Entrevista

Jesús Corbacho: "Me considero un aficionado, y eso me da la libertad de sentirme libre al cantar"

El onubense se hizo con la Lámpara Minera 2024 tras presentarse "en gran parte" por su padre, y ahora se le han abierto "muchas puertas a las que llamé y quedaron cerradas"

Jesús Corbacho, ganador de la Lámpara Minera del Cante de las Minas.

Jesús Corbacho, ganador de la Lámpara Minera del Cante de las Minas. / Cante de las Minas

Marco Albaladejo

Para empezar, hablemos de estilo, de su estilo personal al cante. ¿Qué definiría como aquello más propio de su estilo al cantar?

Bueno, mucha gente me dice que soy muy personal, pero lo que trato es que lo que escucho y lo que me gusta, llevarlo a mi terreno y a mi manera de sentirlo y poder transmitirlo, porque si no haces las cosas con tu manera de sentirlo...o tienen valor. Me considero un aficionado, y eso me da la libertad de, al echarme a cantar, sentirme libre.

Eso nos guía un poco a la siguiente pregunta. Para usted cantar, y hacer algo suyo, debe tener alguna referencia. ¿Cuáles son sus principales referentes?

A mí me gustan mucho cantaores, por ejemplo, de mi tierra, como Antonio Rengel, Pepe Rebollo, Paco Isidro, Paco Toronjo, aparte de otros muchos como Antonio Toscano en lo referente al fandango de Huelva, por ejemplo, y a nivel del flamenco general, escucho todas las vías, desde el maestro Mairena, Pinto, Caracol, Marchena, Valderrama, y si venimos a hablar de los cantes mineros, la familia Fernández, el maestro Pencho Cros, Piñana...

Respecto a las líneas más tradicionales como vanguardistas en el flamenco, ¿cuáles son sus preferencias? ¿Aboga por la fusión entre el flamenco y otras artes o músicas? ¿Por un flamenco más tradicional, apegado a las bases?

Bueno, yo, sinceramente, por lo que apuesto es por que se llame a las cosas por su nombre, porque cuando cualquier artista cuenta su verdad, en cualquier disciplina, transmite. Con esto quiero decir que la fusión me gusta cuando se hace desde el conocimiento y desde la verdad. No es lo mismo inventarse algo por inventar, para llamar la atención, o por buscar el dinero o la fama. Yo soy un romántico, y me guían mis sentimientos y mi corazón. El mejor ejemplo es el maestro Enrique Morente. Él conocía el flamenco, él lo conocía todo desde las bases, y acabó haciendo, por ejemplo, su disco homenaje a Chacón con Pepe Habichuela, o su disco Omega, que es fusión, pero hecha con conocimiento.

Dentro de poco irá a la Bienal de Sevilla. ¿Qué planes, más allá de este, tiene para el futuro?

Llevo tiempo intentando abrirme camino cantando delante. Como cantaor tengo la necesidad de expresarme. Casi siempre he acompañado al baile. Yo tengo mucho que decir y expresar sobre el escenario. A algunos les gustará y a otros no. Uno de los motivos por los que acabé presentándome a la Lámpara era porque sabía de su repercusión. Sabía que tenía, pero no creía que era tanta, y quería allanarme un poco el camino para seguir expresándome. Se me han abierto muchas puertas a las que llamé hace un tiempo, y quedaron cerradas. Con mucho esfuerzo y sacrificio. Para la Bienal este año estaré cantando con la maestra del baile Eva Yerbabuena, y ojalá otros años cante delante.

¿Cuándo decidió presentarse? ¿Cuál fue su preparación para un concurso como el del Cante de las Minas?

Pues mira, me presenté en 2008 por primera vez, y me llevé el premio a la malagueña. Después, he estado alguna vez, pero no me preparé como debía. También he estado cantando para el baile allí. Precisamente, acompañando a Rocío Garrido, la Desplante femenino 2023, en una actuación el 25 de abril allí en La Unión, vi el cartel de este año, y dije: «Estoy loco, pero creo que este año me voy a presentar». Me llevé el cartel a mi casa y todo, pensando: «Me lo voy a llevar, no vaya a ser que me presente y gane». (Risas) Y parece que me escuchó Dios. Le pedí ayuda a mi hermano y amigo Geromo Segura, para que me guiara. Y a escuchar y cantar, pero con corazón, que no somos gramolas, como digo yo.

