Novedad editorial

Rosa Montero: "Este país ha sido muy intenso, a veces me hubiera gustado aburrirme"

La periodista ha presentado en Zaragoza su último libro, 'Cuentos verdaderos'

La periodista y escritora Rosa Montero, este lunes, en su visita a Zaragoza para presentar su último libro.

La periodista y escritora Rosa Montero, este lunes, en su visita a Zaragoza para presentar su último libro. / JAIME GALINDO

Andrea Sánchez

La periodista y escritora ha presentado este lunes en Zaragoza ‘Cuentos verdaderos’ (Alfaguara), una recopilación de sus crónicas y reportajes entre 1978 y 1988. A través de estos textos, Rosa Montero relata la época de la Transición española. Desde el juicio del Nani, la matanza de los abogados de Atocha y el intendo de golpe de estado del 23F hasta los estragos de la droga y el terrorismo. Desde 1976 escribe en ‘El País’ y ha sido galardonada con el Premio Nacional de Periodismo (1981) o la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2022), entre otros galardones.

-¿Cómo surgió la idea de recopilar sus crónicas y reportajes de 1978 a 1988 en ‘Cuentos verdaderos’?

-Fue producto de la casualidad, como suele pasar. Hace como dos años, o algo más, me llamaron César Vallejo y Ángela Gallardo, que estaban preparando un documental sobre el juicio del Nani, que yo cubrí en 1988. Pero no me acordaba de nada y les pedí que me enviaran las crónicas. Al leerlas, me resultó fascinante porque era un viaje a aquella época. Los chicos del documental me dijeron que debería publicarlo. Sin embargo, las crónicas por sí solas no abultaban nada, así que le pedí a la editorial que fueran a las hemerotecas a buscar más, desde 1978 a 1988. Encontraron como 22 o 23 crónicas, y en el libro finalmente incluí 19. Algunas las quité porque me parecían menos interesantes hoy en día.

-¿Cómo ha sido este viaje al pasado a través de sus crónicas?

-Ha sido muy curioso porque, al leerlas seguidas, fue como un viaje a otro planeta. Ver lo mucho que ha cambiado este país es increíble. Por ejemplo, hasta mediados de los 80 no había plena escolarización en España. Si no tenías dinero para pagar un colegio privado, tu hijo podía quedarse sin escolarizar. Éramos muy pobres, y los fondos de la UE han cambiado este país.

-¿Cómo han evolucionado los medios de comunicación en los últimos 40 años?

-Me llamó la atención que la mayoría de estas piezas están escritas de una manera muy narrativa, como si fueran cuentos, usando todos los recursos de la ficción, pero haciendo periodismo. No puedes inventarte nada en periodismo; si digo que alguien cruzó la calle, entró en un bar y se tomó un carajillo, es porque estuve ahí, hablé con el camarero y me lo dijo. Este tipo de periodismo requiere mucha más documentación, es más difícil de hacer. Hoy en día, esto no se hace porque es largo y trabajoso, y los medios no pagan ese tiempo extra. Se está explotando a los trabajadores de los periódicos, deben hacer de todo, ser hombres y mujeres orquesta. Es una pena, porque esto indica que los medios de comunicación han empobrecido.

-¿Y su enfoque personal ha cambiado al releer estas crónicas?

-No, la verdad es que no. Me ha sorprendido que, leyendo estas crónicas, me he sentido completamente identificada con esa joven de hace tantos años, con su manera de acercarse a las cosas, su empatía, sus intereses y su manera de explicarlo. No he cambiado ni tocado nada, solo corregí las erratas. No me siento incómoda con lo que esa chica miraba, veía y escribía.

"Leyendo estas crónicas, me he sentido completamente identificada con esa joven de hace tantos años"

-¿Hay alguna crónica que recuerde con más ilusión?

-Hay reportajes y crónicas de temas muy grandes, como la matanza de los abogados de Atocha, uno de los grandes traumas de mi generación, o la crónica del 23F, que parece una novela. También hay cosas más lúdicas pero importantes, como la gira de Miguel Ríos en 1982. Pero las dos crónicas que más me han conmovido y gustado al releerlas son sobre temas pequeños: el Teatro Chino de Manolita Chen, el cabaret de los pobres, y los luchadores del Campo del Gas en Madrid. Estas historias de gente en condiciones laborales penosas, luchando por su identidad, me encantan, me parecen de lo más importante y conmovedor.

-¿Cómo vivió el asesinato de los abogados de Atocha?

-Eran mis abogados. El grupo en concreto con el que trabajaba se marchó cinco minutos antes del ataque. Los asesinos ya estaban esperando. Eran abogados laboralistas que trabajaban para los obreros, de Comisiones Obreras, y vivían en condiciones muy austeras, dedicando la mayor parte de su dinero al sindicato. Fue una matanza brutal hecha por la extrema derecha. Entraron, dispararon con una metralleta y ejecutaron a los abogados. Los supervivientes quedaron destrozados. Fue aterrador y pensábamos que iban a por toda la gente de izquierdas. En la Transición, pasamos mucho miedo. Publicaban listas de gente que iban a ejecutar. Fue un momento muy angustioso y triste.

-¿Y cómo recuerda el 23F?

-El golpe fue el 23 y terminó a las 12.30 del 24. Me dijeron en el periódico que me quedara en casa. Pasé la noche sin dormir, con tristeza y angustia. A las 9 de la mañana me llamaron para relevar a la gente del periódico. Llegué y me hicieron sentarme en una máquina de escribir para hacer un relato narrativo del golpe, aunque aún no había terminado. Escribí sin saber cómo acabaría, y sin embargo, el relato parece pensado de principio a fin. Fue increíble, y sin dormir. Ser joven ayudaba, pero no creo que ahora pudiera hacer algo así.

"Escribí sin saber cómo acabaría, y sin embargo, el relato parece pensado de principio a fin. Fue increíble, y sin dormir"

-En el capítulo de la gira del Papa por España, cuenta un 'truco sucio' periodístico. ¿En que consistía?

-Hay que entender las condiciones de la época, completamente analógicas. Para enviar una crónica, tenías que buscar un teléfono público y dictarla. En la gira del Papa, éramos 400 periodistas y había pocos teléfonos. En lugar de correr al acto, iba a buscar un teléfono, llamaba a cobro revertido al periódico y dejaba la línea cogida. Cubría el acto y volvía a dictar la crónica, mientras otros periodistas se enfadaban porque no podían usar el teléfono.

-Muchas cosas no las recordaba, ¿cree que la memoria lo hace para salir adelante?

-Ha sido estupendo vivir momentos tan interesantes, aunque a veces me he sentido como en una maldición china que dice: ‘ojalá vivas tiempos interesantes’. Ha sido una vida maravillosa, pero también agotadora. Este país ha sido muy intenso, a veces me hubiera gustado ser suiza y aburrirme, porque vivir todo el rato al borde del síncope...

-Ahora que está más centrada en la narrativa, ¿echa de menos el periodismo?

-No hago más periodismo porque no quiero. Empecé muy joven, con 19 años, y he hecho muchísimo. No tengo necesidad ni interés en hacer más.