Revolución cruyffista

1988

1988 / sport

Juan Manuel Díaz

- Johan volvió al barça para devolver al club de nuevo el orgullo y dejar una huella imborrable como técnico

- Núñez fichó a Cruyff y una plantilla nueva para reflotar el proyecto deportivo

El 5 de mayo, Johan Cruyff estampó la firma en su nuevo contrato como entrenador del Barça para la temporada 1988-99. La huella del holandés en su segunda etapa azulgrana es indeleble, por los títulos ganados y por el genuino estilo de juego que legó. Aquel día, antes de regresar a Ámsterdam, dejó tres mensajes. Uno para la oposición: «Nunca dije que no vendría mientras estuviese Núñez»; otro para la plantilla: "El que no esté contento, que se vaya"; y otro para los seguidores: "Intentaré llenar otra vez el Camp Nou".

Con Johan, el presidente Núñez conseguía un arma muy poderosa para atender sus frentes abiertos. Fichaba un técnico de prestigio, triunfador en el Ajax, con pedigrí blaugrana y que era la envidia de la activa oposición barcelonista. Y que por su condición de exestrella mundial, tenía la autoridad moral para meter en cintura a la plantilla.

En los primeros meses de 1988, el Camp Nou mostraba mucho de su cemento por la deserción de la afición, desencantada con el fútbol y los resultados. La Copa del Rey ante la Real Sociedad con un gol de Alexanko, aseguró el pasaporte europeo, que no había logrado en la Liga (sexto), pero no apaciguó los ánimos. El 28 de abril estalló el ‘Motín del Hesperia’: toda la plantilla, excepto Bernd Schuster -que se iría la temporada siguiente al Real Madrid- suscribió un manifiesto pidiendo la dimisión de Núñez y su junta con los contratos de imagen como telón de fondo.

Acabada la temporada se despidió o cedió a trece jugadores y el club gastó más de 2.000 millones de pesetas (12 millones de euros) por Bakero, Begiristain, López Rekarte, Julio Salinas, Eusebio, Miquel Soler, Ernesto Valverde, Ricardo Serna, Manolo Hierro, Juan Carlos Unzué, Jon Andoni Goikoetxea (cedido dos años a la Real Sociedad) y Aloisio. Además, subieron del filial Milla, Amor, Roura y Serer.

No fueron unos inicios sencillos. Cruyff dejó fuera del autocar, literalmente, a Julio Alberto y Lobo Carrasco por no renunciar a sus primas ya preestablecidas; en septiembre, perdió la Supercopa de España ante el Real Madrid (2-1, 2-0 en la ida), y en octubre cayó en el clásico de la Liga del Bernabéu (3-2). Al final del año era segundo con 23 puntos… a dos de los merengues. Pero ya no había vuelta atrás. Johan había sembrado la semilla del Dream team.

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TALENTO, GENIO Y MODERNIDAD

Los cinco años de Cruyff como jugador del Barça tuvieron un impacto más allá del fútbol. Lideró la conquista de la Liga 1973-74 y ganó la Copa del Rey de 1978; un balance escaso para su enorme talento. A cambio, devolvió al club el orgullo ganador, y su halo de modernidad lo convirtió en un ídolo de masas conectado con Catalunya -llamó a su tercer hijo Jordi- y que tenía el punto revolucionario que le otorgaba su particular genialidad. Tras el Barça llegaron el LA Aztecs y el Washington Diplomats en la NASL, y el Levante en Segunda División, y una segunda juventud en la Eredivisie: Ajax (dos Ligas y una Copa) y a los 37 años, Feyenoord. En su última campaña, sumó otro doblete y fue elegido mejor jugador de la Liga.  

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BEN JOHNSON, EL POSITIVO MÁS VELOZ DE LA HISTORIA

Ben Johnson pasó de héroe a villano en dos días en los JJ.OO. de Seúl. El 24 de septiembre pulverizó a su gran rival, el norteamericano Carl Lewis, y el récord mundial (9.79 segundos) de los cien metros lisos volando sobre el tartán del estadio. Aún no se habían apagado los ecos de su gesta cuando saltaron las alarmas: las muestras de orina de ‘Big Ben’ habían dado positivo en estanozolol

El atleta canadiense de origen jamaicano fue descalificado y desposeído del oro y del récord, además de recibir por parte de la IAAF dos años de inhabilitación. Posteriormente volvió a la competición, siempre con registros mediocres, alternados con nuevas confesiones que le valieron la pérdida de todas sus marcas y el titulo mundial de 1987 al admitir que había tomado esteroides. Ya retirado, protagonizó situaciones surrealistas. Hizo anuncios de bebidas energéticas; fue entrenador personal de Diego Maradona (1997) también marcado por las drogas, y de Qadhafi Al-Saadi (1999), hijo del dictador libio Muamar Gadafi que no pudo fichar por un club italiano... por no pasar los análisis antidoping.