¿Por qué vamos perdiendo amigos con el paso del tiempo?

Un estudio resalta factores clave como la competitividad e individualismo de nuestros tiempos

La gente deja de tener amistades si considera que no son "útiles"

La gente deja de tener amistades si considera que no son "útiles" / Softonic

Ronald Goncalves

Mensajes sin respuesta, llamadas sin contestación, cancelaciones sin aviso: en muchos sentidos, a pesar de estar en el punto más interconectado de la historia de nuestra civilización, los humanos se sienten menos unidos. Las amistades se pierden a un ritmo alarmante, y muchos no logran comprender por qué.

Independientemente de entenderlo o no, una experiencia común que sufren las personas a medida que avanza el tiempo es que su círculo social se va reduciendo. “No diría que la estrechez de amistad es un fenómeno propio de lo humano, sino más bien de la dinámica cultural”, detalla María Pía Santelices, académica especialista en apego de la Escuela de Psicología UC e investigadora de MIDAP. “Pero sí es cerca de los 50 años donde, efectivamente, el fenómeno de ir perdiendo amigos sucede y la sensación de soledad e individualismo crece”.

No obstante, ¿por qué? En 2024, las redes sociales y las formas de comunicación son numerosas y avanzadas, facilitando hasta límites otrora insospechados la posibilidad de que las personas estén constantemente en contacto. “Esta vida competitiva, individualista y de consumo también penetra la amistad. Si no me sirve, ¿para qué voy a gastar tiempo en juntarme o hablar con una persona? La amistad pasa a ser un bien de consumo”, añade Pía Santelices, señalando que el problema no es personal, sino estructural.

En añadidura, diversos especialistas acotan que los caminos de vida son fundamentales en la separación de vínculos: entre menos características se comparten, producto de las variaciones en las trayectorias que cada persona persigue, mayor es la distancia. "Si uno mira hacia atrás, cuando el mundo era más estable y menos globalizado, uno compartía las mismas etapas vitales con los amigos. En cambio ahora, las trayectorias son distintas”, explica Ana María Fernández, directora del Laboratorio de Evolución y Relaciones Interpersonales y docente de Psicología en la USACH.

“Uno se asocia durante toda la vida con personas que son parecidas a uno. De vez en cuándo te atrae algo distinto, pero no suelen ser dos experiencias completamente distintas. Como por ejemplo que uno tenga hijos y el otro no, y se vaya a explorar al Himalaya en las vacaciones”, agrega. Ante estos casos, ni las redes sociales sirven como solución, pues estas distorsionan nuestra percepción del contacto que mantenemos con nuestros seres queridos. “Se piensa que se puede mantener la misma calidad en las relaciones gracias a las redes sociales y no es tan así. Hay una parte esencial que es el tacto, compartir cariños, abrazos, lo que sea para que por último una mirada cómplice nos provoque afecto”, sentencia Fernández.