Entrevista

Luis Costa: "La cultura 'rave' rompió el patriarcado en la pista de baile"

El 'disc-jockey' y autor de los libros 'Bacalao' y 'Balearic' publica el breve ensayo 'Dance usted. Asuntos de baile' (Nuevos Cuadernos Anagrama), un jugoso concentrado sobre la historia de la cultura de club

El ’disc-jockey’ y escritor Luis Costa, esta semana.

El ’disc-jockey’ y escritor Luis Costa, esta semana.

Ramón Vendrell

-¿Qué es más gratificante, bailar o hacer bailar?

-Me gusta mucho bailar, pero tener una audiencia y hacerla bailar es maravilloso. Te sientes como una especie de maestro de ceremonias.

-¿Hacer ‘air guitar’ es bailar?

-No, es una forma de imitar a músicos.

-¿Por qué tienen un problema los rockeros con el baile?

-¿Tiene un problema?

-No se ve mucho baile en los conciertos y los bares de rock.

-Al público del rock le gusta bailar cuando hay una sesión. Al final el baile queda circunscrito al club o discoteca. A los conciertos igual se acude más a escuchar al artista.

-¿A qué grandes bailarines ha visto en acción?

-Los bailarines de club son muy anónimos. Comparto con Sonia Fernández Pan, que acaba de publicar ‘Edit’, la idea del baile como un flujo continuo donde los bailarines van vampirizando movimientos y a la vez incorporando movimientos nuevos. Con todo: el ‘disc-jockey’ de Northern soul Keb Darge. Y muy próximo: Eduardo Domingo, también ‘disc-jockey’ de Northern soul. Es el organizador del club Movin’ On.

-El Northern soul de mediados de los 70 está asociado a las anfetaminas y la escena rave de los últimos 80 no se entiende sin el éxtasis. ¿Cómo se llevan drogas y baile?

-Estos emparejamientos se produjeron para aguantar muchas horas bailando. Pero la cultura de club es algo mucho más amplio, donde las drogas pueden estar presentes o no.

-¿Por qué el poder ha rechazado tradicionalmente el baile informal?

-En los años 50 el baile fue un elemento más del nacimiento de la juventud como segmento social diferenciado. Para los poderes fácticos el baile libre significa tener descontrolada a una parte de la población.

La persecución de Thatcher contra las 'raves' fue a todas luces desmesurada y paranoica

-Sorprende leer en ‘Dance usted’ que el Gobierno de Margaret Thatcher creó un grupo policial para perseguir las ‘raves’, con el apoyo de leyes específicas.

-Fue una persecución a todas luces desmesurada y paranoica de unas comunidades que al final solo querían pasárselo bien. Vale, había drogas, pero solo se montaban sus fiestas al aire libre. Ni siquiera dentro de las ciudades. Hubo un pánico injustificado.

-El bakalao y la mákina gozan ahora de cierto respeto cultural, como todo lo que tiene equis años. ¿Qué le parecían a usted en su momento?

-No llegué a conectar nunca porque ni la música, ni la estética, ni sus dinámicas de comportamiento, ni su ambiente me atraían. Lo que sí me interesó fue el bacalao, con ce: la combinación de música siniestra, EBM [electronic body music], new beat, guitarreo, primeras remezclas… que se daba en las discotecas valencianas antes del bakalao, con ka. Yo era muy pequeño en los 80, pero viví el final de esa escena en clubs y bares de Barcelona como Verdi, KGB, Beat…

-¿Fue alguna vez a Psicódromo, el templo de la mákina barcelonesa? 

-Fui dos veces y la tercera ya no entré porque el ambiente era tan duro que me asusté. Pero era un espectáculo ver pinchar a Nando Dixcontrol. Hacía cosas increíbles en directo.

Bailar nos hace segregar endorfinas y oxitocina. No solo nos pone de buen humor, sino que mejora nuestra memoria y nuestras creatividad

-Tres discotecas favoritas, por favor.

-La Paloma por estética. El primer Nitsa Club, en el antiguo Don Chufo, con su pista giratoria. Allí empezó a pinchar Sideral y fue un momento de revolución. Y la sala Verdi, donde con Tony Verdi descubrí el lenguaje del ‘dj’, lo que se puede hacer con dos discos a la vez y cómo una buena selección musical puede influir en la pista de baile.

-¿Por qué el baile es placentero?

-Nos hace segregar endorfinas y oxitocina. Bailar no solo nos pone de buen humor, sino que mejora nuestra memoria y nuestras creatividad. Así lo indican estudios de la mente. En el contexto del club y en cualquier contexto.

-¿Por qué no aparece por ningún lado el reguetón en ‘Dance usted’?

-A mí lo que me interesaba era hacer el dibujo de la cultura de club, y en los últimos 20 años está siendo sustituida por la industria ‘dance’, que replica modelos muy comerciales. La cultura de club se mantiene y se regenera gracias a un pequeño reducto que la cuida, pero tiene poco que ver con la fagocitación industrial de la música dance. 

-¿Las discotecas son espacios machistas?

-Las que a mí me interesan no. Con la cultura 'rave' se rompieron las dinámicas patriarcales en la pista de baile. Se pasó de ir a ligar y de considerar a la mujer objeto de presa a acudir a un lugar de comunión, respeto y tolerancia. Fue un cambio radical.

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