Financiación

El negocio de prestar dinero a estudiantes y que lo devuelvan cuando trabajen crece en España

La startup Bcas ha recaudado 17 millones de euros y el apoyo del Fondo Europeo de Inversiones para dar préstamos a estudiantes

Los estudiantes devuelven el préstamo cuando empiezan a cobrar 1.200 euros al mes

Los estudiantes devuelven el préstamo cuando empiezan a cobrar 1.200 euros al mes / / EP

Analía Plaza

Victoria (nombre ficticio) buscaba un cambio laboral que le permitiera ganar más. Atraída por la posibilidad de alcanzar los 35.000 euros anuales entrando en un nuevo sector se apuntó a un curso —comercializado como máster— de SDR, las siglas de sales development representative (en español, representante de desarrollo de ventas, un rol comercial). Había dos opciones: una de 1.500 euros y otra de 7.000. Como tenía la posibilidad de financiarlo y la opción de 7.300 euros incluía prácticas y ayuda con la búsqueda de empleo, cogió esa.

El mes que viene, a Victoria empezarán a cobrarle cuotas de 237 euros al mes. Y eso que no ha encontrado trabajo de SDR. "La empresa en la que hice las prácticas no buscaba personal. La academia me consiguió un par de entrevistas, pero después de ver los sueldos les dije que no me pasaran nada de menos de 20.000 euros anuales", cuenta. "Yo les había preguntado si en año y medio podía estar ganando 35.000 euros, pero he visto que es inviable. Que no me digan que es factible si igual lo consigue una persona entre un millón".

Así que Victoria sigue en el trabajo en el que estaba antes de pagar 7.000 para encontrar otro y será ese sueldo el que pague su deuda. El contrato que firmó con la financiera solo especifica que empezará a pagar el 13,2% de su salario mensual cuando cobre más de 17.000 euros anuales —unos 1.200 euros netos al mes en doce pagas—, pero no qué tipo de trabajo, ni si tiene que ir asociado a la formación pagada. El salario mínimo en España es de 15.786 euros anuales, así que prácticamente cualquier puesto es válido.

Marta (nombre ficticio), una de sus compañeras, está en las mismas: con 7.300 euros de deuda y sin trabajo nuevo. "Yo quería salir de mi trabajo. Te pillan en un momento de desesperación", dice. Una vez hecho el curso, asegura que como mucho pagaría 500 euros por él. "Son vídeos, no están actualizados, no te hacen seguimiento... Aprendí a tener el Linkedin actualizado, cómo funciona ChatGPT y a vender con un guion".

Un modelo anglosajón

Lo que Victoria y Marta firmaron para financiar sus cursos fue un ISA, las siglas en inglés de Income Share Agreement; en español, un acuerdo de ingresos compartidos. Un ISA es, básicamente, un préstamo para estudiar. "Es un modelo anglosajón", explica Javier Ausín, cofundador de Bcas, la empresa española que financió a las estudiantes de esta historia. "En Reino Unido lo da el Gobierno. En Estados Unidos tiene una larga trayectoria. Y en otros países de Europa, como Alemania, lleva funcionando bastante tiempo con muy buenos resultados para las partes implicadas".

Bcas es una startup con apenas tres años de vida especializada en este tipo de préstamos. A juzgar por la cantidad de dinero que llevan recaudado, no le va nada mal. A principios de junio anunciaron una nueva ronda de 17 millones de euros liderada por MyInvestor (un neobanco respaldado por Grupo Andbank, El Corte Inglés Seguros y AXA España). No es inversión, sino deuda (es decir, tienen que devolverlo) que usarán para seguir financiando a estudiantes. Previamente recibieron otros 5,5 millones de deuda. Hasta la fecha han prestado dinero, según sus datos, a 1.700 personas.

El caso de Victoria y Marta —quedar descontentas con una formación que consideran sobrepreciada y que no les ha proporcionado el salario prometido— no es único. Hace pocos meses, El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, publicó un extenso reportaje sobre los cursos que prometen aprender a programar en seis meses, llamados bootcamps, con testimonios de estudiantes que habían pagado miles de euros (hasta 16.000) y ni habían aprendido ni encontrado trabajo después. Algunos se habían financiado con Bcas y consideraban el préstamo "una losa en la cabeza", aunque sus sueldos eran aún tan, tan bajos que ni siquiera llegaban al mínimo para empezar a pagar.

