La Rosalía más humana consigue enamorar en el Primavera Sound a pesar de una actuación con turbulencias

La Rosalía más humana consigue enamorar en el Primavera Sound a pesar de una actuación con turbulencias

La Rosalía más humana consigue enamorar en el Primavera Sound a pesar de una actuación con turbulencias / Sharon López

Sandra Artuñedo

Sandra Artuñedo

El nombre de Rosalía siempre es sinónimo de éxito y perfección absoluta. La catalana en el cartel del Primavera Sound no era solo una cantante más, ni una de las grandes, si no que para muchos -por no decir casi todos- era LA ARTISTA de la edición.

Su presencia convenció a cientos para decantarse a comprar una entrada para la edición del 2023, por lo que todas las miradas estaban puestas, una vez más, en Rosalía y su Motomami Tour. 

Se trataba de un gran acontecimiento; siempre que la cantante deleita a Barcelona con sus temas, ciudad que la vio nacer, es un plus a tener en cuenta. 

Más de 60.000 personas, siendo el concierto más multitudinario del festival, se habían movilizado en un Primavera Sound repleto de artistas, donde los fans dejaron pasar actuaciones para esperar durante horas frente al escenario y tener un sitio privilegiado para ver a la Motomami. 

Pero sucedió algo que nadie esperaba: la actuación de Rosalía no fue ni mucho menos la mejor de su carrera aunque de todos modos la cantante consiguió triunfar en el festival. 

Un show a medio gas, que se vio afectado por problemas técnicos y que solo dejó brillar la voz de la catalana a la mitad, por culpa de un sonido demasiado bajo, aunque regaló la parte más humana de la artista.

Ante una Rosalía, que hablaba en catalán y agradeció a la ciudad de Barcelona su amor: “Recuerdo soñar con el día en que fuera una artista cabeza de cartel en este festival”, emocionada y “ muy feliz de tocar en casa”, los himnos de la Motomami que merecían escucharse en todo el Parc del Fòrum se vieron afectados por una mala gestión técnica. 

La catalana cerraba cartel a las 2 de la mañana y tampoco se vio beneficiada por su predecesor, el público había estado botando y saltando con la energía de Calvin Harris, y todavía continuaba desatado y con ganas de fiesta.

Lo que pedía el cuerpo era baile, pero primero falló el sonido, luego el concierto estuvo más marcado por las baladas y la duración del rozó los 60 minutos, quedándose corto para todos los que ansiaban verla.

Con un espectáculo coreografiado al estilo de la gira ‘Motomami World Tour’, Rosalía puso el cierre al día grande del Primavera Sound. Fue una noche en la que triunfó, porque es un factor inevitable con la catalana y cautivó al público con su cercanía, pero no se alzó en la gloría inalcanzable a la que nos tiene muy acostumbrados. 

Los problemas técnicos afectan a la magia indiscutible de Rosalía

Eran las 2 de la mañana, el sonido de un motor retumbaba como una advertencia de lo que estaba por llegar, miles de móviles se alzaban por encima de las cabezas. Pantallas parpadeantes, luces que incitaban a la epilepsia, y entre los cascos de neón blanco, Rosalía emergió como una diosa para decir ‘Saoko papi Saoko’.

El show acababa de empezar, y ahí era donde se necesitaba un volumen que sonase hasta romper los tímpanos, pero en lugar de ello se escuchaba a unos fans, locos de emoción, coreando. Algo de lo que no tuvo culpa la cantante pero que afectó a la magia de un show preparado con cariño y dedicación.

Un mix de canciones entre las que destacaban ‘Bizcochito’ y ‘La fama’ pasaron demasiado rápido por los oídos del público. Fue en el momento en que la artista se puso a hablar con sus fans donde se hizo evidente el problema: el sonido estaba muy bajo.

Tras deleitar con ‘Diablo’ y el himno del verano ‘Despechá’, Rosalía se sentó frente al piano para entonar ‘Hentai’ y en ese silencio alguien del público gritó: “¡No se oye!”, la cantante paró el concierto: “¿No se oye?” y le pidió al técnico Rick que subiese el volumen: “¡Ricky súbeme la pea! Que dicen que se oye pero poquito”. Solo quedaban 30 minutos y ese fue otro problema, el gran espectáculo de todo el festival se hizo corto. 

La espontaneidad de Rosalía y sus ganas por dar lo mejor a sus fans le hicieron brillar, a pesar de los fallos técnicos y la brevedad del show, que se presentaron como inconvenientes pero la artista luchó por resolverlos.

Ante una noche con turbulencias, el público abandonó el escenario principal del Primavera Sound, como lo hace alguien después de haber visto a una de las mejores artistas de nuestros tiempos: con una sonrisa por haber visto a su reina, en su versión más humana.