Para crear el cante, me gustaría saber, ¿cuál es su proceso creativo, el desarrollo del cante?

Para la minera, seguir los patrones exactos, de Encarna y de Pencho Cros. Después, yo tengo, como dicen los flamencos, una voz muy rizada, que le damos mucho giro a la melodía. En los otros cantes me siento más libre, aunque dependo de mi estado de ánimo y del estado de mi voz, que no siempre tenemos días buenos. Lo que hago es disfrutar, quedarme a gusto conmigo mismo, es mi proceso.

Quería ahora preguntarle, ya que tiene más visibilidad, no solo en eventos sino para el resto de artistas flamencos, ¿cuál sería su colaboración más deseada?

La verdad que ahí me has pillado. (Risas) Es que hay tanta gente a la que admiro... Algunos de ellos ya no están, pero hay tantos que admiro y quiero. Hay una cosa, muy complicada, pero que llevaba tiempo pensando, que era hacer un disco de cantes tradicionales o composiciones propias, que en todos los temas hubiera un artista en colaboración, como Miguel Poveda, el Pele, Rancapino Chico, Juan Villar... Vicente Amigo también sería un sueño, la verdad. Ante todo, rodearme de gente que quiero y que me quiere. Ahora se me viene Carmen Linares también.

Refiriéndonos ahora a los momentos previos a la actuación. ¿Tiene algún ritual, un modo de preparación previo al cante?

Pues es curioso, porque yo no soy nada supersticioso, pero nada. Pero a partir del día 8 de agosto me convertí en supersticioso al doscientos por cien. Porque dije: «Mira, tengo que estrenar un traje», y fui a comprarme un traje. También llevo las fotos de mi abuelo, que saqué en el premio de mineras, y de mis hijos. Cuando iba para La Unión, paré en una gasolinera y vi ahí un cubo de herraduras de la suerte, a un euro, y pensé: «¿Y si no me las llevo y pierdo?». Pues las compré. Y después, el sábado, repetí todos los pasos del jueves, incluso cuando fui al restaurante de Fernando el Vinagrero, que me reservó la mesa donde había comido el jueves. No sé si ahora que estoy más tranquilo volveré a mi hacer habitual, pero en estos días me he hecho supersticioso total. De normal, cuento chistes al guitarrista. (Risas)

Dos cuestiones ahora sobre palos. ¿Cuál es su palo favorito?

No tengo uno favorito, es más, por el que me encuentre bien. Me gusta por soleá, por guajiras, que ya este año me han premiado, por los fandangos de mi tierra, me encantan los cantes de Levante. Habiendo tanta variedad, es como elegir entre un buen jamón o unas gambitas de Huelva: pudiendo quedarse con ambos, es tontería quedarse con uno.

¿Y aquel palo que más le ha costado dominar?

Aquí te voy a dar una contestación, que la dijo don Enrique Morente, que es el Evangelio. Le preguntaron: «Don Enrique, ¿cuál es el peor palo?», y dijo: «El que peor se te dé». Para mí, los palos que peor doy son los que me ha costado disfrutar, o los que dependan de mi estado emocional en el momento. Tras estos días de nervios, tú me pides ahora una guajira, y no la saco.

Para finalizar, ¿qué se siente al ganar la Lámpara Minera? ¿Qué emociones le recorren?

Bueno, pues la verdad es que es inexplicable. No se puede cuantificar la emoción. Me presenté para sacar la cabeza. Mi padre no está muy bien de salud, y lo hice en gran parte por él. Cuando dicen que la Lámpara es para mí, yo digo: «¡Esto es por mi padre!». Yo tenía también la mano en el pecho, y quería que dijeran mi nombre, y cuando lo dijeron me caí de rodillas al suelo. Yo estaba en el camerino, no en el rellano, y mis compañeros me decían que fuera, y yo insistía en que quería estar solo. Cuando subí al escenario le dije al alcalde: «Espera un segundo», para arrodillarme y besar el suelo de La Unión. Lo había soñado tantas veces, que me parecía mentira. Me puedo morir tranquilo, como se suele decir.