Bryan Gil y Sergi Enrich evitan una humillación épica del Eibar en Las Rozas
El cuadro armero se dejó igualar un 0-3 en menos de diez minutos y Mendilibar tuvo que acudir a los pesos pesados
Muto, Quique González y Pedro León parecían sentenciar pero el orgullo de los de Manolo Cano les premió con la prórroga
EFE
Si la Copa del Rey en su nuevo formato prometía emociones fuertes, el duelo que midió a Las Rozas contra el Eibar cumplió fielmente con el guión después de que los locales fueran capaces de igualar un 0-3 en contra para acabar cayendo en la prórroga.
La cita se presentaba compleja para el conjunto vasco por jugarse en césped artificial y por la baja temperatura reinante en una localidad donde había nevado durante gran parte del día. Pese a todo nada les afectó, pues salieron concentrados y con ganas de inclinar el choque de su lado más pronto que tarde.
Todo pareció ir a pedir de boca ya que el dominio llegó acompañado de dos goles antes del minuto veinte que dieron tranquilidad a los visitantes. El primero fue obra de Muto, quien cabeceó con solvencia un buen centro de Kadzior.
Poco después ampliaría la renta Quique al capturar una entrega atrás del zaguero rival a su portero y, tras superar a este último con una vaselina, culminar con la testa sobre la línea. Premio merecido que fue mayor cuando en la segunda parte Pedro León definió con un toque sutil para poner el 0-3. A partir de ahí, el abismo.
Fe madrileña
Las Rozas, que había dado un paso adelante en la segunda parte antes de ese revés, marcó un gol con aroma de honorífico por medio de Losada. A ése le siguió otro de Franco al finiquitar una falta lateral prolongada por Malón. Y luego llegó el de Augusto, quien remató con el alma una asistencia de Arib. De repente, en menos de diez minutos, el duelo volvía a estar empatado y al Eibar comenzaron a temblarle las piernas. No precisamente por el frío.
La prórroga se presentó como una pesadilla inesperada, justo castigo a la relajación y posterior letargo de quien cree tener el trabajo hecho. Aún así, intentaron poner los eibarreses buena cara y mejor fútbol ante un bando roceño que bastante tenía con luchar por mantener vivo el sueño hasta el límite.
Lo consiguieron durante la primera parte pero, en el amanecer de la segunda, una entrega de Bryan Gil la transformó en diana Sergi Enrich. De esta manera los de Mendilíbar esquivaron el que hubiera sido un sonrojo legendario y siguen vivos en la competición.
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