Cruzeiro todo lo que hizo por mí en el inicio de mi carrera”, asegura el nuevo propietario, que, entre 1993 y 1994 maravilló marcando 56 goles en 58 partidos, lo que le valió, a los 17 años, ser convocado para el Mundial de Estados Unidos (aunque Carlos Alberto Parreira no lo alineó ni un minuto) y, posteriormente, iniciar su andadura en Europa en el PSV Eindhoven, de donde iría hacia el Barcelona.

La operación en el Cruzeiro es básicamente la compra de una de las mayores deudas del fútbol brasileño, que supera los mil millones de reales (unos 160 millones de euros con la devaluación de la moneda local). A Ronaldo le tocará renegociar con los acreedores, pagar a clubes que ya han accionado la FIFA, mientras inyectará unos 65 millones de euros a medio plazo para volver a situar al conjunto mineiro en la élite y en la lucha por los grandes títulos.