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Bruce LaBruce, gurú de la imagen 'punk-queer': "Me propuse escribir y hacer cine para enfurecer a la gente"

El cineasta y fotógrafo canadiense acaba de publicar en España un libro que recopila algunos de sus escritos, a lo largo de los cuales es posible conocer sus inquietudes vitales, su forma de rodar o sus problemas con la censura

El cineasta, fotógrafo y escritor Bruce LaBruce, en el festival de cine de Sitges hace unos años.

El cineasta, fotógrafo y escritor Bruce LaBruce, en el festival de cine de Sitges hace unos años. / DIEGO CALDERÓN

Eduardo Bravo

“'Cultura' es una palabra interesante. Una persona de la que se dice que es 'culta', es decir, que tiene un gusto refinado y una educación formal, puede ser acusada al mismo tiempo de ser pretencioso y clasista. De hecho, las personas que exaltan las virtudes de la 'alta cultura', a menudo desprecian un poco la 'cultura pop', ¡y yo estoy definitivamente en contra de eso!", explica Bruce LaBruce, que acaba de publicar en castellano Contra la cultura (Editorial Cántico, 2024), una colección de ensayos en los que este realizador cinematográfico, fotógrafo y escritor comparte fragmentos de sus diarios de rodaje, escenas de su vida, reflexiones personales y brillantes análisis sobre películas, realizadores y la industria del cine, que demuestran que LaBruce es uno de los directores más interesantes, disolventes, irreverentes y valientes de las últimas décadas.

"Con Contra la cultura lo que en realidad quería hacer era una referencia a Contre le Cinema de Guy Debord, que es un título interesante, habida cuenta de que el propio Debord era cineasta", comenta LaBruce, que recuerda que fueron los situacionistas los que consideraron que el cine es el arte central de la sociedad contemporánea y, por tanto, debería ser utilizado con fines revolucionarios.

"Al mismo tiempo, los situacionistas advirtieron sobre el riesgo de que se convierta en un sustituto pasivo del individualismo artístico, lo que provocaría un aumento exponencial del poder del espectáculo no participativo. Por tanto, cuando empleo el el término 'contra la cultura' lo hago con cierta ligereza, pero también como una advertencia contra la aceptación pasiva de la ideología o cultura dominante, y un estímulo para abrazar 'subculturas' en oposición a ella", puntualiza LaBruce que, en la siguiente conversación, repasa algunas de las claves de su vida y su obra.

P. Algunos de los artículos y las reflexiones de 'Contra la cultura' recuerdan a textos de realizadores como John Waters y Pedro Almodóvar. ¿Cuál es su relación con estos dos cineastas?

R. Soy un gran admirador de los dos. A John Waters lo considero un mentor y, con el paso de los años, hemos acabado haciéndonos amigos. Lo visité en Baltimore y me llevó como su “cita” al baile de toma de posesión del Gobernador de Maryland. Pasé la noche en su habitación de invitados y por la mañana me preparó el desayuno él personalmente. Es un verdadero caballero, pero su trabajo va totalmente en contra de la cultura. De John Waters me influyeron especialmente sus primeras películas, como Mondo Trasho y Multiple Maniacs, en las que presentaba personajes que iban totalmente en contra de lo socialmente aceptado: pervertidos, monstruos, fetichistas, criminales y homosexuales asquerosos. En cuanto a Almodóvar, me gustan mucho sus versiones del melodrama femenino, pero también me encantan sus películas pervertidas como La piel que habito.

P. En uno de los artículos afirma que no por ser gay tiene que escribir necesariamente sobre temas gay. Sin embargo, ¿cree que hay una forma particular de analizar la sociedad y la cultura al pertenecer a ese colectivo?

