Ciclismo
En lo alto del Tourmalet y a los pies de Vingegaard
El vencedor del Tour encabeza una Vuelta de lujo donde figuran Evenepoel, Roglic, Thomas, Bernal y los españoles Enric Mas, Ayuso y Landa
Sergi López-Egea
El domingo 23 de julio, cuando los ciclistas del
Tour
se dirigían desde los Vosgos a las afueras de París, todos por la misma autopista y en el interior de los autocares, Javier Guillén, director de la
Vuelta
se despertaba en su casa de Madrid con un sobresalto. Creía que lo engañaban cuando recibió la llamada desde Francia. “¡Qué Jonas Vingegaard viene a la Vuelta!”, le dijeron. Y creía que lo engañaban. “¡Es un bombazo!”, repetía. Nadie le mentía ni le tomaba el pelo. Por sorpresa, aunque era una decisión secreta tomada con la fresca de la Navidad, el vencedor de la ronda francesa se apuntaba a la española, con una misión incierta, pero para dotar a la prueba de calidad, emoción, contraste y lucha en este combate de tres semanas que comienza este sábado en Barcelona.
Que también se hubiese inscrito Tadej Pogacar ya habría sido el no va más, pero el fenómeno esloveno tenía primero que reposar, asimilar el golpe que había sufrido en el Tour y meditar el supuesto error de venir a la Vuelta sino las tenía todas consigo. “Creíamos que este año tendríamos recorrido, pero no figuras”, repetía Guillén. Podía volver a ser una ronda española de carácter latino, los ciclistas de aquí luchando entre ellos y sin apenas repercusión en el extranjero.
Nada más lejos de la realidad porque -y otra vez volvemos a adentrarnos en las entrañas del Tour- en la primera jornada de descanso, en Clermont-Ferrand, el día después de subir al Puy de Dôme,
Remco Evenepoel, el corredor rebelde, el último vencedor, el ciclista derrotado por el covid durante el
Giro
, anunciaba que quería volver a ganar en Madrid, inmerso en una batalla por la Vuelta que, entre tanto, le ha hecho ganar una Clásica de San Sebastián y el Mundial de contrarreloj.
La regularidad de Roglic
Por si fuera poco, sólo hay un corredor entre ruedas planetarias que este año ha ganado todas las carreras por etapas en las que ha participado: Tirreno-Adriático, Volta, nada menos que el Giro, y hace unos días la Vuelta a Burgos, que también existe. Se llama Primoz Roglic y es uno de los seis integrantes del super club del ciclismo actual; el sexteto sublime de las dos ruedas. Son seis: Vingegaard, Roglic, Evenepoel, Pogacar, Mathieu van der Poel y Wout Van Aert. Tres estarán en la Vuelta.
Andaba la semana pasada Guillén recorriendo las calles de Valladolid por donde discurrirá el 5 de septiembre la única contrarreloj de la Vuelta cuando llegó la última buena nueva. Egan Bernal, vencedor del Tour de 2019, recuperado felizmente para el ciclismo profesional tras el accidente de enero de 2022 donde casi se mata, también quería un dorsal. Suyo es. ¡Faltaría! El astro colombiano llega con un Ineos en el que también figura Geraint Thomas, segundo este año en el Giro y vencedor del Tour de 2018.
Ahora, en una Vuelta que subirá principalmente al Tourmalet (primera llegada en su historia, viernes 8 de septiembre) y al Angliru (13 de septiembre), sólo faltaba que hubiese una buena participación local.
Enric Mas
se había caído con fractura incluida en la primera etapa del Tour -adiós a los sueños al salir de Bilbao- pero el Movistar, su equipo, comunicaba que se había recuperado y que trataría de pelear otra vez por la victoria tras las segundas plazas logradas los dos últimos años.
La juventud de Ayuso
Y, por supuesto, el mejor de la clase juvenil, Juan Ayuso, 20 ‘añitos’, perfecto en todo, tercero hace un año en Madrid, el ciclismo a sus pies, bueno subiendo y magnífico en las contrarrelojes que, aunque haya una, todavía existen y siempre son la clave (en una ‘crono’, la única que había, sentenció Vingegaard el Tour). Atentos a su pedaleo. Como atentos habrá que estar con
Mikel Landa, invisible o brillante. En él nunca hay término medio. Todo o nada.
Así que este nutrido pelotón, con algunas fieras más saliendo de sus jaulas, se encontrará montaña desde la tercera etapa en Andorra, un observatorio en las montañas de Teruel al sexto día, el Xorret del Catí, la subidita de Caravaca de la Cruz, la soriana Laguna Negra, el Tourmalet, la trampa de los montes navarros que sepultaron a Miguel Induráin en el Tour de 1996, el Angliru, la Cruz de Linares y el paseo final, donde se reúne mayor altimetría, por los parajes de la sierra de Guadarrama. Terreno y figuras. ¿Qué más se puede pedir?
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