CREACIÓN VERDE

Diez artistas que transformaron la propia naturaleza en arte

Las grandes intervenciones históricas de ‘land art’, criticadas por agredir el medio ambiente, ceden el protagonismo a creadores que aspiran a conservar las especies naturales. Tras siglos de naturalezas muertas, las plantas toman la escena

'Nitewake:non', pieza en vídeo de la artista Melissia General.

'Nitewake:non', pieza en vídeo de la artista Melissia General. / Cedida

Bernardo Gutiérrez

Cuando el artista Alan Sonfist recibió en 1965 la invitación del ayuntamiento de Nueva York para intervenir en un solar abandonado en la isla de Manhattan, sorprendió a todo el mundo: decidió plantar especies vegetales autóctonas de la época precolonial de Nueva York. Decepcionado con la comercialización del circuito del arte, Sonfist transformó el solar entre La Guardia Place and West Houston Street en un bosque en el que la naturaleza ocupó el lugar inicialmente reservado para el arte. Cedros, cerezos, robles, enredaderas, fresnos blancos, tulipanes, entre otras especies, eran los protagonistas de su obra Time Landscape (paisaje de tiempo).

Mientras Sonfist intentaba replicar sus "paisajes de tiempo" en otros lugares del mundo, la crítica empezó a tratarle como el pionero de una nueva tendencia, el land art o earth land. Y otros artistas con intervenciones más aparatosas acabaron acaparando las atenciones, como el escultor Robert Smithson (autor de la mítica obra Spiral Yetti en 1970) o Christo and Jeanne-Claude (que llegaron a rodear islas con tejido de polipropileno para Sourrounded islands en 1980). Con su apariencia de renovación, el nuevo land art conquistaba crítica y mercado.

'Time Landscape', la intervención de Alan Sonfist en Nueva York.

'Time Landscape', la intervención de Alan Sonfist en Nueva York. / ARCHIVO

Sin embargo, en tiempos de emergencia climática y calentamiento global, muchos artistas de land art han recibido duros varapalos por desarrollar prácticas poco sostenibles y agresivas contra el medio ambiente. Alterar la naturaleza ha dejado de ser cool. La prestigiosa Lucy Lippard, en su libro Undermining: a wild ride through land use, politics and art in the changing west, lanzado en 2014, considera el land art una tendencia colonizadora, "un arte pseudo rural hecho a partir de sedes metropolitanas". Algo tan pernicioso como las "actividades extractivistas de mineradoras".

La frase "no habrá arte en un planeta muerto", estampada por activistas de Exctinction Rebellion en reproducciones de cuadros famosos, flota sobre un conjunto de creadores que considera la naturaleza, no ya como la materia prima de sus obras, sino como puro arte. En algunos casos, la obra es un gesto, una actitud o una artimaña legal para que las especies naturales crezcan. Tras siglos de cuadros retratando la naturaleza muerta, las plantas toman protagonismo. A continuación, diez artistas que consideran la naturaleza arte.

1. Simon Starling.

El artista conceptual inglés Simon Starling confeccionó Island for Weeds (2003) con vegetación catalogada habitualmente como "malas hierbas". La obra, que representó a Escocia en la Bienal de Venecia en 2003, era una pequeña isla repleta de rododendros, una especie que llegó a Escocia desde España por primera vez en el siglo XVIII, definida históricamente como invasora.

'Islands for Weed', de Simon Starling.

'Islands for Weed', de Simon Starling. / Cedida

2. Lara Almárcegui

A finales de los años noventa, la artista zaragozana Lara Almárcegui intentó conseguir permisos para crear descampados permanentes en solares vacíos de Amsterdam o Bruselas. Tras los fracasos iniciales, la artista consigue en 2003 realizar una obra permanente para el puerto de Róterdam. La propuesta de Wasteland in Rotterdam Harbour era dejar sin urbanizar un terreno durante quince años, sin ningún control de arbustos o malas hierbas. Almárcegui creó otros descampados en Genk (2004-2014), en Madrid (Matadero, 2005-2006), Taipei (2008) y Ribera del Ebro (2008). En los descampados de Lara Almárcegui, en la palabras de la crítica Julia Ramírez, "el arte se configura como un artificio para preservar el abandono y hacer avanzar la ruina. La naturaleza, aliada con el tiempo, se encarga de crear la obra".