R. Como dice uno de mis personajes en mi película No Skin Off My Ass, "¡todo el puto mundo es maricón!". Para mí, lo más maravilloso de ser queer ha sido siempre darme cuenta de ser diferente y aprovecharlo para observar el mundo desde una distancia crítica: analizándolo, burlándome de él o incluso derribándolo. Comencé como un punk-queer, así que elegí ver el mundo a través de la lente del espíritu punk y una sensibilidad queer. Eso no significa que mi gama de intereses se limite a temas punk y queer; significa que tengo una cierta actitud y postura hacia la sociedad que tiende a cuestionar sus supuestos y convenciones.

Los años setenta fueron la década más glamurosa de la historia de la humanidad"

P. Muchas de sus películas están inspiradas en acontecimientos del siglo XX, como las guerrillas urbanas estilo Baader-Meinhof o las bandas de cabezas rapadas. También ha afirmado que el siglo XXI es más soso y aburrido que el XX. ¿Qué es lo que le resulta tan atractivo y glamuroso del siglo XX en comparación con el XXI?

R. Los setenta. Los años setenta fueron la década más glamurosa de la historia de la humanidad, y no sólo porque fue cuando yo era un adolescente. Aparte de eso, en el siglo XX tuvimos la división del átomo, las bombas nucleares, las guerras mundiales, los asesinatos e intentos de asesinato presidenciales en Estados Unidos, la llegada de Hollywood a principios de siglo y su deconstrucción y desmitificación en los años setenta: James Dean, Marilyn Monroe, el cine negro, la Nouvelle Vague, JLG, la RAF, el punk rock, el movimiento de liberación gay, el movimiento feminista, el Black Power, Douglas Sirk, Fassbinder, las películas de Jerry Lewis, el fin del apartheid en Sudáfrica, Alfred Hitchcock, Kurosawa, la pornografía, el comunismo, la invención de Internet, Humphrey Bogart... No sé, ¡todo era bastante glamuroso!

Fotograma de 'Skin Flick / Skin Gang'.

Fotograma de 'Skin Flick / Skin Gang'. / BRUCE LABRUCE

No es tan fácil

Bruce LaBruce nació a mediados de los años sesenta en Southampton (Canadá), localidad que abandonaría a finales de los setenta para trasladarse a Toronto, donde se matriculó en la escuela de cine. Desde entonces, LaBruce ha desarrollado una personalísima carrera artística en la que combina la fotografía para campañas de publicidad o editoriales de moda y películas independientes de bajo presupuesto. Entre ellas destacan títulos como No Skin Off My Ass, Hustler WhiteThe Raspberry ReichL.A. Zombie o Ulrike's Brain, en las que mezcla su vasto conocimiento sobre cine clásico, sexo explícito y cuestiones políticas y de género. Una obra que le ha valido por igual, numerosos premios en festivales y brutales actos de censura que abarcan desde la prohibición pura y dura a la obligación de realizar dos versiones de sus películas —una explícita y otra no—, pasando por la destrucción sus trabajos por las autoridades aduaneras de diferentes países.

"Mis películas han sido prohibidas no sólo por su contenido sexual explícito, sino también por cuestiones relacionadas con un fetichismo explítico. Hustler White, por ejemplo, fue censurada en algunos países debido a una escena fetichista en la que un estafador amputado se folla a un cliente por el culo con el muñón de su pierna. No era lo explícito de la escena per se lo que estaba en juego, sino la cruda presentación de ese fetiche en particular. De manera similar, mi película L.A. Zombie fue prohibida en Australia debido a su carácter sexual explícito en el contexto de la necrofilia. La película trata sobre un zombi alienígena que se folla a personas muertas en Los Ángeles para devolverles la vida, pero cuando empieza a follar con ellos, ya están muertos, ¡así que, por lo que se ve, eso fue un problema! Como puedes comprobar, tienes que ir bastante lejos para que te prohíban. ¡No es tan fácil como parece!".

Un fotograma de 'L.A. Zombie'.

