Entender más
Rihanna, la diva rebelde
Natalia Araguás
Tras más de seis años sin pisar un escenario,
Rihanna
reaparece este domingo a lo grande, en el descanso de la final de la Superbowl. Un acontecimiento mundial que solo en
Estados Unidos
supera los cien millones de espectadores, en el que antes se han lucido estrellas como Michael Jackson, los Rolling Stones o Bruce Springsteen. Frente a la presión, un dedo en los labios mandando callar en el vídeo con el que ella misma confirmó su actuación, con un fantasioso peinado de trenzas. “Si voy a dejar a mi bebé, que sea por algo especial”, ha declarado la cantante de Barbados, que fue madre en mayo junto al rapero A$AP Rocky.
Rihanna cree que la maternidad le ha infundido valor para lo que sea y, lo más difícil en su caso, paciencia. Arrestos siempre tuvo, para hacer lo contrario de lo que se esperaba de ella y salir airosa. Pese a su quebradiza voz, que a menudo se disipa en los macroconciertos, va sobrada de temazos para defender en la Superbowl: desde aquel 'Umbrella' en principio escrito para Britney Spears, que con la inestimable colaboración de Jay-Z la lanzó urbi et orbi en 2007, su carrera ha sido una suma continua de canciones memorables. También le sobran amigos para que actúen junto a ella en el intermedio: de Madonna –quería ser como ella, pero en negra–, a Eminem, con quien lanzó varios hits, Britney Spears o Katy Perry, a quien preparó la despedida de soltera. Veremos a quién sube Rihanna al escenario del State Farm Stadium, en Glendale (Arizona) donde se celebra la
Superbowl
este año. Los invitados deben cumplir el difícil equilibrio de dar espectáculo sin eclipsarla: quién se acuerda de Coldplay en 2016, tras medirse con dos fieras escénicas como Bruno Mars y Beyoncé.
Éxito en los negocios
Todo apunta a que Rihanna, que el pasado mes de octubre lanzó la canción 'Lift me Up', tema de la banda sonora de Black Panther: Wakanda Forever, prepara su vuelta a la música. Antes que la maternidad, la moda ya la había distraído de los escenarios. En los últimos años ha estado centrada en su propia marca de cosmética, moda y ropa interior, Fenty, que ha hecho bandera de la diversidad con modelos de todas las razas, tallas y aspectos, con gran rédito económico. Según la revista Forbes, cuenta con una fortuna de 1.400 millones de dólares, atribuibles más al éxito de Fenty que a sus canciones.
Nada mal para una mujer que creció en un modesto bungalow y vendió ropa de pequeña en la calle, en una familia empobrecida por la adicción al crack y al alcohol de su padre. Rihanna no olvida su pasado, como demostró al desplazarse hasta Barbados para destapar con emoción la placa de la calle donde se crió rebautizada como 'Rihanna Drive'. La cantante, que cuando empezó su carrera parecía estar condenada a ser una versión exótica de Beyoncé, y que tras los golpes de Chris Brown apuntaba a ser la enésima estrella negra que un maltratador apaga, supo romper todas las barreras, en particular las mentales. “Nunca es un fracaso, siempre es una lección”, es uno de sus múltiples tatuajes, este sobre la clavícula. Lo lleva escrito al revés, para leerlo cada vez que se mira en el espejo.
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