Lorena González: “En la novela se antepone el lado humano y el futbolista sale muy bien parado”

La periodista ha publicado su primera novela, Guarda Silencio, que versa sobre la homosexualidad y salud mental en el mundo del fútbol

Lorena González, autora de la novela Guarda silencio

Lorena González, autora de la novela Guarda silencio / SPORT.es

Maite Jiménez

Maite Jiménez

"La mayoría de los futbolistas cree que nunca es buen momento para contar su verdad", asegura Lorena Gonzalez. Es periodista y el pasado julio publicó su primera novela, titulada Guarda Silencio, en la que cuenta la historia de dos futbolistas homosexuales que juegan en un equipo de Primera División de la liga española. Es una ficción, pero cree que muchas situaciones se vivirían en la vida real. Solo nueve jugadores se han declarado abiertamente homosexuales en la historia del fútbol, ninguno en nuestro país, algo que le resulta "curioso", y en su novela ha querido plasmar los porqués.

¿Qué te llevó a escribir sobre este tema? ¿Cuál fue esa inquietud inicial?

En realidad no me gustaría encasillarla en literatura LGTBI porque creo que la novela plantea otro tema fundamental, como es el de la salud mental en el deporte y en la sociedad. De hecho, la novela empieza con un suicidio. Contextualizar la historia en el fútbol responde a mi relación con él, a la llegada que puedo tener a su lado más humano, y a lo cuestionable que resulta el que en la élite futbolística no existe ningún caso de homosexualidad pública. En la novela he intentado explicar los posibles motivos, aunque, en todo caso, creo que es algo multifactorial.

Para ti era necesario mostrar esas dos formas muy diferentes de pensar y de actuar, ¿no? A Gabriel el miedo no le limita, todo lo contrario que a Álvaro

Los protagonistas reflejan qué hacer con el miedo. Son dos vidas, dos caminos y dos decisiones posibles que tomar. ¿Y cómo manejas ese miedo? Ahí están Gabriel y Álvaro para personificar dos formas de vivir el miedo. No sólo por la relación que mantienen, sino por factores como el desarraigo, el duelo por la muerte de un familiar, una separación, problemas de salud… Lo que nos preocupa a todos, básicamente, ahí no importa si eres una persona reconocida o exitosa en tu profesión.

La novela también sirve de crítica hacia los distintos estamentos que rodean al fútbol

Quería poner en relieve y sacar las vergüenzas de todos en una situación extrema. Dinamitarlo todo y ver cómo reaccionaras las instituciones, ficcionar acerca de nuestras conciencias y la doble moral de algunos directivos, representantes, los compañeros, entrenadores, medios de comunicación, amigos, familiares, aficionados… Creo que en un vestuario se acogería bien si un compañero lo hiciera público; en la sociedad cada vez está mejor vista la homosexualidad, en las propias marcas, afición… Pero, sin duda, habría una parte importante que lo criticaría y no aceptaría. Creo que se nos llena la boca diciendo que no pasaría nada, y que estamos preparados, pero eso me gustaría me gustaría verlo. Y como por ahora no lo podemos ver en la vida real, lo he puesto a prueba a la novela.

Entonces, ¿crees que por desgracia hoy en día ocurriría algo similar a lo descrito en el libro?

Lo he llevado al extremo, pero muchas de las situaciones que viven Gabriel y Álvaro en la novela estoy segura de que las vivirían en la vida real. Ellos y todos los implicados porque todos callan un montón de cosas: no hablan o no van a un psicólogo por si el entrenador se entera, o por si le toman por alguien débil, no se sabe sobre la soledad y carencias emocionales con las que conviven muchos futbolistas, ... La mayoría de los futbolistas cree que nunca es un buen momento para contar la verdad: cuando las cosas van bien, mejor no hablo porque no vaya a desestabilizar; y cuando van mal, tampoco porque nos vamos a pique. Les es más cómodo guardar silencio, y lo comprendo. El fútbol y esta sociedad es a menudo, un lugar muy hostil.

¿Por qué este título precisamente?