3. Joseph Beuys

En 1982, Joseph Beuys, uno de los creadores del mítico grupo Fluxus, realizó la intervención 7000 Oaks para la Documenta 7 en Kassel. Plantando siete mil árboles en la ciudad alemana, Beuys aspiraba a "asemejar las ciudades a los bosques y a hacer del mundo un gran bosque". Proponiendo dispositivos híbridos, Beuys desdibujó la división artificial entre naturaleza y cultura, transformó cada árbol en un monumento y a todos los participantes en protagonistas de lo que definió como una nueva "plástica social". En 2022, para conmemorar el cuadragésimo aniversario de la obra, la Documenta de Kassel replantó los árboles que habían muerto a lo largo de ese tiempo.

4. Melissa General

La vídeo artista Melissa General, de la etnia indígena Mohawk, retrata en su trabajo la tierra, el agua y la vegetación de la reserva de las Seis Naciones del Gran Río (Canadá). En su obra Nitewaké:non ("el lugar de donde vengo"), examina su relación con la tierra, explorando la historia y la narrativa de su hogar, Seis Naciones del Gran Río.

5. Agnes Denes

En 1982, la artista húngaro-estadounidense Agnes Denes plantó trigo en ocho mil metros cuadrados cerca del puerto de Nueva York. Tras encontrar brechas en la burocracia dio inauguró su obra Wheatfield: A ConfrontationEl trigo creció cercado por escombros, a escasos metros de Wall Street y del World Trade Center, con la estatua de la libertad a la vista.

'Wheatfield: A Confrontation', de Agnes Denes.

'Wheatfield: A Confrontation', de Agnes Denes. / Cedida

6. Myoung Ho Lee

Entre 2005 e 2008, el fotógrafo Myoung Ho Lee recorrió el interior de Corea del Sur para buscar árboles "con personalidad". Árboles solitarios que, en muchas ocasiones, pasan desapercibidos en medio del paisaje. Para su aclamada obra Tree, el fotógrafo decidió colocar un lienzo blanco detrás de los árboles elegidos. Cada árbol, enmarcado por el gesto artístico, deviene una obra única.

7. Daniel Lie

Este artista brasileño investiga el legado queer desde el mundo natural. Sus obras e instalaciones son realizadas en colaboración con fuerzas que él llama “más-que-humanos”, como bacterias, hongos, plantas, animales o minerales. Su obra Non-Negotiable Condition, expuesta en el Atonal Festival de Berlín en 2021, está impregnada de barro, semillas, materia orgánica a base de plantas, agua, flores y setas de ostra, entre otros materiales vivos.

'Non Negotiable Condition', de Daniel Lie.

'Non Negotiable Condition', de Daniel Lie. / Cedida

8. Cecilia Paredes

La multidisciplinar artista peruana Cecilia Paredes lleva décadas usando y relacionándose con elementos naturales. Para su serie Paisajes (2017), usó técnicas de body painting para mimetizarse con hojas de diferentes especies. Paredes define su obra como "un gran viaje por la sensibilidad humana y su relación con la naturaleza".

9. Céline Baumann

La paisajista, jardinera, botánica, activista medioambiental e investigadora francesa Céline Bauman realiza proyectos en los que se hibridan lo artístico y lo urbanístico. Una de sus obras más celebradas es El parlamento de las plantas, que formó parte de la exhibición 12 Fábulas urbanas en Matadero Madrid. En ella imagina un mundo en el que las plantas tienen voz y los mismos derechos que los seres humanos.

El parlamento de las plantas, de Céline Baumann, en Matadero Madrid.

El parlamento de las plantas, de Céline Baumann, en Matadero Madrid. / ARCHIVO

10. Amy Balkin

Pocos artistas tienen la sensibilidad ambiental que la californiana Amy Balkin. Su proyecto Public Smog (nacido en 2004) desplegaba diferentes posibilidades para descontaminar la atmósfera. Su obra A People’s Archive of Sinking and Melting (que arrancó en 2012 y continúa vivo) recopila objetos de lugares que van a desaparecer tras la subida del nivel de los océanos debido al cambio climático. Sin embargo, su obra más emblemática fue This is public domain, mediante la cual registró en 2003 una parcela en la desértica Tehachapi (California) con licencia dominio público. De esta manera, impidiendo el registro privado de la propiedad, las especies vivas del terreno han prevalecido a la especulación inmobiliaria.