El reino de Carolina Marín

Carolina Marín posa para SPORT&STYLE

Carolina Marín posa para SPORT&STYLE / Cristina González

Reina a los 23 años. Pisa fuerte con esos taconazos de Michael Kors con los que se me planta delante con energía. Alta, potente, decidida. Muy joven, muy fuerte. Mental y físicamente. Carolina Marín, la reina del bádminton. La número 1 del mundo. Genio y figura. 

Me encuentro con ella tras cuatro meses de mails y mensajes entre Madrid, Río de Janeiro, Ibiza (donde llevó a cabo la parte final de su preparación), India y Barcelona. Entre volantes y raquetas. Entre sonrisas y lágrimas. Antes y después del oro olímpico. 23 años que parecen multiplicarse cuando la tienes delante, con esa personalidad que una ya ha visto antes en deportistas que, desde muy jóvenes, se ven obligados a vivir solos y alejarse de la familia para luchar por su sueño. “Nadie sabe lo que hay detrás de esta medalla. Nadie. Al final, la gente solo ve el partido o el torneo en cuestión, no el trabajo que hay detrás”, asegura. Siete u ocho horas diarias de entrenamiento para ser la mejor en un deporte al que pocos tienen en cuenta. Y menos, en su país. “Me da mucha alegría ver que cada vez hay más niños y niñas que juegan a bádminton -explica Carolina- y me siento orgullosa de haberlo potenciado. ¿Una rareza? La verdad es que nunca me lo había planteado así, como el hecho de ir contra corriente. Pero sí que es verdad que ver tu bandera rodeada de cientos y cientos de enseñas asiáticas es una sensación increíble”. Carolina ha asentado su trono en un continente en el que, solo en China, hay 100 millones de practicantes. En España, 23.000. Esta mujer de Huelva, andaluza de pura cepa a la que no le gusta contar chistes, es una estrella con mayúsculas. La temen y la admiran tanto como a sus gritos en la pista. Algo cansada de que se le pregunte siempre por lo mismo, no hace oídos sordos a las críticas que recibe por ello. “Forman parte de mi personalidad dentro de la pista -asegura Marín-. Son mi mantra, los gestos en la pista que me refuerzan y me ayudan a seguir compitiendo”. 

Quién se lo iba a decir a Laura, la amiga que jugaba a bádminton y a la que Carolina acompañó después de una de sus clases de flamenco. Aquella aprendiz de bailaora dejó de agarrarse los volantes de la falda para agarrarse a la raqueta, dejando atrás esa Andalucía que ama con toda su alma. “Mi tierra me inspira playa, jamón, gambas y el Rocío”, dice con cierta nostalgia. Aunque lleva bien la añoranza -”ya son muchos años fuera de casa”- el rey de su playlist es Manuel Carrasco y esa canción dedicada a Huelva que escucha cada vez que va a entrenar. Lo hace ahora con su equipo, el Hyderabad Hunters, líder en la clasificación de la Premier Badminton League de la India. En Asia es una estrella, como su admirado Messi, y la paran por la calle hasta el punto de tener que coger un taxi para cruzar tres calles porque la gente le impide caminar. Vive el presente y no imagina nada que no sea el bádminton. “Queda tanto para colgar la raqueta que no tengo una idea clara de lo que haré después -reconoce-. Pero sí quiero que tenga relación con la fisioterapia, que es lo que estoy estudiando”. No imprime al futuro la misma velocidad que al volante. Su reinado merece ser disfrutado.