La academia de las estudiantes de este reportaje es Yinius. Contactado por este periódico, su CEO Álvaro Castro asegura que el 97% de alumnos que han pasado por allí tiene trabajo con un sueldo medio de "22.000 euros anuales más bonus". Cuenta que empezaron a trabajar con Bcas en agosto del año pasado y que tenían dudas. "Por un lado, España está a la cola en devolución de préstamos. Por otro, creíamos que una persona que se descapitaliza y paga por adelantado tendría más compromiso con la formación que una que firmara un préstamo". Finalmente se decidieron. Sin Bcas y al contado, el curso cuesta 4.300 euros (3.000 euros menos).

Hace pocas semanas, Pau Coloma —que tiene una empresa dedicada a procesos de selección de perfiles de ventas— publicó un artículo en Linkedin en el que criticaba tanto el precio de este tipo de cursos como su financiación. Estudiantes de Yinius y de otra escuela, Multiply College, se dieron por aludidos. Incluso desde Yinius se dedicaron a contactar con exalumnos para preguntarles en qué podían mejorar.

"Que te bloqueen el 15% de tu salario cuando encuentras trabajo para pagar la deuda del máster es francamente abusivo. Pone una carga financiera adicional sobre los recién contratados que tratan de establecerse", dijo Coloma. [En los contratos de Bcas revisados por este diario el porcentaje oscila entre el 12% y el 14%]. "Hacíamos procesos en nuestra empresa y veíamos que llegaba gente con el mismo patrón", dice a este diario. "Investigamos y supimos que hay cursos que son como los bootcamps de programación pero aplicados a ventas. No hace falta pagar para dedicarte a las ventas. Me escribió mucha gente endeudada y sin trabajo diciendo que ojalá hubiera leído mi post antes".

La calidad de la formación

Ausín, el cofundador de Bcas, apunta que como empresa tratan de "crear un instrumento con impacto social". De hecho, en los contratos de préstamo explican que su misión es facilitar el "acceso democrático a la educación postobligatoria".

Cuestionado por la calidad de los cursos que financian, asegura que para ellos es "fundamental". "Ahora estamos centrándonos en los bootcamps, pero trabajamos con universidades, centros de formación profesional, escuelas de oposiciones, formación reglada... Son sitios que, bajo nuestro scoring, ofrecen formaciones de alta calidad", dice. "Revisamos el temario, el histórico, sus cuentas e indicadores públicos como las reseñas".

Asegura que si detectan a grupos de estudiantes "relevantes" y descontentos con la formación de alguna academia, dejan de trabajar con ella. "No puedo dar ejemplos, pero hasta ahora lo hemos hecho en tres ocasiones", dice. A Bcas es a la primera que le conviene que la gente encuentre trabajo para cobrar de vuelta, por eso insisten en que además de a las escuelas seleccionan a los estudiantes que financian (viendo su formación previa y cierto historial bancario).

Con respecto a si tiene sentido empezar a devolver el préstamo cuando se encuentre cualquier tipo de trabajo, y no en uno relacionado con la formación financiada, Ausín dice que le han dado "muchísimas vueltas". "¿Qué parámetro fijamos? Puedes haber hecho un curso de full-stack [programación] y entrar en el departamento de diseño. ¿Está relacionado? No. La manera más sencilla es fijar un umbral mínimo de sueldo. No todos van a ser de 17.000 euros anuales, con alguna escuela de ingeniería llega a los 25.000".

Bcas ha recibido también el respaldo del Fondo Europeo de Inversiones: 30 millones de euros para usar como garantía de préstamos. "La Comisión Europea ha detectado que la gente no está formada en las competencias que demanda el mercado", explica Ausín, "y se ha puesto entre sus líneas de actuación que la gente haga upskilling reskilling. Intermediarios financieros como nosotros facilitan que la gente pueda acceder a formaciones. El Fondo cubre parte del potencial impago".

El debate es si, en un entorno plagado de escuelas (con diferentes niveles de calidad) que ofrecen formación no reglada en competencias digitales, la posibilidad de financiar los cursos no elevará sus precios. Ausín reconoce que cuando las escuelas son nuevas asumen un riesgo y cuenta que han creado un departamento de empleo precisamente para ayudar a los estudiantes que con su academia no lo consigan.