OPA MAGYAR VAGON SOBRE TALGO

A Talgo se le acaba el tiempo: sin soluciones a su problema industrial, mientras el Gobierno no encuentra aliado para una 'contraopa'

El Ejecutivo sigue buscando una alternativa a la oferta húngara, pero pasan los meses y el fabricante de trenes debe hacer frente a grandes pedidos sin capacidad industrial para ello

Oscar Puente, ministro de Transportes, y un tren de Talgo

Oscar Puente, ministro de Transportes, y un tren de Talgo / Ignacio García

95 días han pasado desde que el consorcio público-privado húngaro Ganz Mavag (o Magyar Vagon) envió el folleto de la oferta pública de adquisición (opa) del 100% del fabricante español de trenes Talgo a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Más de tres meses han trascurrido, en los que desde el Gobierno, en contra de la operación, ha movido cielo y tierra para lograr un candidato alternativo. Por el momento, sin éxito. Mientras corren los meses, la empresa apura los plazos para entregar numerosos pedidos de trenes en España y en el extranjero sin la capacidad industrial para hacerlo en forma y tiempo.

La opa húngara se encuentra, en estos momentos, en trámites legales: el JINVEX, un organismo dependiendo del Ministerio de Economía, debe elaborar un informe, que será elevado al Consejo de Ministro para que este autorice o no la operación. Teóricamente, el organismo encargado de las inversiones extranjeras dispone de tres meses para pronunciarse, plazo ya vencido. Sin embargo, este ha realizado requerimientos de información al ofertante, los cuales paran el cronómetro. La fecha tope que maneja ahora Magyar Vagon es el próximo 10 de agosto.

En estos meses, el Gobierno ha sondeado a varios inversores para conocer su predisposición a comprar Talgo. El primer nombre en sonar fue Criteria, el brazo inversor de la Fundación La Caixa, aunque está al cien por cien descartado. El segundo fue Escribano, de origen español y especializada en el sector militar. Esta opción tampoco suena factible en el mercado por su poco conocimiento del sector ferroviario. El tercero fue Skoda Transportation, que podía llegar a ser el socio industrial que exigía Criteria para participar en la operación. Sin embargo, esta compañía checa se encuentra en una situación compleja: en 2023, cerró con un ebitda negativo de 17 millones de euros y pérdidas por casi 80 millones.

El cuarto inversor sobre la mesa ha sido la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), que habría negociado con Trilantic, el mayor accionista de Talgo, comprar su participación del 40%. Aunque pueda ser una solución realista para dar salida al fondo, que lleva años buscando su 'exit' (desinvertir), esto no solventa los problemas que arrastra el fabricante, que van mucho más allá de un problema accionarial, como sí puede ocurrir en Naturgy, sino industrial.

La raíz del problema, la poca capacidad industrial de Talgo

El principal problema que debe afrontar Talgo a corto y medio plazo es su escasa capacidad industrial. La compañía tiene una cartera de pedidos que supera los 4.100 millones de euros, 1.923 millones correspondientes a la fabricación de convoyes y la parte restante en mantenimiento. Entre otros pedidos, destaca el realizado por el operador ferroviario alemán, que supone el desarrollo de 56 trenes del modelo 230, además de otros en Dinamarca y Egipto.

Sin embargo, uno de los contratos más relevantes, que ha despertado las dificultades industriales que sufre la compañía, es el que tiene firmado con Renfe. El operador nacional encargó, en 2016, la fabricación a Talgo de quince trenes de alta velocidad, que se ampliaron en otros quince un año después, además del mantenimiento integral de los mismos durante 30 años. En 2017 se fijó el ejercicio 2020 como la fecha de entrega de las primeras unidades, algo que no ocurrió y se ha dilatado en el tiempo hasta este mismo año, que han comenzado a entrar en operaciones.

La poca capacidad industrial de Talgo no es un secreto, lo reconoce hasta su propio consejo de administración. En la última junta de accionistas, celebrada el pasado 28 de junio, en la que no se permitió el acceso a la prensa, los altos cargos de la compañía aseguraron que una de las prioridades de la empresa para el futuro tiene que ser "el fortalecimiento industrial", además de maximizar la eficiencia de los recursos financieros.

Hungría promete industria

Magyar Vagon no ve un problema en la escasa capacidad de producción de Talgo. "Nuestros planes es que Talgo pase de ser una empresa de nivel tres a una de nivel dos, en un sector como el ferroviario, que está en continuo crecimiento. La falta de capacidad industrial es algo que podemos ofrecer en Hungría. Podemos incrementar la producción drásticamente para que pueda superar los 1.000 millones en ingresos. Talgo tiene una fantástica tecnología, que no tenemos en Hungría, donde sí tenemos la capacidad de ponerla en marcha. Queremos combinar ambas fortalezas", explicó András Tombor, representante del consorcio húngaro, en su primer encuentro con periodistas para explicar la operación el pasado miércoles.

La gran preocupación del Gobierno es si detrás del consorcio público-privado húngaro se esconden inversores rusos, algo que ha negado con énfasis en repetidas ocasiones Magyar Vagon. Como prueba, ponen el plácet de los acreedores de Talgo a que se produzca un cambio en el accionariado. Igualmente, desde el consorcio que lanza la opa por el 100% de las acciones (lo que obliga la ley) abren la puerta a no ser los únicos accionistas de Talgo. "Estamos muy abiertos a cualquier propuesta racional que contribuya a que Talgo sea más fuerte", señaló Tombor.

Una entente cordial, a priori difícil, sería la convivencia en el accionariado entre algún brazo inversor estatal, como la mencionada SEPI, y una mayoría para Magyar Vagon, siempre manteniendo la españolidad y el empleo de Talgo, algo que Hungría ha prometido ya por escrito. Sin embargo, esto se antoja complicado porque el Gobierno sigue buscando un socio dispuesto a pagar más de los cinco euros por acción prometidos por Hungría y transmiten que cada vez están más cerca, aunque pasan los días y no hay movimientos.

El mercado no se cree la opa

Otro de los puntos que conviene mencionar en este proceso es que los mercados financieros no se creen al completo que la opa se vaya a completar. Desde noviembre del pasado año, momento en el que se iniciaron los primeros rumores de la operación, los títulos de Talgo en bolsa han cotizado muy por debajo del precio al que Magyar ha lanzado la oferta, en cinco euros. Únicamente, en la jornada del 28 de febrero se alcanzaron los 4,74 euros por acción, pero, en las últimas semanas, las acciones han caído por debajo de los 3,8 euros. A cierre de los mercados del pasado viernes, superaban ligeramente los 4,10 euros.

Este descuento entre el valor en el parqué de la compañía con el ofertado por Magyar no ha ocurrido en otras opas en marcha, como la de JSS sobre Árima, donde apenas había una pequeña diferencia inferior al 5%. En Talgo, no, porque los inversores saben que el Gobierno aún tiene mucho que decir.