Guardar silencio y sus consecuencias, al final, lo resume todo. Cuando todos decimos la verdad, somos más libres. Otro tema central de la novela es, sin duda, el de la libertad. Y en el fútbol aún falta mucho trabajo para crear un espacio en el que sus protagonistas la puedan tener.

¿Y qué opinión te merece la actitud que tomarían los propios compañeros?

A menudo los futbolistas piensan que para qué alguien lo va a hacer público si lo va a pasar mal, si le van a caer muchas críticas, insultos, cómo les va a afectar a sus familias… Y yo estoy convencida de que con la influencia que tienen, sería más que útil para todos, son ejemplo e inspiración constante en cualquier rincón del mundo. No encuentro nunca ningún instrumento con más llegada y con tanta potencia como el fútbol. Trasciende al idioma, religión, raza, nacionalidad… Entonces, ¿cómo no va a servir de nada el que haya un Gabriel en el fútbol?

¿Nos cuesta ponernos en su piel?

Creo que nos cuesta empatizar más con la gente que gana mucho dinero, como si la distancia fuese inalcanzable y todo el sufrimiento está justificado, incluso merecido, por sus contratos millonarios. El último ejemplo lo tenemos en Álvaro Morata. Está ganando una Eurocopa, siendo el goleador del Atlético, con una familia ideal... Y la realidad es que estaba pasándolo tan mal que llegó a plantearse dejar el fútbol. Y ha habido muchos casos parecidos en deportistas que su estaban atravesando momentos emocionales y psicológicos muy duros y que no hemos tenido en cuenta: Iniesta, Bojan, Simon Biles, Carolina Marín, Ricky Rubio… Y otros tantos que han llegado a tomar decisiones fatales.

Ahí quería llegar, a esos lugares tan oscuros y tabúes del deporte o de cualquier de nosotros donde las apariencias son bien distintas.

Supongo que la experiencia propia como periodista al tratar con futbolistas de élite te habrá servido como investigación.

Tras hablar con futbolistas, exfutbolistas o su entorno, directivos o entrenadores, algunos me decían que no pasaría nada si algún referente ‘saliera del armario’, otros que tendrían reparos en la convivencia... Depende también la nacionalidad, religión y cultura de cada uno, porque además existen países en los que la homosexualidad sigue estando penada y donde no se respetan sus derechos. No es lo mismo cómo lo tomaría un futbolista ruso, italiano, español, brasileño, israelí o árabe, por ejemplo. También te digo que la gran mayoría me ha dicho que lo aceptaría sin reparos y que sería algo positivo. Quiero creer en esas palabras. Pero hacen falta más Gabrieles para que eso se normalice.

¿Cuál era la finalidad de escribir esta novela?

Contar toda esa parte que no se ve del deportista, que bien podría ser la de un músico, actor, político… Cualquiera a quien su profesión le sobreexponga. Creo que era fundamental empezar por ahí. Juzgamos todo lo que vemos en la televisión o en las redes y nos cuesta mucho pararnos y preguntarnos cómo está esa persona o por lo que está pasando. Quizás está viviendo la enfermedad de un hijo la muerte de un familiar, como el padre de Gabriel Baroli.

Con los sucesivos acontecimientos que se van dando en la novela pretendía, yo la primera, reflexionar, remover y conmover conciencias y emociones. Cuestionarnos por ejemplo por qué nosotros nos permitimos el lujo de opinar de esa forma tan deliberada y cruel, con tan poco empática, sin pensar en las consecuencias. No todos están preparados para autogestionarse emocionalmente y no se lo podemos reprochar.

¿Sabes de algún futbolista que haya podido leer el libro y te haya dado su 'feedback'?

Sí, y se sorprenden porque se pensaban que era una novela que trataba únicamente sobre un futbolista homosexual y que el resto se portaba mal con él. Durante el proceso de creación también hablé con algunos, o entrenadores, y solían resaltar la valentía para hablar de esos temas tabúes en el fútbol. ‘Guarda silencio’ no es una crítica al futbolista, todo lo contrario. No me parece que el futbolista sea homófobo y creo que, en esta novela, el futbolista sale muy bien parado. Pese a esas dos caras, lo humaniza mucho, que falta hace porque no hacemos más que endiosarles, sin que luego apenas nos cueste echarlos por tierra y pisotearlos.