Un fotograma de 'L.A. Zombie'. / BRUCE LABRUCE

P. Sus películas, así como sus artículos, son inteligentes, ingeniosos y muy divertidos. ¿Cree que las personas que critican y censuran su trabajo carecen de sentido del humor?

R. Me propuse escribir y hacer cine para enfurecer a la gente, molestarla, confundirla o irritarla. En parte es un sentimiento camp: nada irrita más a la gente que una mariquita impenitente que ignora flagrantemente las reglas apropiadas de conducta y las convenciones relativas al género, la política, el estilo o la filosofía. La gente suele decirme que no saben si estoy siendo sarcástico o no, lo cual siempre es una buena señal. Te daré una pista: si crees que estoy siendo sarcástico, probablemente esté siendo sincero… ¡y viceversa!

El movimiento punk original demostró un gran sentido del estilo, muy personal, político y creativo, al incorporar significantes ambiguos para confundir, irritar a la gente o hacerles pensar"

P. ¿No es curioso que sus obras molesten tanto a los movimientos de extrema derecha como a los de extrema izquierda? ¿Qué cree que ha pasado con los movimientos de izquierda hoy en día? ¿Son más conservadores que en los años 60, 70 u 80?

R. El mayor problema de los movimientos de extrema izquierda contemporáneos es su estética. Quiero decir, tienes AntiFascistas, pero su estilo es un poco vago: sudaderas con capucha y pasamontañas negros, pantalones negros, cinturón negro, botas y zapatillas de deporte. Es muy antiindividualista. No se puede comparar con, por ejemplo, la magnífica forma de entender el estilo por parte de la RAF [siglas en alemán de la Facción del Ejército Rojo o banda Baader-Meinhof] o de los Black Panthers en los años sesenta y setenta, que fomentaban la expresión personal. También el movimiento punk original demostró un gran sentido del estilo, muy personal, político y creativo, al incorporar significantes ambiguos para confundir, irritar a la gente o hacerles pensar. El movimiento Occupy, sin embargo, fracasó porque ni tenía un estilo ni una estrategia coherente. ¡Los manifiestos escandalosos también son muy importantes!

P. En uno de sus artículos afirma que le gustaría rodar una película de serie B de bajo presupuesto porque ya está harto de rodar sin presupuesto alguno. No obstante y a pesar de esas dificultades, ha conseguido convertirse en un cineasta conocido y aclamado. ¿Qué le gustaría hacer en el futuro?

R. He continuado haciendo largometrajes independientes y pornografía, yendo y viniendo entre los dos, que es algo que a la mayoría de los cineastas o artistas no se les permite hacer. Mi intención es seguir con esta fórmula, pero también me gustaría seguir aumentando los presupuestos de mis películas y hacer proyectos más ambiciosos. De hecho, tengo algunas cosas bajo la manga, pero no puedo revelártelas en este momento.

P. Está claro que no hay lugar en Hollywood para realizadores como usted, como tampoco lo hay para directores como John Waters. Sin embargo, ¿cree que a las nuevas compañías de 'streaming' como HBO o Netflix les gustaría producir esos próximos proyectos?

R. Nunca se sabe. Para ser sincero, me considero más bien un cineasta y artista independiente con un espíritu punk-queer, por lo que la idea de trabajar en un entorno corporativo nunca me ha atraído realmente. He hecho películas financiadas por el gobierno canadiense al "estilo industrial", con equipos que estaban sindicados, con actores profesionales y agentes de casting, lo que no tiene nada que ver con mi estilo cinematográfico de guerrilla, sin permisos, con guiones apenas esbozados y usando actores no profesionales, cosa que sigo haciendo. Mi última película, The Visitor, se hizo en gran medida utilizando ese proceso loco, salvaje y no regulado. En todo caso, aunque besar culos no es mi fuerte, quién sabe. Soy una puta, así que estoy bastante abierta a cualquier cosa.

'Contra la cultura'

Bruce LaBruce

Editorial Cántico

160 páginas | 14,20 €